hoy os voy ha hablar de
Raynham Hall en Norfolk, este es uno de los lugares encantados más
famosos del mundo: allí se logró en 1936 capturar con una cámara
fotográfica la imagen del fantasma que habitaba la mansión. Este
fantasma es muy conocido por el nombre de La Dama de Marrón, porque se
aparece vestida con un traje de ese color, era en realidad una
desdichada mujer cuyo marido encerró en un cuarto hasta su muerte. La
Dama de marrón parece ser inofensiva, el único detalle es que tiene la
cuenca de los ojos vacía, lo que no deja de ser inquietante para quien
decida pasar la noche en Raynham Hall.
Toda esta leyenda comienza a partir del 19 de septiembre de 1936, los
fotógrafos Indre Shira y Provand, visitan la mansión Raynham Hall, en el
condado de Norfolk (Inglaterra), para realizar un reportaje fotográfico
de la villa encargado por la revista Country Live. Mientras van
realizando tomas de distintos lugares de la mansión bromean sobre las
antiguas leyendas que hablan de los fantasmas de ésta casa, sin saber
que están a punto de tomar la fotografía paranormal quizás más famosa de
la historia. Poco o ningún interés tenían en cerciorarse si existían o
no los fantasmas, como tampoco acudían allí para perseguirlos y dar fe
que realmente existían. Como auténticos profesionales, se limitaron a
realizar su tarea prioritaria: fotografiar tanto los exteriores como los
interiores de Raynham Hall para la revista “Country Life”, centrándose
en el interés arquitectónico e interiorista de la mansión del siglo
XVII.
Hacia
las 16h00, se encontraban ambos terminando la ronda fotográfica de los
pisos superiores, fijándose en la emblemática y majestuosa escalera de
roble que unía la planta baja a la planta noble. El Capitán Provand se
preparaba para hacer la foto con la cámara junto con Indra Shira,
sosteniendo éste el flash con el brazo alzado, en el último escalón
inferior del tramo. De pronto, Shira se sobresaltó:
-¡Dios mío! Provand…. ¡allí hay algo!
Provand no lo entendió y pensó que hablaba de la belleza de aquella
escalera y, haciendo caso omiso a la advertencia, colocó el ángulo de
tiro listo para el disparo.
Shira afirmaría
posteriormente haber visto una forma etérea bajar por aquella suntuosa
escalera de roble, dirigiéndose hacia ellos; pensó, de buenas a
primeras, que se debía tratar de alguna broma pesada, pero aquello no
podía ser, teniendo en cuenta el inmenso respeto que se tenía a la
leyenda de los fantasmas de Raynham Hall.
Aseguraría que aquella forma etérea flotaba a escasos centímetros de los
escalones y que se dirigió hacia ellos, convenciéndose de que aquello
no podía ser otra cosa que un espíritu…
Por reflejo profesional, Shira apretó el obturador del flash cuando
aquel espíritu flotante estaba a mitad de camino de ellos, y luego le
entró la risa nerviosa. Provand sacó la cabeza de debajo del manto de la
cámara para mirar a su alrededor, y se extrañó de que Shira hubiese
disparado el flash sin esperar a su señal. Provand no había visto nada
de nada en el objetivo de la cámara… nada más que la escalera.
-¡No
lo creerás, Provand, pero en la cámara tienes la fotografía del
fantasma de Raynham Hall! espetó Shira, sin dejar de reirse
nerviosamente.
Provand se convenció que su socio había momentáneamente perdido la
cabeza por culpa del silencio y del lúgubre ambiente del caserón. Pero
una vez en el coche y de vuelta a Londres, Shira le apostó cinco libras
de que, cuando se revelase la foto, no solo se vería la escalera.
Para acabar con la tontería de su socio, Provand no esperó al día
siguiente para ir al laboratorio. Decidieron ambos abrir las oficinas,
aún pasada la hora del cierre, y revelar las placas para así dar por
terminada la apuesta y embolsarse las 5 libras de Shira.
Shira buscó a una tercera persona, un testigo presencial para que viera
con sus propios ojos la evolución del revelado. Echaron mano de un
contable que, en ese momento, iba a marcharse; mediante un par de libras
e insistentes ruegos, el contable aceptó el papel de testigo y
contempló cómo la placa era colocada en la solución fijadora
directamente desde la cámara.
El contable en cuestión aseguraría posteriormente: “Si no hubiese visto
toda la operación desde un principio, jamás lo hubiera creído!”
Ante los asombrados ojos de los tres hombres, fue apareciendo lentamente
la escalera de Raynham Hall y… en la misma fotografía, una figura alta,
etérea de una mujer vestida con ropas blancas y largas, sin facciones
discernibles, aunque se podía apreciar que era una fémina de unos
treinta años. Sus ropajes parecían ser un manto nupcial y una especie de
capucha en la cabeza.
La famosa fotografía, junto con la narración de los hechos
protagonizados por Shira y Provand, fue publicada el 6 de diciembre de
1936 en el “Country Life”, y poco después en la revista norteamericana
“Reader’s Digest”, no sin antes ser debidamente examinada por expertos,
quienes aseguraron que la fotografía no había sido manipulada y que, por
tanto, no se trataba de un fraude.
Subsistía, sin embargo, una pregunta inquietante: ¿Quién era el fantasma que bajaba por aquella espléndida escalera de roble?
El espectro que pudieron observar los fotógrafos presuntamente
correspondería a la señora Dorothy Walpole, hermana de sir Robert
Walpole, considerado primer ministro de Inglaterra, que nació en 1686 y
falleció en 1726.
Tras la muerte de Dorothy comenzaron a sucederse incidentes de
naturaleza inexplicable en la mansión inglesa. Dueño y empleados de la
villa, como el señor Tosland, Loftus o Harway, vivieron aterrados ante
las apariciones de una joven. Una situación que llegó a provocar varias
investigaciones policiales.
En los atestados que se realizaron tras las pesquisas quedaron
registrados los testimonios. Descripciones que siempre coincidían en la
vestimenta que portaba el espectro: ropas de tonalidades marrones. Y lo
que es más sorprendente: todos los testigos afirmaban que se traba de
Dorothy Walpole.
Durante el pasado siglo las apariciones de la “dama marrón” de Raynham
Hall han disminuido, pero a pesar de ello los fenómenos continúan
sucediéndose: extraños acontecimientos que tienen como aval la
fotografía fantasmal más popular de la parapsicología y en la que a día
de hoy, ningún análisis ha podido detectar fraude alguno.
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