Hay muchos otros testimonios extraordinarios de seres
extraterrestres en la Tierra, como por ejemplo las figuras pintadas en
Tassili, reproduciendo lo que parecen seres y naves de fuera de la
Tierra, raptando a mujeres, y en otras actitudes.
Pero además de estos valiosos escritos, existen otras
fuentes, como por ejemplo las que recoge en su libro “En busca de la
Edad de Oro” el investigador Javier Sierra, de la mano deRobert Bauval:
“Robert Bauval me remitió a otros documentos egipcios mucho
más antiguos que los escritos de Manetón, para ayudarme a centrar el
problema. Esos documentos son los ya célebres Textos de las Pirámides,
hallados en monumentos de ese tipo de la V y VI dinastías, o en los
menos conocidos Textos de la Construcción*, esculpidos a lo largo de los
muros de los templos de Edfu y Dendera. En ellos, según Bauval, se
encierra la pieza clave para entender quiénes fueron los verdaderos
fundadores de Egipto”.
[* Textos de la Construcción: En el Templo de Edfu están
grabados los Textos de la Construcción. En éstos se habla de unos
constructores conocidos con el nombre de los Siete Sabios, procedentes
de una isla arrasada por las aguas. Estos sabios fundaron una hermandad
secreta (Shemsu-Hor), con el objetivo de preservar, generación tras
generación, algunos de los conocimientos matemáticos y astronómicos más
relevantes].
Por último, también tenemos La Biblia o Sagradas Escrituras
como documento histórico que habla también de unos dioses que bajaron a
la Tierra y de sus descendientes gigantes, llamados también “héroes de
renombre”. También la Biblia relata acerca de una longevidad primitiva,
sobre todo en la época antediluviana. En su primer libro, Génesis, se
revela por ejemplo que Noé vivió 950 años. Enós vivió 905 años. Cainán
vivió 910 años. Mahalaleel vivió 895 años, y así un largo etcétera.
¿Años convertidos en Meses?
Algunos autores oficialistas han intentado explicar por qué
los historiadores egipcios y los documentos encontrados hablaban de
unos reyes antiguos tan longevos y de la existencia de unos seres
considerados como dioses y semidioses. Según esta visión, los años en
realidad serían meses, y todo lo referido a los dioses debía
considerarse como simple mitología. Esa sería la única manera en la que
podría explicarse el enigma de las “Cronologías Imposibles”. Pero este
tipo de cómputo por meses no cuadra, porque entonces surgirían varios
interrogantes:
1.- Si todos los historiadores y documentos
antiguos, (piedras, estelas, papiros, etc…) a partir de la primera
dinastía oficial de Menes, y siguiendo con las dinastías del Imperio
Antiguo, Imperio Medio e Imperio Nuevo, contabilizan siempre los años
como años y nunca como meses, ¿Por qué hay que considerar que los años
se convierten en meses desde Menes hacia atrás en el tiempo?
2.- Dado el dominio magistral de las ciencias y los
avanzados conocimientos celestes y astronómicos (en la antigüedad
astronomía y astrología eran lo mismo) que tenían los egipcios, ¿cómo
podrían confundir, o interpretar, un ciclo anual celeste con todas sus
características, estaciones del año, paso de las constelaciones,
solsticios, etc…, con un ciclo mensual?
Para cualquier astrólogo y astrónomo de hoy en día, esa
explicación sería un disparate absolutamente espectacular. Se nos hace
del todo imposible imaginar que los eruditos de Egipto pudiesen cometer
semejante equivocación, antes al contrario, acusar de tal proceder viene
a ser poco menos que un insulto para los conocimientos de los moradores
de las riberas del río Nilo. La conclusión, evidente, es que un ciclo
astronómico anual para los egipcios siempre fue de 1 año natural y nunca
de 1 mes.
El mismo cómputo del tiempo sirvió para medir los reinados
de los faraones humanos y el de los Reyes Dioses. Precisamente el
movimiento y la vida de la bóveda celeste constituían para los egipcios
la base de su religión, a la que confiaban sus almas, y respetar dichos
ciclos cronológicos y celestes era algo absolutamente sagrado e
imprescindible.
3.- La Historia y Ciencia oficiales han intentado
interpretar los años como meses porque no les cuadran las cuentas. Se
han inventado un cómputo de tiempo hecho a nuestra medida, a la de los
seres humanos en la actualidad.
Pero la contabilidad cronológica egipcia o babilónica iba
por otro camino. Hemos visto ya, por ejemplo cuando hemos citado el
Papiro de Turín, que los reinados de los Reyes se medía minuciosamente
en años, meses y hasta en días. Luego entonces no hay justificación
ninguna como para poder interpretar o confundir los años con los meses,
ni los meses con los días.
¿Quiénes eran Los Akhu?
Algunas de las familias de Semidioses que reinaron en
Egipto son denominadas “Akhu” o Espíritus. Akhu deriva de la raíz Akh,
que significa luz, fulgor o brillo. Se puede traducir como espíritu
transformado, espíritu luminoso, ser desarrollado o evolucionado, ser
transfigurado, ser sobrenatural, etc… El Akhu tenía la cualidad de que
podía dar a su ser cualquier forma que deseara. Un ser o espíritu se
transfiguraba para intervenir en el mundo físico de la Tierra.
El Akhu se representaba como “un pájaro”, pero ante las
personas se aparecía como si fuera un fantasma. Eran seres que podían
intervenir tanto en el plano físico como en el plano invisible.
Cronologías imposibles en todo el mundo
Pero no sólo fueron los egipcios o babilonios, también los
persas, hindúes, griegos, etc…, todos los pueblos antiguos escribieron
acerca de una civilización de dioses y semidioses, y acerca de la gran
longevidad de los primeros habitantes de la Tierra. ¿Todos los registros
del mundo hablaban de dioses porque sí, y tenían los mismos errores de
computación del tiempo, referenciando a unos reyes tan longevos? ¿De
dónde podrían venir tales tradiciones sino del hecho mismo de que esos
dioses existieron realmente, y que los habitantes de aquella época
remota antediluviana vivían ciertamente muy largo tiempo?
¿Todo lo presentado aquí es simplemente la fabulación
mitológica de los antiguos? Desde luego que no. Porque si por el
contrario optamos por aceptar la versión de la ciencia oficial actual,
entonces sí que tenemos que prepararnos para encontrar una explicación
mucho más fantasiosa y manipulada, a la vez que contradictoria.
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