Muchas mujeres a lo largo de la historia han sido acusadas de brujería y sometidas a tortura hasta que han confesado lo que sus acusadores querían. En muchos casos eran víctimas de la envidia, estaban afectadas por algún tipo de enfermedad mental o simplemente se resistían a someterse a las absurdas leyes y costumbres de su época.
Walpurga Hausmännin era una anciana viuda que trabajaba como partera en la ciudad de Dillingen en Alemania. Se cree que debió nacer hacia 1510 y llevaba 19 años trabajando como partera cuando fue acusada de brujería, asesinato de niños y vampirismo y quemada en la hoguera en 1587.
Durante el inicio de la Edad Moderna, en Europa Central, se dio un fenómeno conocido como Caza de Brujas que llevó a la pira a numerosas personas, especialmente mujeres, acusadas de brujería y a las que se hizo confesar mediante tortura. El caso de Walpurga Hausmännin es uno de ellos. Lo que lo hace diferente es que debido a las atroces torturas, la mujer confesó auténticas barbaridades y uno de los que asistieron a la confesión filtró lo que la mujer había dicho. La historia fue publicada en varias publicaciones de la época y se hizo famosa.
Brujería
Walpurga Hausmännin fue denunciada como bruja, posiblemente por alguno de sus vecinos. Este hecho no era extraordinario si se tiene en cuenta que en la época era muy frecuente que los bebés y las madres murieran durante el parto y se echara la culpa de lo ocurrido a la partera. Además estas mujeres solían tener conocimientos sobre las hierbas y sus propiedades curativas lo que las hacía aún más sospechosas de estar en relación con fuerzas oscuras.Sexo con el demonio
Tras la detención fue torturada y confesó que al quedar viuda hacía más de 31 años había contratado a un vecino para las labores del campo y había quedado con él por la noche para mantener relaciones sexuales. Apareció el labriego, yacieron juntos, y no fue hasta el final que se dio cuenta de que el lugar de un pie tenía una pezuña. No era su vecino, sino un demonio con la fisonomía y la ropa de éste. Dijo el nombre de Jesús y el diablo huyó. A pesar de saber que había cometido un gran pecado y querer enmendarse, no pudo resistirse y al día siguiente y los sucesivos volvió a pecar.El demonio a cambio de librarla de la pobreza le hizo firmar un contrato y le hizo una marca en la espalda. Le dio un ungüento para matar a personas, animales y plantas. Debía cobrarse cuantas más víctimas mejor. Explicó que había sido obligada a negar a Jesús tras una gran paliza que le propinó belcebú y a participar en comidas en las que se bebía vino y se comían niños fritos. Aunque, eso sí, sin sal.
Infanticidio y vampirismo
Confesó haber matado por lo menos a 40 niños recién nacidos sin bautizar y haber chupado la sangre de varios de ellos. Los mataba con el ungüento que le había facilitado el diablo. También dijo haber desenterrado a los niños y utilizado sus huesos y cabello para confeccionar pociones mágicas con las que hacer más daño aún, como por ejemplo, producir granizadas que dañasen las cosechas. Se autoinculpó de la muerte de esos 40 niños, de 5 adultos y de gran cantidad de animales, entre ellos vacas, cabras, ovejas, gallinas y patos, especialmente.El final de Walpurga Hausmännin
A medida que la iban torturando, la anciana mujer añadía nuevos episodios y tropelías a la historia que explicaba. Como había acudido a misa durante esos 30 años le preguntaron que hacía con la sagrada forma. Ella dijo que no la tragaba y que se la llevaba al diablo, que dijo que se llamaba Federlin, para que la profanasen. Al leer las declaraciones de Walpurga Hausmännin se ve claramente como va inventando las respuestas a medida que aumentan los interrogatorios e incluso en muchas ocasiones se contradice.Finalmente, Walpurga Hausmännin fue condenada a la hoguera por brujería y asesinato, pero antes de morir fue paseada por todo el pueblo y sometida a atroces torturas en varios lugares públicos. La quemaron con planchas, la descarnaron y le cortaron la mano con la que había realizado su juramento como partera antes de destriparla. Después de todo esto la arrojaron a la pira, lo que se me antoja que, si aún estaba viva, debió ser una liberación.
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