El concepto de Ouija es bastante simple: haz preguntas al aire y espera a que movimientos involuntarios de tus manos apunten hacia la respuesta en un tablero. La espeluznante noción de no saber conscientemente hacia donde señalarán tus manos, o por qué, ha fascinado a los entusiastas de lo paranormal por años, y todo gracias a un hombre: Elijah Bond.
Bond patentó lo que fueron los primeros «tableros parlantes» vendidos en el mundo. Bajo la marca registrada Ouija, capturó inmediatamente la imaginación de la gente con el discurso que servía para contactar con seres fallecidos y demás espíritus. Teniendo este concepto en mente, una lápida que tenga grabado el tablero Ouija en una de sus caras debería ser bastante precisa, sobre todo si consideramos la distancia a la que se encuentran los restos mortales del difunto. Esta última descripción se corresponde con la propia lápida de Bond… aunque no siempre fue así.
En una ironía del destino, el hombre responsable por dar a conocer al público en general esta presunta «herramienta» para comunicarse con los no vivos, fue sepultado en una tumba sin marcar en abril de 1921.
No fue hasta el año 2007 cuando Robert Murch, un coleccionista de tableros Ouija experto en el tema, logró encontrar la tumba de Elijah Bond para brindarle el merecido tributo por su invención. Según Murch, esta ardua tarea le demandó 15 años de su vida, hasta que pudo localizar la sepultura en el Cementerio Green Mount en Baltimore, Maryland.
Con la ayuda de voluntarios y donaciones privadas, se juntaron los fondos suficientes para mandar a hacer una lápida memorable grabada con el nombre, epitafio y fechas tradicionales de un lado, y una réplica del tablero Ouija del otro.
En la actualidad, la tumba es un destino popular para los fans nostálgicos y gente interesada en lo sobrenatural. Después de años de descansar en la anónima oscuridad, de alguna forma macabra, Elijah Bond se comunica con sus visitantes.
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