viernes, 17 de abril de 2020

El Sello de Salomón | Mucho más que un poderoso talismán

El Sello de Salomón | Mucho más que un poderoso talismán. ¡Descúbrelo!En la mayoría de culturas humanas antiguas se pensaba que determinados objetos estaban dotados de poderes y propiedades especiales y eran considerados mágicos. Ya fueran talismanes o amuletos, sus propietarios creían estar protegidos de males diversos gracias a ellos e incluso creían que los dotaba de energía o beneficios específicos.


El Sello de Salomón

El Sello de Salomón | Mucho más que un poderoso talismán. ¡Descúbrelo!
El Sello de Salomón era el anillo que portaba el rey Salomón según la tradición judía medieval y en el que también creía la tradición islámica y una gran parte de las corrientes ocultistas occidentales. El Sello de Salomón ha sido representado tanto como un pentagrama como con la forma de un hexagrama o Estrella de David dentro de un círculo. Fue utilizado como talismán o amuleto en diferentes religiones y se creía que era el emblema a través del cual el rey Salomón consiguió gobernar a los «genios». Los genios eran seres fantástico de la mitología semítica llamados también jinn o djin. Eran invisibles y podían adoptar formas diversas ya fueran humanas, animales o vegetales. Tenían el poder de «influir espiritual y mentalmente» sobre las personas.
Rey Salomón
Se le atribuían además poderes extraordinarios y era el «símbolo ideal de lo absoluto». El portador quedaba protegido de la muerte, de las amenazas y de todo tipo de males y problemas.

La forma del anillo

anillo
En las versiones más antiguas era un anillo de latón en el que estaban engarzadas cuatro piedras preciosas y tenía grabado el nombre de dios. Posteriormente, se creía que el sello de Salomón tenía dos triángulos. El triángulo con el vértice hacia arriba representaba la Trinidad u otras deidades positivas o virtudes como el amor, la verdad y la sabiduría. El triángulo con el vértice hacia abajo solía representar el mundo material, los enemigos del alma representados por la carne, el mundo y el diablo y cuando ambos triángulos se entrelazaban en el Sello de Salomón significaba el triunfo del espíritu sobre la materia.
También se ha representado como un pentagrama dentro de dos círculos concéntricos que contienen símbolos variados de significado místico o por dos triángulos entrelazados, no cruzados, que forman una estrella sin fin.

La leyenda del Sello de Salomón

El Sello de Salomón | Mucho más que un poderoso talismán. ¡Descúbrelo!
En las leyendas medievales tanto judías como cristianas o islámicas encontramos menciones al Sello de Salomón. Este era un anillo mágico que habría pertenecido al monarca descendiente de David y que le dio el poder de comandar a los genios y hablar con los animales.
La leyenda del Sello de Salomón más extendida explica que fue grabado y entregado al rey Salomón por el propio Dios desde el Cielo. Se creía que había sido un elemento clave en la proverbial sabiduría del monarca y por todo ello se consideraba un amuleto o talismán. El sello tenía dos caras una de latón y otra de hierro y ambas se utilizaban una para sellar las órdenes a los espíritus o genios buenos y la otra a los malvados. Cuenta la leyenda que un demonio llamado Asmodeo consiguió apoderarse del anillo y durante cuarenta días suplanto a Salomón en el gobierno. Finalmente, el demonio arrojó el anillo al mar y este fue tragado por un pez. El pez fue pescado por servidores del palacio del monarca y cuando el rey fue a consumir el pescado que le servían, se encontró en su interior el anillo perdido.

El hexagrama y la Estrella de David

estrella de David
Una de las representaciones más extendidas del Sello de Salomón es en forma de hexagrama o «Estrella de David». El hexagrama, que se convirtió en uno de los símbolos del judaísmo y vemos incluso en la bandera de Israel adoptada en 1948, tiene su origen en esas antiguas representaciones del siglo XIV del Sello de Salomón.

El Sello de Salomón y el genio de la botella de Las Mil y Una Noches

El Sello de Salomón | Mucho más que un poderoso talismán. ¡Descúbrelo!
«Al abrirla encontró un enorme jarrón de cobre dorado, lleno e intacto. La boca estaba cerrada con un plomo que ostentaba el sello de nuestro Señor Soleimán, hijo de Daud.» Del cuento de la Mil y Una Noches «El pescador y el genio».
Si leéis atentamente el cuento titulado «El pescador y el genio» de Las Mil y Una Noches» veréis que se menciona el Sello de Salomón o «Soleimán». Los genios eran considerados por el islam «seres creados de fuego sin humo» que convivían en la Tierra con los humanos. No eran ni buenos ni malos por naturaleza, sino que dependía su comportamiento de si obedecían a Dios o al demonio. Para mantener a un genio, como el del cuento, dentro de una botella era necesario que esta fuera sellada con una tapa de plomo estampado con el anillo o Sello de Salomón. El genio del cuento estuvo 1.800 años encerrado en la botella de cobre sellada de esta manera.
El Sello de Salomón representó para muchas culturas un talismán o amuleto extraordinario y para aumentar su poder solían incluir en el interior del sello símbolos como una Cruz de Tau, el Yodh hebreo o una cruz ansada egipcia.
Confirmamos la realidad de una leyenda urbana sobre este monumento que alberga la entrada principal al museo del Louvre, en París, y que lo asocia con el famoso número bíblico de la bestia. El dato había llegado a mis oídos hace muchos años ya pero sinceramente, siempre creí que era apenas otra leyenda urbana. Se me hacía difícil imaginar un guiño tan obvio para expertos en Teología y Satanismo. No podía ser verdad… pero lo era. Estábamos en París, en el tramo final de nuestro último viaje. Y allí, de pie en la amplia explanada que da acceso al famoso Museo del Louvre, contemplaba el enigma: la pirámide cristal que confirma el «hall» de acceso al mismo, formada por 666 cristales. Seiscientos sesenta y seis. El número bíblico del Anticristo. Esa era la «leyenda urbana» que, después de todo, parecía ser realidad. Los había contado: había 654, pero como la puerta de acceso, cerrada, hubiera sumado más cristales, el área de aquella necesitaba otros… doce, lo que nos daba el número «maldito». Si a esto le sumamos que fue mandado construir por indicación del que supo ser máximo mandatario francés, François Miterrand, conocido por sus inquietudes esotéricas, la cosa se alejaba dramáticamente de la posibilidad de una «casualidad». Pero lo llamativo no terminaba allí… El autor de este artículo, Gustavo Fernández, frente a la pirámide del Louvre. En otro amplio espacio, frente a la primera Gran Pirámide Cristal –que se encuentra rodeada, a su vez, por otras tres pequeñas cuyo número de cristales no es numerológicamente significativo—, a cierta distancia, otra enorme pirámide de cristal, pero esta vez invertida y subterránea, hace de gigantesca claraboya de luz para un área despejada del centro comercial que se encuentra en el subsuelo. Entiéndase bien: no actúa como boca de luz para el área comercial, sino para una zona «muerta» anexa a aquél. Y su vértice invertido casi toca otra pequeña, de material, que poya sobre el suelo. Para quienes vieron la película El Código da Vinci, es el lugar donde, al final del filme, el académico Roberto Langdom deduce que se encuentran enterrados los restos de María Magdalena. La pirámide respeta las proporciones de la pirámide egipcia de Keops, y pese a que la Wikipedia dice que tiene 673 cristales, insisto: contados y recontados, son 666. Supongo que ese dato, proveniente del mismo museo, es una forma de desalentar los rumores que corren sobre esa extraña correspondencia (total, ¿cuántos turistas tendrán la paciencia de ponerse a contarlos? Vaya este comentario como humilde homenaje a mi mujer, Mariela, aterida de frío bajo la pertinaz llovizna de esa helada mañana mientras yo contaba pacientemente…). La pirámide invertida. Y este es el punto en que debo fijar una posición personal: no me parecen congruentes —evito decir «no creo», porque sería una contradicción lógica: estaría expresando entonces sólo una creencia que no debería ser empíricamente demostrada— las supuestas «evidencias» de la probabilidad del hipotético anticristo, y por otro lado, está demostrado que en los primeros escritos cristianos la Marca de la Bestia era 616, y no 666. Por ende, sospecho que el tal 666 remite a otra cosa (intuyo vinculado con la Geometría Sagrada) y su transliteración «demoníaca» en el Apocalipsis fue una estrategia de la Iglesia para «demonizar» el conocimiento numerológico, neopitagórico, es decir, esotérico. La Wikipedia nos ofrece distintas interpretaciones al gusto del lector… ¿Cuál será la razón de ser de ese número? A la interpretación clásica y perimida que adjudica al 666 al «anticristo», otros muchos estudiosos de lo esotérico señalan también que el número debe interpretarse de otra manera. En el sentido de «final de un ciclo» para dejar paso a otro completamente renovado. Además, dicha construcción se ubica, también, en el centro de quartier (barrio) uno, de los 20 en que se divide el París antiguo, y que se desarrolla en una espiral como el centenario Juego de la Oca, partiendo, precisamente, del Louvre hasta su final. Así, se supone que Miterrand envió a construir este «edificio de poder» en el corazón de la gran espiral que es París, como un elemento que «despertara» el poder dormido de la otrora gran nación. En ese sentido, revisar mi artículo El Grial de la Búsqueda. Allí señalo la esotérica importancia que tendría el quartier (barrio) donde, en el siglo XII, se edificó el palacio real del Louvre, tardíamente devenido en Museo. «Ha logrado, asimismo, que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente; ya nadie podrá comprar ni vender si no está marcado con el nombre de la bestia o con la cifra de su nombre. Aquí verán quién es sabio. Si ustedes son entendidos, interpreten la cifra de la bestia. Se trata de un hombre, y su cifra es 666». Apocalipsis 13, 16-18. Los estudiosos de Piramidología (la disciplina que estudia la energía de las pirámides) hemos, de hecho, escrito extensos trabajos señalando como las pirámides invertidas, enfrentadas a otras puestas al derecho, amplifican el «poder» que se manifiesta dentro de ellas, cualquier cosa que eso sea. Y esas pirámides enfrentadas son, precisamente, las que encontramos en el subsuelo ya señalado. Miterrand, quien, entre otros hechos conocidos, poco antes de ganar sus elecciones estuvo en Rennes le Chateau interesándose por los enigmas descubiertos por aquél cura entonces ignoto llamado Bérenguer Saunière (y sobre lo que escribí en mi nota El arcano misterio de un cura millonario) frecuentaba sociedades secretas y era un convencido que esos conocimientos espirituales podían ser determinantes tanto para la política doméstica como la internacional. Por supuesto, puede el lector seguir suponiendo que todo esto es casualidad. A él, le propongo un ejercicio aleccionador; calcular matemáticamente la probabilidad que un mandatario esoterista ordene construir una pirámide de exactamente 666 cristales… Por Gustavo

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: La pirámide de cristal del Louvre y el número 666 https://mysteryplanet.com.ar/site/la-piramide-de-cristal-del-louvre-y-el-numero-666/

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