1. El sacerdote cazador de la Abadía de Melrose
El “Hunderprest” o cura cazador era el sobrenombre que le fue dado a un cura que profesó en la Abadía de Melrose en el siglo XII. Esta abadía se localizaba en las tierras fronterizas de Escocia y
la historia de este cura se data en algún momento alrededor del año
1138. Durante su vida, este cura no fue una persona piadosa y bondadosa,
recibiendo el apelativo de “cura perro o cura cazador” por ser la caza a
caballo con una jauría de perros una de sus aficiones favoritas. Cuando
falleció fueron muchos los casos que refirieron cómo se aparecía a los
vecinos, bebía la sangre de inocentes y podía transformarse en
murciélago.
En un primer momento los monjes de la abadía de Melrose le dejaron estar en su entorno, pero cuando el cura comenzó a solicitar sexo a su amante, los monjes y sacerdotes se decidieron acabar con él. Para ello, todos juntos esperaron a que saliese de su tumba a medianoche, le propinaron un golpe con un hacha en la cabeza, lo incineraron y aventaron sus cenizas, dando fin a su cruel reinado de terror. Algunas leyendas señalan que aún se aparece por la zona.
2. Jure Grando
Jure Grando es otro de esos vampiros históricos cuyo
caso se destaca por el primero de la Historia en el que se utilizó
oficialmente la palabra “vampiro” aplicada a una persona. Este hombre fue un campesino de Istria, Croacia, que falleció en el año 1656. Los aldeanos de la zona fueron aterrorizados durante 16 años después de su muerte por este hombre, al que llamaban “strigon”,
el nombre local de “vampiro”. Según los testimonios de la gente
recogidos en los documentos oficiales de la época, Jure se paseaba por
el pueblo de noche y solía golpear las puertas de alguna casa.
Desgraciadamente, en la casa en la que él llamaba, moría alguien.
Además, solía volver a su casa a solicitar relaciones sexuales a su
viuda.
Llenos de terror y cansados por la
situación causada por este muerto viviente, los aldeanos se reunieron
con un sacerdote y salieron a su encuentro para enfrentarse a él. El
sacerdote consiguió arrinconarlo y hacer que huyera a su tumba con una
cruz. Algunos aldeanos lo persiguieron hasta allí, lo desenterraron y lo
decapitaron. Jure no volvió a molestarlos.
Cuando se piensa en los vampiros, siempre tendemos a pensar en los vampiros de ficción o en el “vampiro” histórico más famoso, Vlad Tepes III o el Vlad el Empalador.
Sin embargo, en la documentación de archivos históricos los
investigadores han encontrado curiosas y sorprendentes historias sobre
vampiros reales, casos de personas que volvieron a la vida aterrorizando
a sus vecinos, atacándoles y alimentándose de su sangre. Te contamos la
historia de 6 vampiros históricos que te darán escalofríos.
Quizá esta es una de las mujeres vampiro más conocidas de la Historia y una de las más siniestras, pues mientras un personaje histórico como Vlad no fue un vampiro, la leyenda de Elizabeth Bathory
describe un personaje que sí se puede considerar un vampiro, esto es,
una persona que se alimenta de sangre y la concibe como fuente de vida y
juventud. Bathory fue una condesa húngara del siglo XVI. Una mujer que
disfrutaba aplicando las más crueles torturas a los aldeanos que vivían
en sus tierras.
Su fama como vampiresa comenzó cuando saltaron los rumores de que solía bañarse en la sangre de jóvenes doncellas. Un práctica que llevaba a cabo para mantenerse joven y que los historiadores consideran que entra en el ámbito de la leyenda. Sea como fuere, Elizabeth Bathory fue emparedada en su castillo, dejándola encerrada con un espacio suficiente como para poder respirar y alimentarse. Murió pocos años después.
4. Peter Plogojowitz
Peter Plogojowitz vivió en la Serbia del siglo XVIII y
sembró el terror durante 10 semanas después de su muerte. En ese
período de tiempo fallecieron de repente 9 personas del pueblo en el que
vivía. Todos de una extraña enfermedad y declarando antes de morir que
habían soñado con Plogojowitz y cómo éste les estrangulaba. Su propio
hijo falleció de la misma enfermedad, habiendo comentando tres días
antes de morir cómo había sido visitado por su padre muerto. También su
viuda señaló que su esposo muerto la había venido a ver una noche y le
había pedido un par de zapatos.
Fue tal el miedo que se llamó al ejército,
desenterrándose el cadáver de Plogojowitz. La sorpresa fue mayúscula
cuando se comprobó que el muerto respiraba y tenía los ojos abiertos. Se
procedió a clavarle una estaca en el corazón y a quemar su cuerpo. Tras esta intervención, las extrañas muertes y sueños cesaron.
5. Los vampiros de Nueva Inglaterra
No existen muchos relatos sobre vampiros históricos
en América, pero uno de los más sorprendentes es el del descubrimiento
en 1990 de una tumba en Griswold, Connecticut. La tumba contenía los
cuerpos de varios granjeros del siglo XVIII. Nada fuera de lo normal,
salvo que uno de ellos había sido decapitado y su esqueleto reorganizado
formando la conocida Jolly Roger, esto es, la calavera cruzada por dos huesos. Un caso que iba más allá de un robo o una profanación.
En la misma época también tuvieron lugar casos como el de la próxima ciudad de Jewett, localidad en la que se exhumaron y quemaron 29 cuerpos o el caso de la pequeña Merced de Brown. Esta niña se suponía que había muerto de tuberculosis aunque no fue así. Tras su muerte, el resto de la familia de la pequeña comenzó a enfermar y morir. Tal fue la magnitud del caso que se procedió a desenterrar a la niña. El cadáver de Merced no estaba corrompido y se procedió a quemarlo sospechando fuese una vampira.
6. El Vampiro de Croglin Grange
Este espeluznante caso tuvo lugar en Cumbria, Inglaterra, en el siglo XIX. Todo comenzó cuando la familia Cranwell se mudó a Groglin Range. Una noche, Lady Cranwell
se dio cuenta de que en el jardín de la casa había unas extrañas luces.
Una luces que se encontraban justo frente a la ventana de su habitación
y que la llevaron a levantarse de su cama y acercarse a ellas. Cuando
se aproximó comprobó que no eran luces sino dos ojos brillantes. Presa
de pánico, Lady Cranwell apenas tuvo tiempo de huir. Una mano en
descomposición la agarró con fuerza y ella sólo pudo gritar. Sus
hermanos acudieron prestos al oírla gritar y se quedaron horrorizados al
verla en el suelo y sangrando abundantemente del cuello. A la vez que
entraban en la habitación de su hermana, una figura con forma de gato
escapaba por la ventana.
Un tiempo después del ataque, los hermanos volvieron a la casa y Lady Cranwell ocupó de nuevo su habitación a fin de actuar como señuelo para atrapar a su atacante. Esa noche, el vampiro trató de entrar por la ventana, pero le esperaban los hermanos armados con pistolas. Consiguieron herirle y el vampiro escapó de nuevo, aunque esta vez los hermanos le siguieron hasta el una cripta abierta del cementerio. En su interior se halló un cadáver putrefacto y con una herida de bala reciente. Siguiendo el método establecido, se procedió a su quema.
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