El 22 de enero de 1828 una mujer fue asesinada por bruja en el Cervarolo, un pequeño pueblo del Piamonte italiano. Con su muerte se dio por terminada la caza de brujas en Italia, que como en todo Europa, instigada por la Iglesia y en especial por la inquisición, acabó con la vida de numerosas personas completamente inocentes. Esta es la historia de Margherita Guglielmina, apodada la Gatina , la última bruja asesinada en Italia.
Margherita Guglielmina vivía en el pueblo de Cervarolo, que en 1828 contaba con unos 1.200 habitantes dedicados a las tareas tradicionales de los pueblos de los Alpes. Era un lugar tranquilo, en el que nunca ocurría nada especial, hasta la trágica muerte de Margherita.
La Gatina era una viuda de 64 años que vivía en una casa de su propiedad, con su hija enferma, a las afueras de la población. Según la describió el escritor contemporáneo de los hechos Giuseppe Lana, la señora Guglielmina era una mujer alta, con la cara deformada por unos extraños bultos oscuros, con profundas arrugas alrededor de los párpados y con una voz fuerte y grave. A este físico “especial” había que añadir un carácter malicioso e irascible. Por todo ello los niños del lugar empezaron a llamarla bruja y a huir y esconderse cuando se cruzaban con ella. Poco a poco la idea de que era una bruja fue haciendo mella entre sus vecinos.El episodio que culminó con su muerte se inició unos meses antes e implicó a dos hombres que cortaron un nogal que estaba plantado en unos terrenos que pertenecían a la mujer. Ésta, que tenía mal genio, amenazó a los dos hombres y profetizó su muerte en breve. Desgraciadamente, uno de ellos murió al poco tiempo y el otro estuvo a punto de hacerlo. A partir de esta nefasta coincidencia, el temor se apoderó de los habitantes de Cervarolo que consideraron probado que era una bruja. Inflamada su imaginación por todas las historias que cruzaban Europa, temieron que “la bruja” volviera a actuar y acabara con otras personas del pueblo. Se produjo una reunión en una taberna y se designaron dos hombres, relacionados con los que supuestamente habían sido maldecidos, para acabar con Margherita.
Giovanni Antonio Degaudenzi y Gaudencio Folghera se dirigieron hacia la casa de la Gatina dispuestos a “hacer justicia”. Llegaron a la casa, encerraron a su hija en una habitación del primer piso, y la hicieron salir al patio golpeándola con un palo brutalmente hasta causarle la muerte. Después huyeron. Aunque todo el pueblo sabía quienes eran los culpables, éstos escaparon y fueron juzgados en ausencia. Sus condenas fueron ridículas: 7 y 10 años de prisión, siendo amnistiados tres años más tarde.
Este suceso ocurrido en el Piamonte fue el último registrado en Italia en que una mujer fue acusada y asesinada por ser considerada una bruja. En 2005 se inauguró una placa en la zona en recuerdo de la Gatina y de todas las mujeres que murieron simplemente por recoger hierbas en los montes, tener verrugas, ser independientes y muchos otros motivos por los que en otras épocas cualquier mujer podía ser considerada una bruja.
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