Esta raza de tradición nómada, era en la antigüedad temida por sus frecuentes saqueos. Tenían por costumbre enterrar a algunos de sus muertos en pirámides y se les tiene por los responsables del levantamiento de varios monumentos megalíticos diseminados por la costa norteafricana.
Como dato curioso diremos que este pueblo juega un gran papel en la última novela publicada en vida del visionario escritor Julio Verne en la que el protagonista tiene la pretensión de crear un mar en mitad del desierto del Sáhara para crear así tierras de cultivo.
En sus leyendas cuentan como Tin-Hinan estaba emparentada con unos hombres de tremenda estatura, cabellos claros y ojos rasgados que procedían de la constelación de Orión.
Y según las transcripciones del traductor Calassanti que convivió con este pueblo y tomó registro escrito de sus relatos, la princesa poseía capacidades sobrehumanas y hablaba de una gran inundación que acabó con su cultura. También era capaz de establecer comunicación con los dioses a voluntad.
Otros relatos cuentan como esta figura llegó a las tierras donde se estableció y fundó su reino montando una camella blanca con su séquito de esclavos en un viaje de más de 1.000 kilómetros a través de las adversidades del desierto.
En el año 1925 se encontró el lugar donde fue enterrada la matriarca de los Tuareg, un lugar que habían mantenido en secreto durante 16 siglos. La monumental tumba fue abierta y en su interior se encontró el cuerpo de una mujer con una altura de casi 2 metros. Parecía haber sido enterrada con honores, en una cámara mortuoria de gran tamaño con un ajuar de más de 600 objetos de valor.
El monumento funerario se encuentra sobre un túmulo en una colina cerca al oasis de Abalesca y constituye el punto central de una necrópolis que cuenta con 12 tumbas más con forma de pequeñas torres. Todo situado a escasos 250 kilómetros de la cordillera de Tassili, famosa por dar cobijo a unas de las pinturas prehistóricas más enigmáticas de las que tenemos constancia entre las que se incluyen representaciones pictóricas de extrañas y sugerentes figuras humanoides que no parecen encajar en el marco de la historia oficial.
El monumento funerario de Tin-Hinan se compone de 11 salas conectadas entre ellas con una única entrada. Es bajo una de estas salas donde se hallaron los restos de la princesa. En el momento de su descubrimiento, el recinto estaba delimitado por un muro cuyas piedras eran tan voluminosas que se planteó el enigma de la imposibilidad de desplazar los bloques a lo alto del túmulo.
Si la leyenda de la Atlántida fue real, ¿podría haberse dado una diáspora de los supervivientes de otra raza tras la destrucción de su tierra por todo el planeta? Tal vez, un indicio de esto fueran todas las construcciones megalíticas dispersadas alrededor del mundo.
Concluimos con la descripción que hace el pueblo Tuareg de su querida princesa en los relatos:
‘’Una mujer irresistiblemente bella, alta, su cara sin defectos, de tez luminosa, de ojos inmensos y ardientes, nariz fina. Una imagen que evoca a la vez belleza y autoridad’’.
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