El escritor francés Julio Verne (1828-1905), gracias a sus
visionarias y documentadas novelas de aventuras como “Viaje al centro de
la tierra”, “20 mil leguas de viaje submarino” o “La vuelta al mundo en
80 días”, es considerado uno de los padres de la ciencia ficción. El
autor que fue condecorado por el gobierno de su país con la Legión de
Honor por sus aportes a la ciencia y la educación, y que en la
actualidad es uno de los escritores más traducidos en el mundo, deseaba
hacer accesibles a sus lectores los revolucionarios conocimientos
científicos y sus admirables aplicaciones técnicas, soñando que con ello
se aceleraría el progreso y la liberación de la Humanidad.
Por ello, su prodigiosa imaginación y su gran mente
analítica lo llevaron a incluir en sus libros y artículos una serie de
increíbles vaticinios que aún siguen cumpliéndose en la actualidad,
asombrosos hallazgos científicos e inventos y sucesos que asombrarían al
mundo mucho tiempo después de su muerte. Las siguientes son algunas de
las anticipaciones que jalonan la imperecedera obra de Julio Verne:
1) Futuros descubrimientos y eventos históricos:
En su obra “Cinco semanas en globo” Julio Verne describe el
descubrimiento de las fuentes del río Nilo, un hecho que más tarde
sería realizado por los exploradores británicos Richard F. Burton y John
H. Speke.
En “20 mil leguas de viaje submarino y “las aventuras del
capitán Hatteras”, en tanto, habla de la conquista de los polos, hecho
que se conseguiría en 1911 (Polo Sur) y 1948 (Polo Norte), mientras que
“Los quinientos millones de la Begún” anuncia los gobiernos totalitarios
que se instalarían en algunos países de Europa y Asia durante el siglo
XX.
2) El viaje espacial y la llegada del hombre a la luna:
En 1865 Julio Verne publicó la novela “De la Tierra a la
Luna”, que anticipó detalles de lo que 113 años después sería la primera
misión espacial tripulada a nuestro satélite natural (Misión Apolo XI).
En la obra de Verne, tres astronautas –tal como en la realidad-
viajaban en un proyectil llamado “Columbiad” (el módulo de la “Apolo” se
llamaba “Columbia”) que despegaba desde Tampa, Florida, apenas a un
centenar de kilómetros del Centro Espacial John F. Kennedy, en Cabo
Cañaveral, en el mismo estado norteamericano.
Las increíbles coincidencias entre ficción y realidad
continúan. La forma y dimensiones de la nave ficticia y la real son casi
idénticas, igual que la velocidad y el tiempo que las dos naves tardan
en alcanzar la Luna, donde aterrizan en ambos casos en la región
conocida como Mar de la Tranquilidad. El exitoso regreso de las dos
tripulaciones, en tanto, se produce con un amerizaje en la misma zona
del Océano Pacífico.
En “De la Tierra a la Luna” el autor francés no sólo habla
de viajes espaciales sino que también de naves impulsadas por la luz.
Curiosamente, la NASA lanzó hace poco el NanoSail-D, un pequeño satélite
con una vela solar, usada de manera alternativa o complementaria a un
motor de combustión, mientras que Japón ha lanzado híbridos solares que
bajo sistemas de propulsión usan motores propulsados por hidrógeno
aplicables a naves y transportes.
En el mismo libro, Verne describió la cápsula que va sobre
los cohetes espaciales, y que permiten a los astronautas viajar al
espacio. Verne se refirió además a los “proyectiles” que se podrían usar
para llevar a los pasajeros a la Luna, como si fuera una gran arma que
disparaba a los viajeros al espacio, rompiendo con la gravedad de la
Tierra, en una escena no demasiado alejada de lo que hace un cohete.
3) El submarino eléctrico:
En su famosa obra “Veinte mil leguas de viaje submarino”
(1869), Julio Verne describía al célebre “Nautilus”, un submarino
verdaderamente autónomo que recorría los mares gracias a la
electricidad. Según el Capitán Nemo, el capitán del “Nautilus”, la
electricidad es “un agente poderoso, obediente, rápido, fácil, que se
conforma con todo uso y reina a bordo de mi nave”.
El “Nautilus”.
Lo asombroso de esta nave de ficción es que no era tan
diferente a los submarinos actuales, excepto por las habitaciones de
lujo que contenía adentro. Aunque la novela de Verne fue publicada en
1870, el primer submarino completamente eléctrico apareció en 1884 (“El
Peral”, construido por la Armada Española).
Además de vaticinar la existencia de modernos submarinos
autónomos que explotaban los fondos abisales del mar, Verne describe
también en esta obra unos trajes de buceo individuales que no existirían
como tal, en ninguno de los dos casos, hasta finales de la Segunda
Guerra Mundial. Verne, finalmente, en este libro se imagina al océano
como una gran despensa natural donde el hombre podía no solo proveerse
de pescado sino de todo tipo de vegetales, incluyendo algas, para su
consumo.
4) Armas eléctricas y armas de destrucción masiva:
En el mismo libro “20 mil leguas de viaje submarino” Julio
Verne describe que en la nave del capitán Nemo se usaban armas que
usaban electroshock, cuyos primeros dispositivos comenzaron a ser
desarrollados recién en 1969. En esta obra se describe a las balas de
esta arma como “contenedores eléctricos” o “botellas de Leyden”
(dispositivo eléctrico realizado con una botella de vidrio que permite
almacenar cargas eléctricas), en las que “la electricidad es forzada a
una muy alta tensión. Con el más pequeño toque se descargan, y el
animal, sin importar lo fuerte que sea, cae muerto”.
En su obra “Ante la bandera”, novela publicada por el
escritor francés Verne en 1896, se narran por su parte las peripecias de
un científico que crea una poderosísima arma: el fulgurador Roch, que
para algunos es una clara alusión al arma más destructiva del siglo XX:
la temida bomba atómica.
5) Los noticiarios y las videoconferencias:
En un artículo de periódico publicado en 1889, Julio Verne
describió el futuro de los diarios “en el año 2889″. Según el autor
galo, “en lugar de estar impreso, el “Earth Chronicle” es hablado cada
mañana a los suscriptores, que conocen las noticias del día a través de
conversaciones con reporteros, estadistas y científicos”. La primera
transmisión de noticias por radio, por cierto, no ocurrió hasta 1920, y
la primera en televisión en 1948.
En la misma columna, Verne también describió el llamado
“fonotelefoto”, un sistema descrito que permitía “la transmisión de
imágenes por espejos sensibles conectados con cables”. El fonotelefoto
es una de las primeras referencias a la tecnología que hoy conocemos
como videollamadas o videoconferencias.
6) Publicidad en el aire:
En la columna de periódico “En el año 2889″, Verne también
describió lo que llamó “publicidad atmosférica”, lo que se podría
entender hoy como los mensajes que se escriben en el cielo usando
aviones. Uno de los padres de la ciencia ficción escribió que “todo el
mundo ha notado esos enormes avisos reflejados en las nubes, tan grandes
que se podrían ver desde la población de ciudades completas o incluso
países”.
7) El helicóptero:
En la novela “Robur el Conquistador” (1886), Julio Verne
describe una embarcación llamada “Albatros”, con muchos mástiles, sobre
los cuales hay hélices, que giran gracias a una ingeniosa maquinaria
interna. Muchos, por descontado, han visto en esta descripción al
helicóptero moderno.
8)Los rascacielos, la silla eléctrica e Internet:
En 1863 Julio Verne escribió “París en el siglo XX”,
considerada por sus biógrafos como su “novela perdida”, ya que se
mantuvo oculta durante más de ciento treinta años y fue uno de los pocos
textos que el escritor francés no llegó a ver publicados en vida, ya
que su principal editor, Pierre Jules Hetzel, la rechazó por ser
“demasiado pesimista” y no fue impresa hasta 1994.
Esta novela describía la vida de un joven que vivía en una
sociedad masificada y dominada por banqueros, funcionarios y
tecnócratas, donde la población vivía en grandes rascacielos de cristal y
usaba trenes de alta velocidad, pero ignoraba las grandes obras
literarias y la música clásica y, en los programas educativos, las
humanidades (incluyendo el estudio del latín y el griego) eran
suprimidas en beneficio de las disciplinas científicas.
Además de los rascacielos de vidrio y los trenes de alta
velocidad, Verne habla de la existencia de automóviles movidos por
motores de gasolina de combustión interna, calculadoras e incluso de la
silla eléctrica (Según Verne, los criminales eran “ejecutados mediante
cargas eléctricas”). Además, describe una red mundial de comunicaciones,
una “red de telegrafía mundial”, que si lo extrapolamos a la actualidad
podría parecerse a Internet.
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