EL DIAMANTE HOPE
El diamante Hope es uno de los diamantes que más desgracias
ha traido a quien lo poseyera, la lista es interminable, todo aquel que
lo poseia terminaba muerto o en la más absoluta ruina en poco tiempo.
Hace 500 años la belleza y el poder de ésta joya enamoró a
un sacerdote hindú, su codicia le hizo sustraerla de la frente del
ídolo de la diosa hindú Sita en su templo. Fue pillado infraganti y
torturado hasta morir por este hecho.
En 1942, el diamante llega a Europa llevado por un
contrabandista Francés trayendolo de la India, cuando pesaba 115
quilates aproximadamente. Cuando empezó a pasar de propietario en
propietario el diamante era tallado según como quería su dueño,
perdiendo así sus dimensiones iniciales.
Según indican algunas fuentes Tavernier vendió la pieza al
rey francés Luis XIV por una cifra aproximada de 220.000 libras de la
época. Tavernier con el dinero adquirido del diamante, compró un titulo
nobiliario, varón de Aubonne. Aún pareciendo que le habia traido suerte
esta venta por la gran suma que adquirió con la venta, la maldición del
diamante pronto le llegaría. Hay dos versiones de la supuesta maldición
que afectó a Tavernier, una es que, terminó arruinandose y tuvo que
huir a Rusia, donde murió a causa de una enfermedad infecciosa y
devorado por las ratas. La otra, que no volvió de uno de sus últimos
viajes a la India en 1669 y que fue atacado por una jauria de perros
salvajes.
El rey Luis XIV al enterarse de la tragica muerte del vendedor de gemas al que se la compró, decidió guardarla en un joyero y dos años después al hacer el inventario de la corte el diamante volvió a aparecer y Luis XIV decidió regalarselo a Madame de Montespan, poco después de este regalo caería en desgracia y en la ruina más absoluta en un convento en 1707.
Otras dos reinas se apoderaron del diamante, una Catalina la grande, que se dice que incluso en su funeral la lucia colgada de su cuello. La otra Maria Antonieta, esposa de Luis XIV, que después de portarla, siendo una de sus joyas favoritas, perdió la cabeza poco después, y desde los años de la revolución no se sabe nada de él.
Pero ya en 1824 la piedra aparece y llega a formar parte de la colección de gems de Henry Philip Hope y después de que la familia entrara en disputa por la ansiada joya, llegó finalmente a las manos de Thomas Hope. En 1851 la Gran Exposición de Londres la exihibió y luego llegaría el turno de la Exposio¡ción Universal de París. Los descendientes se fueron apoderando de ella hasta que un joyero inglés la compró.
Luego fue comprada por otro joyero que se obsesionó tanto con la joya que terminó suicidandose.
La pieza fue adquirida por el principe ruso Iván Kanitoisski, se la regaló a una vedete parisina que cortejaba y murió asesinada a los pocos días. Hubo más fallecimientos relacionados con esta gema, como el griego Simón Montarides, que tras regalarselo a su esposa, la mató de una puñalada y perdió el trono, o la familia McLean, que la compró en 1958 a un comerciante estadounidense, que cuando se enteró del pasado de la joya la donó al Institución Smithsoniana y allí sigue a día de hoy, siendo la joya más visitada.
El rey Luis XIV al enterarse de la tragica muerte del vendedor de gemas al que se la compró, decidió guardarla en un joyero y dos años después al hacer el inventario de la corte el diamante volvió a aparecer y Luis XIV decidió regalarselo a Madame de Montespan, poco después de este regalo caería en desgracia y en la ruina más absoluta en un convento en 1707.
Otras dos reinas se apoderaron del diamante, una Catalina la grande, que se dice que incluso en su funeral la lucia colgada de su cuello. La otra Maria Antonieta, esposa de Luis XIV, que después de portarla, siendo una de sus joyas favoritas, perdió la cabeza poco después, y desde los años de la revolución no se sabe nada de él.
Pero ya en 1824 la piedra aparece y llega a formar parte de la colección de gems de Henry Philip Hope y después de que la familia entrara en disputa por la ansiada joya, llegó finalmente a las manos de Thomas Hope. En 1851 la Gran Exposición de Londres la exihibió y luego llegaría el turno de la Exposio¡ción Universal de París. Los descendientes se fueron apoderando de ella hasta que un joyero inglés la compró.
Luego fue comprada por otro joyero que se obsesionó tanto con la joya que terminó suicidandose.
La pieza fue adquirida por el principe ruso Iván Kanitoisski, se la regaló a una vedete parisina que cortejaba y murió asesinada a los pocos días. Hubo más fallecimientos relacionados con esta gema, como el griego Simón Montarides, que tras regalarselo a su esposa, la mató de una puñalada y perdió el trono, o la familia McLean, que la compró en 1958 a un comerciante estadounidense, que cuando se enteró del pasado de la joya la donó al Institución Smithsoniana y allí sigue a día de hoy, siendo la joya más visitada.
LA PIEDRA ORLOV
Shafras, un armenio, la adquiere en 1767 y lo guarda en el banco de Ansterdam hasta 1771. Luego fue comprada por el principe por el príncipe Georgorio Orlov en 1734 por cerca de 450.000 dólares de la época. Orlov fue amante de Catalina la grande, que tenía la esperanza de que lo aceptara como esposo y compró la piedra para regalarsela y poder conquistarla definitivamente. Orlov cayó en la más absoluta desgracia. Catalina lo cambió por Gregorio Potemkin, militar y político en la corte, mientras que Orlov se hechó a la bebida, tuvo demencia y murió después de 10 años de locura. Sin embargo, Catalina la grande, decidió no lucir la joya, porque yas pensaba que estaba maldita, pero a pesar de eso, la mandó a engarzar en un cetro real, pero tampoco lo utilizó. Esta joya se conserva en la Armería de Kremlin de la capital Rusa.
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