lunes, 3 de noviembre de 2014

LUCES QUE MATAN. LA LUZ DE RIVERA OVEJA

Aquel día era un día que estaba muy frio, muy frio, tan frio que se las pelaba. El Tío Domingo iba a hacer carbón, y mi cuñado y yo también, pero nosotros tiramos hacia un sitio donde hacia menos frio. El se fue a donde siempre. Y se encontró algo por ahí, no sabemos qué ni porqué, pero no hizo carbón, se tuvo que bajar pa casa del susto. Era un hombre fuerte… ¡Y un genio que tenía el tío…!. Se metió en la cama, asustao, asustao  asustao… hasta que murió.
(Historia de las Hurdes)
las hurdes
Las Hurdes, comarca de la sierra de  Extremadura , que vivió como si el mundo no fuera con ellos hasta principios del siglo XX, considerada como la tierra de los desterrados, la zona, salto a la fama mundial gracias a la película de Luis Buñuel, presentada en 1932, bajo el título “Las Hurdes, tierra sin pan” y en la que se denunciaba la situación en que vivían las gentes de la comarca y el atraso de las zonas rurales”.   Sin embargo la comarca también se hizo famosa durante el siglo pasado por otras causas, por lo extraños fenómenos que sucedían en sus tierras, principalmente por las luces que a veces les aparecen de la nada persiguiendo a los lugareños, y provocando en algunos de ellos incluso la muerte. Una de estas luces es conocida como la Luz de Rivera Oveja.
Desde principios del Siglo XX abundan los testimonios de personas que aseguran haber sido testigos de la aparición de extrañas luces y bolas de fuego que perseguían a los lugareños y vecinos desprevenidos, luces que son capaces de ejecutar giros impensables para cualquier artefacto realizado por mano humana. La Luz de Rivera Oveja está relacionada con un hecho trágico sucedido en 1917 a Nicolás Sánchez Martín, vecino de Cambrocino, criador de cerdos y vendedor de fruta entre otras laborales. Nicolás volvía a caballo a su pueblo cuando descubrió una extraña luz ovalada que flotaba sobre el río Rivera Oveja. Las dos mujeres que le acompañaban huyeron hacia el pueblo más cercano, pero el robusto campesino no se arredró y se dispuso a continuar su camino hacia su aldea. En pocos minutos, caballo y jinete huían como alma que lleva el diablo hacia su pueblo. Todo Cambrocino pudo presenciar la llegada del desgraciado campesino, pálido como un muerto. Murió pocos días después. Según el doctor que le atendió, por una pulmonía fulminante. Según su desolada familia, por el ataque de la luminaria.
En los años ochenta, década en lo que se realizaron diversas investigaciones en la zona, una  nonagenaria hurdana por aquella época, Cleméntina  Domínguez manifestaba  que “el espanto” , como ella lo llamaba, atacó de nuevo al poco tiempo.
Con qué o quién se encontraron los hurdanos en las sierras y en los valle no lo sabremos  nunca, ni tampoco si los sucesos continúan en la actualidad.  Pero si hay algo que no ponemos en duda es que, fuese lo que fuese, en las Hurdes, la gente sigue teniendo miedo a que las luces se les aparezcan en su camino.
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“Fue un hombre al Casar de Palomero. Al bajar de Rivera Oveja al río vio venir a una farola encendía hacia el cascajal. Allí lo esperó. Él no tuvo valor para hablarle y la luz no le contestó. Se metió pal barrio del Teso de Cambroncino. El hombre fue pa casa y la mujer le dijo ¿Cómo vienes así de asustado? Y él le dijo:
- Cállate, que me ha acompañao una luz y vengo austaíto perdido.
(Testimonio de Cleméntina Dominguez)

Fran González

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