El ‘Carnicero de Plainfield’ despellejaba a sus víctimas para elaborar objetos con piel humana
Hasta su muerte, pasó el resto de sus días interno en un psiquiátrico
De padre maltratador y madre estricta y fanática religiosa, el joven engendró una relación tortuosa e incestuosa con la matriarca. El complejo de Edipo que sufría derivó en una obsesión por la sangre y la tortura. La historia del conocido como ‘Carnicero de Plainfield’, ha inspirado series de televisión y películas como Psicosis de Alfred Hitchcock.
La moral y el pecado
Edward nació el 27 de agosto de 1906 en el condado de La
Crosse en el estado de Wisconsin (EEUU). Con siete años, se trasladaron a
la ciudad de Plainfield, a un pequeño rancho aislado a las afueras de la localidad para ejercer como granjeros.
Uno de los primeros y más inquietantes recuerdos que Gein tuvo en su
infancia: cuando, desde la puerta del matadero de la tienda de sus
padres, observaba cómo abrían en canal a los cerdos con un cuchillo
largo y afilado.Al principio, Ed decía que la matanza le producía náuseas y que ver sangre le provocaba el desmayo. Aunque esa aversión chocaba con algunas de sus aficiones. Nos referimos a los cómics de terror y los libros dedicados a las torturas perpetradas en los campos de concentración nazis.

Sin embargo, con el tiempo aquella situación se convirtió en el “caldo de cultivo perfecto para una patología psiquiátrica”, asegura Harold Schechter autor de Deviant. “Eran cuatro personas bajo el dominio de esa mujer. Era el ambiente perfecto para la locura”.
Ed forjó “una relación de amor-odio” con su madre
En cuanto al maltrato paterno, terminó en cuanto falleció en
1940. No sería la única muerte que sufriría la familia Gein. Parece ser
que el fallecimiento de su hermano Henry, en realidad fue el primer crimen que cometió este psicópata.
Y pese a que nunca se logró demostrar, todo apuntaba a que tras la
muerte del patriarca, las disputas entre hermanos fueron in crescendo.
Henry veía que la dependencia de Ed hacia su madre le perjudicada, algo
que él negaba taxativamente.Poco después, Henry moría en extrañas circunstancias: un incendio en la granja familiar terminaba con su vida. Según explicó Ed a la policía, ambos intentaron apagar el fuego, pero su hermano no logró escapar de las llamas. Tras pedir ayuda, no solo indicó el lugar donde se encontraba el cadáver de su hermano, si no que éste apareció con un golpe en la cabeza. Finalmente, la investigación certificó muerte por asfixia. Era 1944.
Suplantando a su madre
Primero el padre, después el hermano y un año más tarde de la
tragedia del incendio, Augusta también fallecía. Sufría problemas del
corazón. Al contrario que con los dos primeros, la muerte de su madre
afectó sobremanera a Gein. No tenía a nadie más con quien comunicarse. “Se dio cuenta que no sabía hacer nada sin su madre”, indica Amdt. Porque su madre era “su único vínculo con la cordura”.A partir de entonces, Ed dio rienda suelta al instinto criminal que le atormentaba. Ya no tenía la guadaña inquisitiva de su madre reprobando su conducta inmoral. Pero sí su voz, continua y permanente, hablándole en su mente.

Y aunque durante aquellos años, su hobbie se centró en el robo de personas muertas, a partir de 1947 se le atribuyen inexplicables desapariciones tanto en Plainfield como en sus alrededores.

Según los exámenes psicológicos que le realizaron una vez detenido, estos ratificaron que Edward era un hombre inteligente, por encima incluso de la media. Que infundía respeto y confianza en algunos de sus vecinos, pero con un trastorno emocional por el que a veces se comportaba de forma irracional. Otras en cambio, tenía períodos más lúcidos y de calma durante los cuales, sentía remordimientos.

Aquel conflicto se reflejaba en su mirada. Vecinas como Lena Trickey, afirma que se sentía muy incómoda en su presencia. “Había algo en sus ojos que me molestaba”, relata. “No era el tipo de persona en la que yo confiaría”, recalca. Curiosamente, aquel sentimiento solo lo tenían las féminas de la localidad.
A la luz de la luna
Así que con aquella patología, sumada a su irrefrenable impulso de matar, el asesino en serio eligió a su primera víctima. Mary Hogan,
dueña de la taberna del pueblo, sufrió toda clase de vejaciones y
disecciones. Era noche de luna llena, su favorita, porque se vestía con
su particular disfraz de mujer confeccionado con la piel humana de sus
víctimas.Mientras el asesino perpetraba aquel macabro ritual en el sótano de su finca, un granjero de la zona, Seymour Lester, entraba a la taberna de la mujer. Era la tarde del 8 de diciembre de 1954. Seymour entró al local que estaba abierto e iluminado, pero completamente vacío. Todo era muy raro. Comenzó a llamar a Mary y nadie contestaba.

El coche de Mary seguía aparcado, y la mancha de sangre terminaba al lado de unas huellas recientes de un camión. Junto a ellas se toparon con un cartucho de pistola calibre 32. Las evidencias apuntaban a que Mary había sido asesinada y que habían arrastrado su cuerpo hasta un coche que esperaba fuera. No había señal alguna de lucha, no habían robado dinero de la caja registradora y tampoco parecía haber ningún motivo para tal crimen.
“Está en la casa, en la granja”
Las noticias sobre este misterio se propagaron con rapidez y a
medida que pasaban las semanas sin que las autoridades encontraran nada
nuevo, una pregunta surgía en todas las conversaciones: “¿Qué le pasó a Mary Hogan?”.
Un mes después de los hechos, el mismísimo Ed Gein participó en uno de
lo corrillos. Su antiguo vecino, Fred Rein, recuerda que dijo: “Está en casa, en la granja”. Pero nadie le hizo caso. Todos pensaron que bromeaba. Desgraciadamente, decía la verdad. Él la había asesinado.Mary Hogan no fue la única víctima que pasó por la sala de operaciones de su sótano. La ferretera Bernice Worden fue su siguiente ‘invitada’ en la denominada “Granja de los horrores”. Bernice y Mary tenían algo en común para Gein: “No eran buenas mujeres”. O eso decía él.
A sangre fría
Era la mañana del sábado del 16 de noviembre de 1957 cuando el criminal arribó hasta la ferretería del pueblo propiedad de Bernice para comprar anticongelante. La mujer, de mediana edad y separada recientemente, se sorprendió cuando Ed le pidió salir. No le tomaba muy en serio. Así que tras apuntar su nombre en el libro de registros –lo
hacía con cada comprador por tema de contabilidad-, Gein sacó su
escopeta y la disparó. Cargó su cuerpo hasta el sótano y realizó el
mismo ritual que con Mary.Nadie echó en falta a la ferretera hasta bien entrada la tarde, cuando el encargado de la gasolinera vio la puerta cerrada con las luces encendidas. Cuando las autoridades llegaron, se encontraron con un gran reguero de sangre que llegaba a la parte trasera y se perdía tras unas huellas de furgoneta. Una vez registrado el local, se percataron del último apunte de Bernice. El nombre de Ed Gein aparecía como su último cliente.

Su amigo instó a que fuesen al pueblo para informarse y ayudar a la policía, pero en ese instante, varias unidades del sheriff irrumpieron en la propiedad. Iban a detenerle. Cuando Gein les vio, lo primero que soltó fue: “Alguien me ha incriminado”.
La granja de los horrores
En cuanto uno de los agentes confirmó por radio la detención
del asesino, el sheriff junto al capitán del condado comenzaron a
inspeccionar la casa de Gein. Durante el rastreo, se toparon con cadáveres colgando, restos de cuerpos humanos, montañas de basura, excrementos,
libros de medicina y anatomía, y toda clase de elementos fabricados con
piel humana. Por no mencionar cabezas reducidas al estilo jíbaro. Un
apunte importante: el cadáver de su madre, Augusta, yacía aún en la cama de su habitación. Jamás fue enterrada.Mientras investigaban su granja, Ed esperaba tranquilamente en la Prisión del Estado de Wautoma custodiado por dos policías. A las 2:30 de la madrugada del sábado 17 de noviembre, el sheriff regresó del escenario del crimen y le interrogó durante doce horas. No abrió la boca. Permaneció en silencio.
Por otro lado, cuando los detectives le preguntaron sobre los otros cadáveres que encontraron en el sótano, Ed Gein afirmó que los había sacado del cementerio tras profanar sus tumbas. Eso sí, negó haber practicado sexo con ellos. Ahí cuando la prensa pasó a bautizarle con el apodo de “El Carnicero de Plainfield”. Acababan de destapar a un monstruo que estaba escondido.
Inspiración para el cine y la televisión
Tras varios exámenes psicológicos, el 18 de diciembre los médicos concluyeron que Gein sufría esquizofrenia y
que por consiguiente, no estaba en condiciones de asistir a un juicio.
Pero aquello no reconfortaba a los ciudadanos de Plainfield.Después de pasar las navidades en un hospital psiquiátrico, el 6 de enero de 1958 el acusado escuchó impasible, comiendo chicle, el testimonio de tres psicólogos. Finalmente, el juez aceptó las recomendaciones de los expertos, y Ed Gein fue internado en el manicomio del Estado por tiempo indefinido. Pero aquella decisión judicial levantó tal oleada de protestas entre los habitantes de la localidad, que un día antes del domingo de ramos, en marzo de 1958, la famosa “Granja de los horrores” acabó en llamas.

Otras cintas que también están basadas en el carnicero son: La Matanza de Texas; la película Deranged de 1974, protagonizada por Roberts Blossom; o el personaje de Buffalo Bill de El silencio de los corderos.

Nunca podremos saber realmente qué es lo que convirtió a Ed Gein en lo que era, un verdadero psicópata. Pero tras los homicidios perpetrados por el ‘Carnicero de Plainfield’, esta pequeña ciudad americana jamás volvió a ser la misma. Nada volvió a ser como antes. Aquellos crímenes los cambió para siempre.

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