Por mundoesotericoparanormal
Hemos hablado sobre una gran cantidad de fenómenos sobrenaturales o inexplicables que muchas personas han afirmado experimentar, pero nada parecido a las historias increíbles de personas que de repente e inexplicablemente se convierten en invisibles, en sus propias casa, en fiestas e incluso en tiendas repletas de testigos. Este fenómeno va más allá de las leyes de la física, y demuestra que los seres humanos superan los límites del espacio tridimensional.
Todos aquellos que han experimentado este poco conocido fenómeno mantienen su presencia física, sus sentidos perciben la realidad circundante con normalidad, pero no pueden ser vistos ni escuchados por los demás. Este cambio se produce repentinamente, generalmente en contra de su voluntad y sin que la persona se dé cuenta de lo que le está sucediendo. Es un fenómeno muy extraño y poco común llamado invisibilidad espontánea involuntaria humana.
Más allá de los límites de la realidad
La investigadora y escritora estadounidense Donna Higbee fue la primera persona en estudiar este fenómeno en 1994. Donna se puso en contacto con decenas de víctimas de la invisibilidad espontánea involuntaria humana en los Estados Unidos, Reino Unido, Europa, Australia, Puerto Rico y Brasil, y buscó la opinión de los mejores científicos en un intento de encontrar respuestas a estos casos extremadamente raros y extraños. Uno de los primeros casos que se encontró fue el de Melanie, una residente de Ventura, California, que fue “víctima” del fenómeno mientras se encontraba en el sofá de su sala de estar mirando la pared pensativamente. Pasado un buen rato, su marido la busco por todas partes y en todas las habitaciones de la casa, pasando delante de ella sin darse cuenta de su presencia.
El incidente duró aproximadamente unos diez minutos, luego Melanie volvió a ser visible de nuevo, ante el asombro de su marido, que estaba convencido de que se había escondiendo de él, negando por completo la versión de su mujer. Esta es solo una de los muchos casos que Donna ha estado investigando a lo largo de los años, y que demuestra como la gente de repente e inesperadamente se vuelven invisibles, no sintiendo nada especial en ese momento, moviéndose con normalidad, como si nada hubiera cambiado. Sin embargo, las otras personas no los ven. Ellos son ignorados, como si no existieran.
Un poco de historia
Hace tres mil años los sabios hindúes “rishis” trataron de lograr la invisibilidad controlada como un elemento del conocimiento sobrenatural, que se refleja en el libro sagrado “Vedas”. Entre el año 700 y 300 a.C. en la India apareció una doctrina secreta llamada “Upanishads”, que contenía estas enseñanzas místicas y una guía práctica para el dominio de las fuerzas naturales súper poderosas para influir en la mente y las formas de la realidad circundante llamada “Siddhásana”. Patanjali, autor del Yoga-sutra, intentó explicar el proceso en el que el cuerpo deja de ser visible. Según él, una persona puede llegar a ser invisible para los demás a través de la concentración y la meditación. El proceso está asociado con la transición a “un estado superior de vibración” que separa a millones de espíritus invisibles, intangibles e inexplicables de nuestro mundo.
Los aborígenes australianos, los pueblos arcaicos de América del Norte y del Sur, y las tribus que habitan en las tierras cerca del círculo polar ártico, también conocían los rituales mágicos asociados con el fenómeno de la invisibilidad practicada por los chamanes locales. A partir del siglo XIII en el continente aparecieron textos que reproducían las habilidades de los magos y hechiceros para hacerse invisibles.
Spencer Lewis, autor de numerosos libros esotéricos y fundador de la Orden Rosacruz AMORC en la ciudad de Nueva York en 1915, creía que la invisibilidad podía lograrse mediante una práctica secreta llamada “Ritual de la invisibilidad”, que envuelve al participante en un sudario. Helena Blavatsky realizaba repetidamente este ritual en presencia de numerosos testigos.
Casos documentados
Janice de Minneapolis, Minnesota, también sufrió una serie de manifestaciones del fenómeno, uno de los cuales duró bastante tiempo. Cuando era adolescente, intentó robar en una tienda de comestibles junto a sus amigos. El grupo fue detenido y llevados a la comisaría. Todos fueron interrogados menos Janice. A pesar de que fue llevada a la comisaria en el coche de la policía, ni la policía, ni el personal, ni los guardias de seguridad vieron como la joven abandonó libremente el edificio. Cuando Janice habló del incidente con los demás, no recordaban que hubiera estado con ellos en el momento en que la policía los detuvo.
Peter, un residente de Gloucestershire, Inglaterra, fue invitado a una fiesta privada y decidió ir al baño. Una mujer estaba esperando para entrar en el baño. Cuando salió, Peter se dirigió a la sala de estar para hablar con su amigos, pero ellos no le respondían. En un principio pensó que se estaban burlando de él, así que Peter se volvió hacia uno de sus amigos y le pidió un cigarrillo, evidentemente no le contestó. Enfurecido por el comportamiento inapropiado de sus amigos, la víctima decidió volver al baño, donde continuaba esperando la mujer, que la ver a Peter se asustó, porque estaba segura de que continuaba en el interior del baño. Cuando preguntó a sus amigos por qué no le respondieron previamente a su presencia, ellos dijeron que hacía rato que se había ido al baño.
Estos son solo algunos de los casos reales recogidos e investigados por Donna Higbee, que como hemos podido observar tienen lugar de forma espontánea, sin previo aviso, dura unos minutos, y luego termina. Pero además de estas personas, otros muchos han sido víctimas de la invisibilidad más de una vez, lo que sugiere que son susceptibles a este inusual fenómeno. Incluso se han dado caso de las personas han llegado a controlar su invisibilidad.
¿Hay evidencias de su existencia?
Los expertos en el tema no ofrecen explicaciones para este inusual fenómeno, sin embargo, se preguntan si existe algún tipo de relación entre las prácticas de los yoguis y los rituales de los Rosacruces, quienes creían que la invisibilidad humana no sólo es posible, también controlable. Otros expertos creen que la invisibilidad humana podría estar de alguna manera relacionada con las experiencias de los abducidos. Algunos abducidos por seres extraterrestres parecen ser capaces de llegar a ser invisibles a voluntad, muy posiblemente debido a las pruebas realizadas en las naves espaciales.
Pero, ¿hay pruebas que demuestren la existencia de la invisibilidad espontánea involuntaria humana? ¿Hay fotografías? Ciertos expertos aseguran que hay ciertas fotografías que parecen mostrar la invisibilidad humana parcial:
Una fotografía conocida como la “cabeza perdida” fue tomada en Las Vegas. Cuando una persona fotografió el interior de uno de los hoteles, una mujer se puso delante de la cámara, pero no parecía tener cabeza. Se podía ver claramente su torso con su abrigo y con su bolso, pero la cabeza era invisible.
En otra imagen de un grupo de soldados de la Segunda Guerra Mundial, uno de los soldados en el fondo parece ser transparente. Nadie ha sido capaz de demostrar si se trata de una anomalía en la foto, de un fantasma o un caso de invisibilidad humana.
Una paso más a nuestra evolución
Está claro que la invisibilidad espontánea involuntaria humana es uno de los fenómenos más misteriosos e inexplicables de nuestra historia. Cualquier persona puede ser víctima de este fenómeno en cualquier momento, y nos podemos encontrar que queremos interactuar con los que nos rodean, pero nos damos cuenta de que no podemos ser vistos ni escuchados. Esto podría crear una fuerte frustración y, en muchos casos, una sensación de miedo a algo que no podemos entender. Pero la verdad es que este fenómeno demostraría que el ser humano es mucho más de lo que nos quieren hacer creer, y que nuestras capacidades van mucho más allá de lo que podemos ver o escuchar. Pero si algún día los seres humanos llegan ha entender este concepto, entonces ya nunca más podrán ser controlados ni esclavizados y lograremos de una vez por todas escapar de nuestra propia cárcel.
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