Un niño de 3 años de edad, en la zona de los Altos del Golán, cerca de la frontera entre Siria e Israel, dijo que fue asesinado con un hacha en su vida pasada. Mostró a los adultos de su aldea, donde el asesino enterró su cuerpo, e increíblemente, encontraron el esqueleto de un hombre allí. También indicó donde estaba el arma del crimen, y por medio de excavaciones, se encontraron con un hacha en el sitio.
En su libro, “Children who hace lived before: Reincarnation today“, la terapeuta alemán Trutz Hardo cuenta la historia de este niño, junto con otras historias de niños que al parecer recordaban su pasado con exactitud verificada. La historia del niño fue presenciado por el Dr. Eli Lasch, que es conocido por desarrollar un sistema médico en Gaza como parte de una operación del gobierno israelí en la década de 1960. El doctor Lasch, que murió en 2009, informó de la historia sorprendente a Sr. Hardo.
Él nació con una larga marca roja en la cabeza. Los drusos creen, al igual que algunas otras culturas, que las marcas de nacimiento están relacionadas con la muerte en vidas pasadas. Cuando el niño tenía la edad suficiente para hablar, informó a su familia que fue asesinado de un hachazo en la cabeza.
Los adultos llevaron al niño, con tres años, a la casa de su vida anterior. El muchacho sabía en que pueblo había vivido, por lo que les llevó allí. Cuando llegaron a la aldea, el muchacho recordó cual era su nombre en su vida pasada.
Los aldeanos dijeron que el hombre que el muchacho decía ser su reencarnación había sido reportado como desaparecido hacía cuatro años. Amigos y familiares pensaron que podría haberse perdido en territorio hostil, como era costumbre que sucediera.
El niño también recordó el nombre completo de su asesino. Cuando enfrentaron las alegaciones, el rostro del presunto asesino se quedó blanco, según Lasch, sin embargo, él no confesó el asesinato. El muchacho luego dijo que podría llevar a los adultos a donde estaba enterrado el cuerpo. En el lugar, encontraron el esqueleto de un hombre que tenía una lesión en la cabeza, lo que corresponde con la marca de nacimiento del chico. También encontraron el hacha, el arma homicida.
Frente a esta evidencia, el asesino confesó el crimen. El Doctor Lasch, el único que no pertenece a la etnia drusa, estuvo presente durante todo el proceso.
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