lunes, 27 de julio de 2015

LA PROFECIA DE LA GRAN PIRAMIDE



La más antigua predicción del fin de la humanidad sobre nuestro planeta que conocemos no ha sido efectuada por ningún profeta, sino que se halla en un monumento: la gran pirámide de Keops, en Egipto.

La pirámide de Keops, conocida también como la Gran Pirámide, es la mayor pirámide egipcia de todas las que han llegado hasta nosotros. Construida por el rey del mismo nombre, segundo de la cuarta dinastía, su antigüedad se calcula en unos 2.500 años, aunque algunos autores la suponen mucho más antigua. Mide 139 metros de altura, teniendo en cuenta que le falta todo el revestimiento y las piedras del remate. Los bloques de piedra que constituyen su cuerpo forman 203 hileras, y su peso total es de seis millones y medio de toneladas. Según la tradición copta, los planos de la Gran Pirámide serian debidos al gran patriarca bíblico Enoch, padre de Matusalén, y la dirección de las obras encargada a uno de sus hijos menores, Sisitros. El faraón Keops le entregó cien mil obreros para efectuar los trabajos, muchos de los cuales murieron durante la construcción. Estos obreros fueron reclutados entre los servidores de los templos, algunos de los cuales tuvieron que ser clausurados, lo cual hizo que algunos historiadores de la época presentaran al faraón como un usurpador y un tirano. Hay dudas respectos a su sistema de construcción, sobre todo en lo que se refiere a la elevación de las grandes moles de piedra. 

Aunque la mayoría de las egiptólogos abogan todavía por la teoría de las grandes rampas (basándose en parte en el hecho de que los egipcios no conocían la escalera, salvando los desniveles a base de rampas), hay otras hipótesis que sugieren el empleo de complicados mecanismos de elevación de los que se han encontrado modelos a escala reducida en algunas tumbas, así como un ingenio mecánico basado en el mismo principio del saduf egipcio que utilizan los campesinos actuales para extraer el agua de los pozos y que consiste en una viga que pivota sobre un eje. Sea cual sea el sistema, de todos modos, la Gran Pirámide de Keops, considerada como una de las siete maravillas del mundo, es todo un prodigio de construcción ciclópea, sobre todo por el equilibrio y belleza de sus líneas.

El GRAN ENIGMA 

Al contrario de las demás pirámides, no es una tumba. Este es el gran enigma de la Gran Pirámide, que ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de los siglos. Junto con la Esfinge, otro importante enigma ubicado en sus proximidades, la Gran Pirámide de Keops constituye objeto apasionado de discusión, puesto que en ella se halla reflejado un auténtico compendio del saber humano... y una predicción de toda la historia futura de la Humanidad hasta su fin.
 
La observación de que la Gran Pirámide es algo más, o algo distinto, a una tumba, la elaboró ya Davidson al hacer observar que las cámaras del rey y de la reina disponen de un sistema de ventilación completamente inadecuado para las momias, y el hecho de que nunca llegara a colocarse en la Gran Pirámide la piedra terminal, lo cual, más que un descuido de los constructores como pretenden ver muchos egiptólogos, se considera como una clara simbología por algunos esotéricos. El propio Jesús dijo: «¿caso no leísteis en las Escrituras: "La piedra que rechazaron los constructores vino a ponerse en el vértice del ángulo; de parte del Señor se hizo esto, y es admirable a nuestros ojos"? Por ello os digo que será alzado de vosotros el reino de Dios, y será dado a la gente que produce los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra se hará pedazos; y a aquel sobre quien cayere lo triturara” (Mateo 21, 22-24).
La influencia de los hebreos en el Egipto de la Cuarta Dinastía, y el hecho de que su constructor fuera hebreo, ha hecho desvelar algunos misterios acerca de las características de la Gran Pirámide que han llevado a sorprendentes descubrimientos. La base de estos descubrimientos se halla en el sistema métrico empleado: el codo sagrado, y su fracción la pulgada piramidal, 1/25.° del primero. El codo sagrado, nos describe el abate Moreux, «era considerado por los hebreos como un presente directo de la Divinidad, utilizado tan sólo en algunas ceremonias santas y para la edificación de monumentos de alto simbolismo; fue llevado a Egipto, pero lo retornaron consigo tras el Éxodo; es considerado como la más perfecta de todas las medidas, hasta tal punto que Callet, el autor de la tabla de logaritmos, ha dicho de él que las naciones modernas se verán algún día obligadas a utilizarlo, puesto que el codo sagrado es invariable».
 
El codo sagrado hebreo es definido por los piramidólogos como «el equivalente de la diezmillonésima parte del radio polar terrestre», lo cual equivale a una longitud de 0'635660, es decir, que se trata de una medida apreciablemente mayor que el codo común, que es una fracción del meridiano terrestrey posee una longitud de 0'5237 metros. Y el codo sagrado de los hebreos es la pieza clave para interpretar la Gran Pirámide, el «logaritmo mágico» que convierte su estructura en un auténtico compendio del saber. Examinada a su luz, la magna obra arquitectónica adquiere una nueva dimensión que la convierte en uno de los más apasionantes enigmas que nos ha legado la 'Antigüedad.
Naturalmente, la erosión de los tiempos y los continuos saqueos y vandalismos a que se ha visto sometida ha hecho que algunas de sus medidas y proporciones hayan tenido que ser calculadas por suposición, lo cual ha permitido a muchos detractores considerarlas inválidas, ya que un error de unos pocos centímetros en la medición puede falsear una respuesta. Pero los hechos están ahí. En sus dimensiones se hallan encerradas medidas que evidentemente ya conocían los astrónomos egipcios, pero que sorprenden por su notable exactitud (que solamente hoy se ha podido comprobar con los aparatos más precisos), como son la medida del año solar, la del año sideral y anomalístico (el año sideral es el tiempo transcurrido entre dos pasos consecutivos del Sol por el mismo punto de su órbita aparente, y el anomalístico por el mismo perigeo de dicha órbita; la diferencia entre ambos años es de 4 minutos y 45 segundos), la ley de la precesión de los equinoccios, la de la variación de longitud del perihelio, la de la variación de la oblicuidad de la eclíptica, la distancia exacta al Sol, el diámetro polar de nuestro planeta... Todo ello prescindiendo de las proporciones de su forma en sí, que se revelan (como han demostrado recientemente Toth y Nielsen en el libro El poder mágico de las pirámides) como poderosos «condensadores magnéticos» que avivan el crecimiento de las plantas y mantienen incorrupta la carne.
Pero hay más cosas... muchas más. Entre ellas el sarcófago que se halla en el centro de la gran «Cámara del Misterio y de la Tumba Abierta», que no se halla destinado a albergar ningún cuerpo humano (de hecho, como hemos anotado ya, no parece que la Gran Pirámide de Keops fuera construida para servir de tumba, aunque muchos egiptólogos atribuyan la ausencia de momias a los constantes saqueos sufridos), y que es descrito así por Georges Barberin: «Su capacidad cúbica equivale, con una aproximación de siete milésimas, a la del Arca de la Alianza, y también a la del Mar de Bronce, el célebre vaso construido por Hiram para el Templo de Salomón, cosas éstas estudiadas por Arago y cuyas medidas se hallan en el Santo Libro de los Reyes. Y eso es lo extraordinario, ya que las medidas de estos tres recipientes antiguos tienen por unidad el codo sagrado de los hebreos.»

LA HISTORIA FUTURA DE LA HUMANIDAD 

Pero lo más importante, en lo que aquí nos ocupa, se halla en los corredores internos de la pirámide. Según los piramidólogos, en ellos se halla escrito un resumen de toda la historia futura de la Humanidad... futura, evidentemente, a partir de la fecha de su construcción. Lo cual ha permitido a los estudiosos actuales comprobar la exactitud de sus datos. Empecemos Pues a partir de la entrada. En ella se sitúa el inicio de la profecía de la Gran Pirámide, que los piramidólogos sitúan en el año 4000 antes de Cristo... en evidente enfrentamiento con los egiptólogos, que sitúan la ><V dinastía en el año 2.500 antes de Cristo (las disputas entre egiptólogos y piramidólogos han sido constantes y acerbas, y aún continúan; según muchos de estos últimos, el inicio de la profecía de la Gran Pirámide no se refiere a la fecha de su construcción, sino a la de la aparición del ser humano sobre la Tierra, a la creación de Adán).
A partir de esta entrada, nos hallamos con un corredor descendente estrecho muy bajo, con una longitud de poco menos de cien metros: son los años de degeneración de la Humanidad, la caída del hombre desde la inocencia original a través del angosto túnel del pe Pero a algo más de veinte metros de la entrada hay una bifurcación hacia un túnel ascendente (el corredor descendente Prosigue hasta una extraña cámara. llamada la «Cámara Inacabada», que es aún uno de los grandes misterios de la Gran Pirámide): en este punto sitúa la profecía un hecho capital en la historia de la Humanidad el primer hito de la profecía: el Éxodo del pueblo judío.
 
A partir de aquí, el corredor ascendente, también angosto, también de techo bajo simboliza la difícil ascensión del hombre hacia la luz. Poco antes, del final de este nuevo corredor se halla un nuevo hito: corresponde según las mediciones a octubre del año 4 artes de Cristo...y según los piramidólogos es la fecha autentica del nacimiento de Jesucristo (no hay que olvidar la fecha del 25 de diciembre fue instituida en el siglo III para cristianizar la fecha pagana del nacimiento del Sol, al igual que en España se instauró la fiesta de San José Obrero para «cristianizar» en el l.° de mayo la fecha «pagana» del día del trabajo). A partir de aquí el corredor sigue, ensanchándose hasta formar un dintel que desemboca en la «gran galería». Este dintel corresponde al 7 de abril del año 33, viernes... el día de la crucifixión de Cristo.
La «gran galería» que se abre a continuación representa el gran período de la Humanidad que va desde la muerte de Cristo hasta principios de agosto de 1914 inicio de la Primera Guerra Mundial; marca el desarrollo de la Humanidad desde la ignorancia hasta la gran revolución industrial. Pero a partir de ahí se abre un estrecho y corto pasadizo que da paso a una antecámara y luego, a través de otro pasadizo estrecho y corto, a la "cámara del Rey» o cámara final. El primer pasadizo (estrecho y angosto, es decir, tiempos de tribulación) abarca los años de la Gran Guerra, es decir de 1914 a 1918. A partir de ahí se abre la antecámara, que recibe el nombre de «Tregua del Caos»... una evidente referencia al período de relativa tranquilidad de que gozó el mundo después de la gran tribulación. Pero es un período corto, tan sólo hasta 1928. A partir de este año se abre el segundo pasadizo angosto (la gran crisis económica de 1929, el período de desestabilización que conduciría hasta la Segunda Guerra Mundial), que llega en 1936 a la entrada de la gran cámara final, la «cámara del Rey».
 
Y aquí se abre el mayor enigma que encierra la profecía de la Gran Pirámide. Hay que tener en cuenta que esta sucesión de fechas corresponde a medidas exactas, todas ellas basadas en la escala del codo sagrado hebreo, por lo que no hay interpretaciones elásticas, sino medidas matemáticamente correctas. Davidson, uno de los piramidólogos que más ha estudiado el asunto de la profecía de la Gran Pirámide, revisó concienzudamente todos los cálculos, llegando a dos sorprendentes conclusiones. La primera de ellas es que la entrada de la gran Cámara del Rey» señalaba inequívocamente el año 1936. La segunda, que el tramo que profetizaba el nacimiento de Cristo era sorprendentemente similar al tramo que desembocaba en este año 1936. Es decir, que vaticinaba un acontecimiento tan trascendental para la Humanidad como el nacimiento del Mesías.
Sin embargo, tan sólo en España tuvo una gran trascendencia ese año de 1936. Para el resto del mundo no tuvo más repercusión que la de vaticinar, como lo vaticinarían otros acontecimientos más significativos en años posteriores, el próximo advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué podía significar aquello?
El resultado, esotéricamente hablando, era obvio. Si el primer corredor vaticinaba el nacimiento de Cristo, y el segundo corredor daba entrada a la gran sala que marcaba el final y la apoteosis de la profecía, esta fecha sólo podía significar una cosa: el nacimiento del Anticristo, tal como está profetizado en las Sagradas Escrituras.
Durante algunos años se creyó en la validez de esta teoría. De hecho, incluso se creyeron ver, en los años posteriores, varios posibles Anticristos. Pero el Anticristo, al igual que Cristo, debería empezar su vida pública a los treinta años, como lo había hecho Cristo... es decir, el año 1966. Ciertamente, han aparecido algunos Anticristos menores en los últimos años, pera ninguno de ellos reuniendo las características dictadas tanto por las Escrituras como por la Gran Pirámide (la cual afirma que debería haber nacido en octubre de 1936)... ninguno de ellos con la trascendencia suficiente.
Pero la profecía de la Gran Pirámide es muy explícita en 1936 se producirá el gran acontecimiento que desembocará en el gran holocausto final de la Humanidad. Es por ella que algunos autores han querido ver no un Anticristo personificado en un hombre de carne y hueste, sino en una idea, un concepto: el comunismo.
Para muchos el comunismo es el Anticristo idealizado de nuestra era, la bestia de siete cabezas del Apocalipsis de San Juan. Y el año 1936 fue un año de efervescencia para el comunismo internacional: aparecieron los «frentes populares» en España y Francia (abortados respectivamente en 1939 y 1937), y Mao Tse-Tung propuso ese mismo año la formación de un Frente nacional. Pero tampoco son hechos suficientemente significativos, a menos que se idealicen hasta sus últimos extremos.
 
De todos modos, una vez franqueada la incógnita de esta barrera, la profecía de la Gran Pirámide sigue. La «Cámara del Rey», que es conocida también como la cámara del «Misterio del Gran Oriente y del Juicio de las Naciones» muestra a los piramidólogos una época llena de acontecimientos, desórdenes, crisis de valores... una época, de hecho, muy semejante a la que está atravesando el mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial. Davidson llama a esta época de «desorden y desorientación», y la sitúa según las mediciones entre 1936 y 2030. Otros piramidólogos difieren ligeramente en sus interpretaciones, situando el final entre 2001 y 2090. Pero, sea como fuere, la profecía de la Gran Pirámide (que se ha cumplido en más de sus nueve décimas partes) termina con los albores del siglo XXI A un paso de nuestro hoy.
La profecía de la Gran Pirámide, por supuesto, es muy criticable, aunque haya gozado de una gran audiencia. En primer lugar, existe la dificultad de una medición exacta debido a las erosiones y desfiguraciones del paso del tiempo. Aunque nadie puede negar la realidad de las medidas que contiene en su estructura (medidas que, lo hemos dicho ya, estaban en conocimiento de los grandes sacerdotes egipcios, como lo atestiguan algunos papiros), su fama profética ha nacido de dos hechos fundamentales: el ser la única que fue construida por los sacerdotes egipcios con intervención hebraica, y el no haber sido construida al parecer como tumba, sino como monumento; Ello ha hecho que muchos esoteristas hayan querido ver en ella un testamento, un legado, el mensaje dejado por algunos iniciados iluminados por algún extrañó don la posteridad... algo parecido a lo que se ha querido ver más tarde en las ciencias ocultas, la alquimia e incluso las catedrales.
De hecho, la claridad meridiana que quieren adjudicarle algunos piramidólogos a la profecía de la Pirámide de Keops es discutible por el simple hecho de que no han elegido todos los corredores, sino tan sólo alguno. ¿Qué significa el corredor descendente que continúa tras la bifurcación correspondiente al Éxodo hasta desembocar en la «Cámara Inacabada», cuya principal característica es pozo vertical cegado que se abre en el suelo? Si la Gran Pirámide es un mensaje en su totalidad, ¿por qué no ha podido interpretarse ese ramal?
Por otro lado, la sucesión de corredores que señalan las distintas fechas de la profecía son evidentemente esquemáticos. Utilizando como medida base el codo sagrado, es probable que pudiera trazarse una historia universal con cualquier sucesión de corredores de distintas longitudes, Ciertamente, la fecha del nacimiento y crucifixión de Cristo son fundamentales en la historia de la Humanidad, pero desde esta última al inicio de la Primera Guerra Mundial es un salto demasiado grande. ¿Y es acaso 1914 un año más significativo que el año 1000 hemos visto, por ejemplo, o 1492 y el descubrimiento de América, o 1789 y la toma de la Bastilla, o 1905 y la Revolución de octubre? Y el gran fracaso de la predicción 1935 no deja de pesar como una losa sobre todo intento de credibilidad profunda. La Gran Pirámide es con toda evidencia un gran monumento; el mensaje científico incorporado a él es innegable; es probable que en sus entrañas se albergue una' auténtica predicción; pero, habremos sabido interpretarla correctamente? Es sencillo ajustar unas fechas ya transcurridas a las medidas señaladas, aunque los piramidólogos a ultranza enfatizan muy ardientemente la precisión de estas fechas. No obstante, ni siquiera los propios piramidólogos se ponen de acuerdo cuando proyectan estas mismas fechas en el futura. Al igual que Davidson señala claramente una de las «muescas como correspondiente al 7 de abril del año 33, viernes por más señas, fecha de la muerte del Redentor, ¿por qué su última predicción no señala un día concreto de un mes concreto del 2030?
En lo que sí están de acuerdo todos los piramidólogos es en la interpretación de los acontecimientos que revela la predicción de la «Cámara del Rey». Esa época, que va desde 1936 hasta 2001, 2030 ó 2090 según las diversas opiniones, es definida como la «época del despertar». Una época de gran violencia, de gran inquietud, de desorientación, miedo y búsqueda. Pero también una época de hallazgo. Y, sobre todo, una época de cambio. Una destrucción de lo antiguo, seguida de una reconstrucción espiritual de la Humanidad. Es decir, no se trata exactamente de un fin del mundo, de un aniquilamiento total, sino tan sólo del fin de un mundo para dar paso al nacimiento de otro. El hombre ante, un nuevo paso en la evolución.
Sin embargo, la profecía de la Gran Pirámide parece detenerse ahí, como si lo que haya de venir después de esa fecha fatídica de 2030 (0 2001, ó 2090) ya no nos concierna a nosotras, como si el futura sea algo que pertenezca a otros. Como si nosotros, seres humanos, miembros de la raza humana, ya no tengamos nada que ver con ella.
Y la profecía de la Gran Pirámide de Keops entronca con otras profecías. De hecho, como veremos más adelante, una gran cantidad de profecías sitúan el fin de la Humanidad en los albores del año 2000. Hay una gran similitud entre las fechas de la Gran Pirámide y las profecías de Nostradamus, basadas en la astrología. Y lo mismo podría decirse con respecto a la profecía de San Malaquías, basada en los nombres de los papas. La Gran Pirámide, por lo tanto, no se halla sola, aislada, separada de todo lo demás. Forma, aunque no lo queramos admitir, un conjunto en cierto modo homogéneo, pese a las discrepancias, con otras muchas profecías.
¿Significa esto que hemos de creer en su veracidad? Sería muy aventurado afirmarlo. Pero no debemos dejarnos influenciar por el cartesianismo. Antes de juzgar hay que conocer todos los datos.
Sigamos, pues, examinando todas las profecías que pululan a nuestro alrededor acerca del fin de la Humanidad.

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