Uruk
de Mesopotamia fue probablemente el primer inmortal de las leyendas. Se
creía de él que era un individuo “normal” que, sencillamente, no podía
morir. Sin embargo, la mitología sugiere que siempre han existido
inmortales y consejeros. En este sentido, Uruk podría ser considerado
como el primer ejemplo de un consejero inmortal de la humanidad.
Gilgamesh
era rey de la ciudad de Uruk. Supuestamente vivió 2.000 años después de
Uruk el Inmortal. Según algunas leyendas, Uruk vivió en la corte de
Gilgamesh, e incluso fue uno de sus maestros. Gilgamesh era hijo de
Lillah y Ninsun.
Dos vidas, dos formas de ser
El
mito de Enkidu nos habla de nueve mujeres inmortales que llegaron hasta
él cuando nació. Estas nueve mujeres eran las hadas que realizaban
predicciones sobre la vida de un niño y su destino al nacer. Tras una
serie de buenos augurios de las primeras ocho hadas, la última, la más
joven pero también la más sabia, predijo que Enkidu viviría dos vidas:
una propia, en la que actuaría erróneamente, y una segunda que le
pertenecería a ella y en la que sus acciones estarían caracterizadas por
su rectitud.
Fragmento de un relieve dedicado a la diosa Ninsun, madre de Gilgamesh. (Public Domain)
Además,
el hada afirmó que esperaba un gran don para la segunda vida de Enkidu.
Estaba en lo cierto. En su primera vida, a pesar de ser fuerte,
valeroso y sabio, como habían predicho las primeras ocho hadas, Enkidu
cometió muchos errores y lo echó todo a perder tanto en su reino como en
su vida personal. Finalmente, con su reino ya en decadencia, Enkidu se
encontraba en su lecho de muerte. Fue entonces cuando suplicó el perdón
de la sabia hada que había predicho que viviría dos vidas diferentes.
En
ese momento, la inmortal hada se le apareció e hizo retroceder el
tiempo de nuevo hasta el momento en que Enkidu era aún joven. En esta
segunda vida, Enkidu actuó con rectitud, se casó con Ninsun y concibió a
Gilgamesh, el gran ‘don’ que el hada le había predicho.
Posible representación del rey Enkidu. (CC BY-SA 3.0)
El mortal deseo de Karún
Carún
era un inmortal de la cultura etrusca. Se cuenta de él que descendió a
los infiernos y regresó, y también es conocido por haber sido infeliz a
causa de su condición inmortal. Es uno de los poquísimos inmortales cuyo
único deseo era la muerte. Curiosamente, en mitos de todo el mundo, los
héroes que viajan al infierno y regresan pueden ser reconocidos como
inmortales porque dejan el mundo de los vivos sin haber muerto y vuelven
a él posteriormente. Los dioses de las antiguas mitologías también son
inmortales. En ocasiones se considera a los antiguos dioses seres
humanos inmortales disfrazados. El dios eslavo Veles, por ejemplo,
admitía ser inmortal, pero no un dios.
Vampiros, hombres-lobo y la Iglesia
Los
vampiros son un buen ejemplo de criaturas mitológicas inmortales. Según
cierta teoría, las historias de vampiros fueron creadas por auténticos
inmortales a fin de mantener en secreto su propia existencia. Taulreus
defiende esta idea en su libro Gheestelycke Sermoonen. Los
seres terroríficos como vampiros y hombres-lobo evitarían por tanto que
la gente considerase la posibilidad de la existencia real de seres
humanos inmortales.
En
el pasado, la Iglesia prohibió e intentó destruir todos aquellos libros
que planteaban la posibilidad de la existencia de inmortales bajo una
forma física. Por otro lado, los alquimistas eran acosados y perseguidos
por buscar la Piedra Filosofal, un mineral legendario que supuestamente
serviría para elaborar el elixir de la vida (eterna).
‘El alquimista en busca de la Piedra Filosofal’, óleo de Joseph Wright, 1711. (Public Domain)
Leyendas posteriores
La obra Gheestelycke Sermoonen
nos habla de un joven soldado que pasa a formar parte de un grupo de
mercenarios. En el transcurso de una batalla, el joven es testigo de
cómo dan muerte a su comandante, jefe de los mercenarios. Antes de
morir, el jefe deja al joven al mando. Con el paso del tiempo, el nuevo
comandante envejeció y se retiró a una ciudad de algún lugar de Egipto.
Cierto
día, cuando se dirigía al mercado, el ahora anciano se encontró con el
antiguo jefe de los mercenarios, que él pensaba muerto desde hacía
muchos años. Sin embargo estaba bien vivo, y su apariencia era
exactamente la misma que la que había conocido el anciano hacía tanto
tiempo. El hombre preguntó a su antiguo comandante si era inmortal. El
inmortal reveló entonces su identidad, y le dijo a su viejo amigo que
finalmente había conseguido realizar su destino.
Otro
inmortal famoso fue el Conde de Saint Germain. No obstante, Saint
Germain fue uno de los inmortales más recientes de la historia. Entre
estos inmortales relativamente modernos también se encuentra Nicolás
Flamel, un hombre de quien se decía que había descubierto la Piedra
Filosofal y la había utilizado para elaborar el elixir de la vida a fin
de alcanzar la inmortalidad.
Ilustración del Conde de Saint Germain obra de Charles Sindelair. (1935) (Public Domain)
Mitos
y leyendas de todo el mundo están llenos de historias sobre inmortales.
Existen incluso diferentes tipos de inmortales. Algunos de ellos al
parecer nacen ya inmortales, mientras que otros alcanzan esta condición
como alquimistas al descubrir la Piedra Filosofal y el Elixir de la
Inmortalidad. ¿Qué hay de cierto en estas historias de inmortales? ¿Es
posible que hayan sido obra de auténticos inmortales con la intención de
ocultar su existencia? Es muy posible que no encontremos jamás la
respuesta a estas preguntas.
Imagen de portada: Ilustración alegórica de la inmortalidad. (Gnostic Warrior)
jueves, 23 de abril de 2020
Los científicos confirman que el "pueblo tibetano" son descendientes directos de una raza extraterrestre
En 2010, un grupo de investigadores analizó los genes específicos
responsables de la adaptación a la altitud de los tibetanos. Estos
científicos de China, Dinamarca y la Universidad de California en
Berkeley han podido identificar genes con mutaciones muy comunes en los
tibetanos, pero muy raros en las
poblaciones de tierras bajas. La investigación ayudó a los científicos a
comprender cómo se comporta el cuerpo en ausencia de oxígeno y
enfermedades asociadas con la falta de oxígeno en el útero.
Tibetanos, descendientes de razas extraterrestres
Pero la realidad es que los científicos de este descubrimiento no han
podido establecer el verdadero origen del extraño gen tibetano (EPAS1). Y
esta falta de conocimiento dio paso a varias teorías que exploraron la
posibilidad de que seres extraterrestres vinieran a la Tierra en la
antigüedad. Según algunos expertos, cierta raza alienígena huyó de su
planeta moribundo y llegó a la Tierra, estableciéndose en el Tíbet,
donde las condiciones de vida eran muy similares a las suyas, es decir,
áreas con una atmósfera suave y baja temperatura.
Esto
explicaría perfectamente las diferencias mentales y las peculiaridades
de los tibetanos que son considerados los abanderados de la
espiritualidad humana. Así, para muchas personas, los tibetanos,
descendientes directos de la raza extraterrestre, fueron la causa de las
concepciones filosóficas modernas de la civilización extraterrestre.
Los teóricos de la conspiración también dicen que también es posible que
el Tíbet oculte archivos relacionados con la existencia de seres
extraterrestres, así como muestras de su arte, por lo que no es
casualidad que los investigadores y los militares estén muy interesados
en el Tíbet.
Diferentes creencias sobre el origen de los tibetanos.
Los tibetanos que conocen su verdadero origen siempre han mantenido que
mucho antes de que comenzara la historia de la humanidad, los gigantes
caminaron por la Tierra. Fueron los custodios de la Tierra quienes
vinieron aquí para "supervisar" el desarrollo de la vida en este
planeta. Esta raza de gigantes de origen extraterrestre no pasó
desapercibida, por lo que decidieron tener el mismo tamaño que los
humanos. Entonces pudieron mezclarse con humanos sin ser reconocidos.
Esto es simplemente parte de las creencias de los monjes tibetanos
sobre el origen de nuestra civilización y la llegada de seres
extraterrestres, lo que a su vez dio lugar a que los tibetanos lo
conozcan hoy y parece ser demostrado por la investigación científica
sobre su gen sorprendente.
Evidencia extraterrestre
Y
no podemos ignorar el descubrimiento de un misterioso artefacto
tibetano, exactamente una estatua, encontrada por una expedición
dirigida por el famoso investigador alemán Ernst Schäfer, en vísperas de
la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente resultó que los nazis
encontraron algo más importante de lo que pensaban. El misterioso
hallazgo de origen budista se compone de 10 kg de hierro compuesto de
ataxita alienígena, una clase de hierro rara con un alto contenido de
níquel que es muy rara y se dice que no proviene de la Tierra sino del
cosmos, por lo tanto extraterrestre.
Una antigua estatua de
Buda recuperada por primera vez de una expedición nazi en 1938 había
sido tallada en la ataxita, un mineral muy raro en la Tierra.
Los expertos creían que era una práctica común en muchos tibetanos que
adoran fragmentos de meteoritos o artefactos hechos por ellos porque los
consideraban parte de sí mismos. La escultura de Vaisravana quizás
representaba al dios budista, sin embargo, los detalles históricos y
etnológicos de la escultura "Iron Man" y la fecha de producción siguen
siendo un misterio. Como se mencionó anteriormente, la falta de
información de los científicos está causando que muchas personas crean
que el origen de los tibetanos es claramente extranjero.
Sabiduría transmitida por seres extraterrestres.
Algunos expertos sostienen que el origen extraterrestre de los
tibetanos también les da acceso a ciertos poderes psíquicos, como la
visión remota, que no es nada extraño en los monasterios tibetanos.
Durante miles de años, la visualización remota, además de otras
actividades espirituales, ha dominado la cultura tibetana. Según los
expertos, algunos tibetanos tienen la capacidad de predecir eventos como
nuestra autodestrucción.
Y eso es lo que aparentemente los
monjes budistas advirtieron de nuestra destrucción. Las grandes
potencias mundiales se destruirán mutuamente. Pero será en ese preciso
momento cuando sucederá algo extraordinario, ya que él dice que los
poderes divinos sobrenaturales de los tibetanos intervendrán.
Los monjes también dijeron que más allá de 2020 nuestra civilización
actual comprenderá que la última frontera de la ciencia y la tecnología
estará en el área de la espiritualidad y no en los aspectos materiales
de la física y la química. El pueblo tibetano cree que después de 2020,
nuestra vida tendrá una dirección muy diferente ya que las personas
aprenderán la esencia de la espiritualidad, la relación entre el cuerpo y
el alma, la reencarnación y el hecho de que estamos conectados entre
sí. otro, una sabiduría transmitida directamente de sus padres
extraterrestres.
Como hemos visto, hay mucha evidencia que
parece mostrar el origen extraterrestre de los tibetanos y que está
oculta por los gobiernos y la ciencia oficial, con la única intención de
nunca descubrir nuestra verdadera identidad.
En la mayoría de culturas humanas antiguas se pensaba que determinados objetos estaban dotados de poderes
y propiedades especiales y eran considerados mágicos. Ya fueran
talismanes o amuletos, sus propietarios creían estar protegidos de males
diversos gracias a ellos e incluso creían que los dotaba de energía o
beneficios específicos.
El Sello de Salomón
El Sello de Salomón era el anillo que portaba el rey Salomón según
la tradición judía medieval y en el que también creía la tradición
islámica y una gran parte de las corrientes ocultistas occidentales. El
Sello de Salomón ha sido representado tanto como un pentagrama como con la forma de un hexagrama
o Estrella de David dentro de un círculo. Fue utilizado como talismán o
amuleto en diferentes religiones y se creía que era el emblema a través
del cual el rey Salomón consiguió gobernar a los «genios». Los genios
eran seres fantástico de la mitología semítica llamados también jinn o
djin. Eran invisibles y podían adoptar formas diversas ya fueran
humanas, animales o vegetales. Tenían el poder de «influir espiritual y
mentalmente» sobre las personas.
Se le atribuían además poderes extraordinarios y era el «símbolo ideal de lo absoluto». El portador quedaba protegido de la muerte, de las amenazas y de todo tipo de males y problemas.
La forma del anillo
En las versiones más antiguas era un anillo de latón en el que estaban engarzadas cuatro piedras preciosas y tenía grabado el nombre de dios. Posteriormente, se creía que el sello de Salomón tenía dos triángulos.
El triángulo con el vértice hacia arriba representaba la Trinidad u
otras deidades positivas o virtudes como el amor, la verdad y la
sabiduría. El triángulo con el vértice hacia abajo solía representar el
mundo material, los enemigos del alma representados por la carne, el
mundo y el diablo y cuando ambos triángulos se entrelazaban en el Sello de Salomón significaba el triunfo del espíritu sobre la materia.
También se ha representado como un pentagrama dentro de dos círculos concéntricos
que contienen símbolos variados de significado místico o por dos
triángulos entrelazados, no cruzados, que forman una estrella sin fin.
La leyenda del Sello de Salomón
En las leyendas medievales tanto judías como cristianas o islámicas encontramos menciones al Sello de Salomón. Este era un anillo mágico que habría pertenecido al monarca descendiente de David y que le dio el poder de comandar a los genios y hablar con los animales.
La leyenda del Sello de Salomón más extendida explica que fue grabado y entregado al rey Salomón por el propio Dios desde el Cielo.
Se creía que había sido un elemento clave en la proverbial sabiduría
del monarca y por todo ello se consideraba un amuleto o talismán. El
sello tenía dos caras una de latón y otra de hierro y ambas se
utilizaban una para sellar las órdenes a los espíritus o genios buenos y
la otra a los malvados. Cuenta la leyenda que un demonio llamado Asmodeo
consiguió apoderarse del anillo y durante cuarenta días suplanto a
Salomón en el gobierno. Finalmente, el demonio arrojó el anillo al mar y
este fue tragado por un pez. El pez fue pescado por servidores del
palacio del monarca y cuando el rey fue a consumir el pescado que le
servían, se encontró en su interior el anillo perdido.
El hexagrama y la Estrella de David
Una de las representaciones más extendidas del Sello de Salomón es en forma de hexagrama o «Estrella de David». El hexagrama, que se convirtió en uno de los símbolos del judaísmo y vemos incluso en la bandera de Israel adoptada en 1948, tiene su origen en esas antiguas representaciones del siglo XIV del Sello de Salomón.
El Sello de Salomón y el genio de la botella de Las Mil y Una Noches
«Al
abrirla encontró un enorme jarrón de cobre dorado, lleno e intacto. La
boca estaba cerrada con un plomo que ostentaba el sello de nuestro Señor
Soleimán, hijo de Daud.» Del cuento de la Mil y Una Noches «El pescador
y el genio».
Si leéis atentamente el cuento titulado «El pescador
y el genio» de Las Mil y Una Noches» veréis que se menciona el Sello de
Salomón o «Soleimán». Los genios eran considerados por el islam «seres
creados de fuego sin humo» que convivían en la Tierra con los humanos.
No eran ni buenos ni malos por naturaleza, sino que dependía su
comportamiento de si obedecían a Dios o al demonio. Para
mantener a un genio, como el del cuento, dentro de una botella era
necesario que esta fuera sellada con una tapa de plomo estampado con el
anillo o Sello de Salomón. El genio del cuento estuvo 1.800 años encerrado en la botella de cobre sellada de esta manera.
El Sello de Salomón representó para muchas culturas un talismán o amuleto extraordinario
y para aumentar su poder solían incluir en el interior del sello
símbolos como una Cruz de Tau, el Yodh hebreo o una cruz ansada egipcia.
Confirmamos la realidad
de una leyenda urbana sobre este monumento que alberga la entrada
principal al museo del Louvre, en París, y que lo asocia con el famoso
número bíblico de la bestia.
El dato había llegado a mis oídos hace muchos años ya pero sinceramente,
siempre creí que era apenas otra leyenda urbana. Se me hacía difícil
imaginar un guiño tan obvio para expertos en Teología y Satanismo. No
podía ser verdad… pero lo era.
Estábamos en París, en el tramo final de nuestro último viaje. Y allí,
de pie en la amplia explanada que da acceso al famoso Museo del Louvre,
contemplaba el enigma: la pirámide cristal que confirma el «hall» de
acceso al mismo, formada por 666 cristales.
Seiscientos sesenta y seis. El número bíblico del Anticristo. Esa era la
«leyenda urbana» que, después de todo, parecía ser realidad. Los había
contado: había 654, pero como la puerta de acceso, cerrada, hubiera
sumado más cristales, el área de aquella necesitaba otros… doce, lo que
nos daba el número «maldito». Si a esto le sumamos que fue mandado
construir por indicación del que supo ser máximo mandatario francés,
François Miterrand, conocido por sus inquietudes esotéricas, la cosa se
alejaba dramáticamente de la posibilidad de una «casualidad».
Pero lo llamativo no terminaba allí…
El autor de este artículo, Gustavo Fernández, frente a la pirámide del
Louvre.
En otro amplio espacio, frente a la primera Gran Pirámide Cristal –que
se encuentra rodeada, a su vez, por otras tres pequeñas cuyo número de
cristales no es numerológicamente significativo—, a cierta distancia,
otra enorme pirámide de cristal, pero esta vez invertida y subterránea,
hace de gigantesca claraboya de luz para un área despejada del centro
comercial que se encuentra en el subsuelo. Entiéndase bien: no actúa
como boca de luz para el área comercial, sino para una zona «muerta»
anexa a aquél. Y su vértice invertido casi toca otra pequeña, de
material, que poya sobre el suelo. Para quienes vieron la película El
Código da Vinci, es el lugar donde, al final del filme, el académico
Roberto Langdom deduce que se encuentran enterrados los restos de María
Magdalena.
La pirámide respeta las proporciones de la pirámide egipcia de Keops, y
pese a que la Wikipedia dice que tiene 673 cristales, insisto: contados y
recontados, son 666. Supongo que ese dato, proveniente del mismo museo,
es una forma de desalentar los rumores que corren sobre esa extraña
correspondencia (total, ¿cuántos turistas tendrán la paciencia de
ponerse a contarlos? Vaya este comentario como humilde homenaje a mi
mujer, Mariela, aterida de frío bajo la pertinaz llovizna de esa helada
mañana mientras yo contaba pacientemente…).
La pirámide invertida.
Y este es el punto en que debo fijar una posición personal: no me
parecen congruentes —evito decir «no creo», porque sería una
contradicción lógica: estaría expresando entonces sólo una creencia que
no debería ser empíricamente demostrada— las supuestas «evidencias» de
la probabilidad del hipotético anticristo, y por otro lado, está
demostrado que en los primeros escritos cristianos la Marca de la Bestia
era 616, y no 666. Por ende, sospecho que el tal 666 remite a otra cosa
(intuyo vinculado con la Geometría Sagrada) y su transliteración
«demoníaca» en el Apocalipsis fue una estrategia de la Iglesia para
«demonizar» el conocimiento numerológico, neopitagórico, es decir,
esotérico. La Wikipedia nos ofrece distintas interpretaciones al gusto
del lector…
¿Cuál será la razón de ser de ese número? A la interpretación clásica y
perimida que adjudica al 666 al «anticristo», otros muchos estudiosos de
lo esotérico señalan también que el número debe interpretarse de otra
manera. En el sentido de «final de un ciclo» para dejar paso a otro
completamente renovado. Además, dicha construcción se ubica, también, en
el centro de quartier (barrio) uno, de los 20 en que se divide el París
antiguo, y que se desarrolla en una espiral como el centenario Juego de
la Oca, partiendo, precisamente, del Louvre hasta su final. Así, se
supone que Miterrand envió a construir este «edificio de poder» en el
corazón de la gran espiral que es París, como un elemento que
«despertara» el poder dormido de la otrora gran nación. En ese sentido,
revisar mi artículo El Grial de la Búsqueda. Allí señalo la esotérica
importancia que tendría el quartier (barrio) donde, en el siglo XII, se
edificó el palacio real del Louvre, tardíamente devenido en Museo.
«Ha logrado, asimismo, que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres,
libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la
frente; ya nadie podrá comprar ni vender si no está marcado con el
nombre de la bestia o con la cifra de su nombre. Aquí verán quién es
sabio. Si ustedes son entendidos, interpreten la cifra de la bestia. Se
trata de un hombre, y su cifra es 666». Apocalipsis 13, 16-18.
Los estudiosos de Piramidología (la disciplina que estudia la energía de
las pirámides) hemos, de hecho, escrito extensos trabajos señalando
como las pirámides invertidas, enfrentadas a otras puestas al derecho,
amplifican el «poder» que se manifiesta dentro de ellas, cualquier cosa
que eso sea. Y esas pirámides enfrentadas son, precisamente, las que
encontramos en el subsuelo ya señalado.
Miterrand, quien, entre otros hechos conocidos, poco antes de ganar sus
elecciones estuvo en Rennes le Chateau interesándose por los enigmas
descubiertos por aquél cura entonces ignoto llamado Bérenguer Saunière
(y sobre lo que escribí en mi nota El arcano misterio de un cura
millonario) frecuentaba sociedades secretas y era un convencido que esos
conocimientos espirituales podían ser determinantes tanto para la
política doméstica como la internacional.
Por supuesto, puede el lector seguir suponiendo que todo esto es
casualidad. A él, le propongo un ejercicio aleccionador; calcular
matemáticamente la probabilidad que un mandatario esoterista ordene
construir una pirámide de exactamente 666 cristales…
Por Gustavo
El ‘Carnicero de Plainfield’ despellejaba a sus víctimas para elaborar objetos con piel humana
Hasta su muerte, pasó el resto de sus días interno en un psiquiátrico
La infancia y la adolescencia son las dos etapas claves en la vida de todo asesino en serie. En la mayoría de serial killers, aquellos años donde se cultiva no solo la educación, sino las
normas, la ética y la personalidad, la familia donde crecen influye
sobremanera en su comportamiento delictivo. En el caso de Edward
Theodore Gein, más conocido como Ed Gein, no iba a ser menos. Su infancia claramente le marcó, y mucho.
De padre maltratador y madre estricta y fanática religiosa, el joven
engendró una relación tortuosa e incestuosa con la matriarca. El
complejo de Edipo que sufría derivó en una obsesión por la sangre y la
tortura. La historia del conocido como ‘Carnicero de Plainfield’, ha inspirado series de televisión y películas como Psicosis de Alfred Hitchcock.
La moral y el pecado
Edward nació el 27 de agosto de 1906 en el condado de La
Crosse en el estado de Wisconsin (EEUU). Con siete años, se trasladaron a
la ciudad de Plainfield, a un pequeño rancho aislado a las afueras de la localidad para ejercer como granjeros.
Uno de los primeros y más inquietantes recuerdos que Gein tuvo en su
infancia: cuando, desde la puerta del matadero de la tienda de sus
padres, observaba cómo abrían en canal a los cerdos con un cuchillo
largo y afilado.
Al principio, Ed decía que la matanza le producía náuseas y
que ver sangre le provocaba el desmayo. Aunque esa aversión chocaba con
algunas de sus aficiones. Nos referimos a los cómics de terror y los
libros dedicados a las torturas perpetradas en los campos de
concentración nazis. Durante los primeros dieciséis años de su vida, el
único contacto del niño con la realidad fue el colegio. Pero Augusta le
acaparaba tanto que le prohibía tener amigos para evitar que su pureza
moral fuese manchada. De hecho, mientras citaba la Biblia, le recordaba que todos los hombres eran unos pecadores.
Poco a poco se forjó una relación de lo más extraña, “una relación de
amor-odio”, explica el psiquiatra George Amdt. Porque, el muchacho “la
escuchaba, la adoraba y le hacía caso en todo”,
Sin embargo, con el tiempo aquella situación se convirtió en el
“caldo de cultivo perfecto para una patología psiquiátrica”, asegura
Harold Schechter autor de Deviant. “Eran cuatro personas bajo el dominio de esa mujer. Era el ambiente perfecto para la locura”.
Ed forjó “una relación de amor-odio” con su madre
George AmdtEn cuanto al maltrato paterno, terminó en cuanto falleció en
1940. No sería la única muerte que sufriría la familia Gein. Parece ser
que el fallecimiento de su hermano Henry, en realidad fue el primer crimen que cometió este psicópata.
Y pese a que nunca se logró demostrar, todo apuntaba a que tras la
muerte del patriarca, las disputas entre hermanos fueron in crescendo.
Henry veía que la dependencia de Ed hacia su madre le perjudicada, algo
que él negaba taxativamente.
Poco después, Henry moría en extrañas circunstancias: un incendio en
la granja familiar terminaba con su vida. Según explicó Ed a la policía,
ambos intentaron apagar el fuego, pero su hermano no logró escapar de
las llamas. Tras pedir ayuda, no solo indicó el lugar donde se
encontraba el cadáver de su hermano, si no que éste apareció con un golpe en la cabeza. Finalmente, la investigación certificó muerte por asfixia. Era 1944.
Suplantando a su madre
Primero el padre, después el hermano y un año más tarde de la
tragedia del incendio, Augusta también fallecía. Sufría problemas del
corazón. Al contrario que con los dos primeros, la muerte de su madre
afectó sobremanera a Gein. No tenía a nadie más con quien comunicarse. “Se dio cuenta que no sabía hacer nada sin su madre”, indica Amdt. Porque su madre era “su único vínculo con la cordura”.
A partir de entonces, Ed dio rienda suelta al instinto criminal que le atormentaba. Ya no tenía la guadaña inquisitiva de su madre reprobando su conducta inmoral. Pero sí su voz, continua y permanente, hablándole en su mente. La manera que Gein encontró de restituir la figura de Augusta fue la de profanar tumbas.
Robaba cadáveres de mujeres de mediana edad que pudieran suplantar la
imagen de su madre. Para ello, miraba la sección de esquelas del
periódico local y seleccionaba a las víctimas. Después acudía al
cementerio en el fragor de la noche, desenterraba los cadáveres, los
cargaba en su furgoneta y los trasladaba hasta el sótano de su casa. Aquel lugar escondía los crímenes más horripilantes que podemos recordar.
Y aunque durante aquellos años, su hobbie se centró en el robo de personas muertas, a partir de 1947 se le atribuyen inexplicables desapariciones tanto en Plainfield como en sus alrededores. Una niña de 8 años a la puerta de su casa; una
adolescente de 15 mientras cuidaba a los hijos de un vecino; un granjero
y su amigo que iban a cazar… Pero nadie sabía quién era el artífice de
estas ausencias. Tuvieron que morir dos mujeres, Mary Hogan y Bernice Worden, para que las autoridades señalaran a Ed Gein como el asesino.
Según los exámenes psicológicos que le realizaron una vez detenido,
estos ratificaron que Edward era un hombre inteligente, por encima
incluso de la media. Que infundía respeto y confianza en algunos de sus
vecinos, pero con un trastorno emocional por el que a veces se comportaba de forma irracional. Otras en cambio, tenía períodos más lúcidos y de calma durante los cuales, sentía remordimientos. Todo ello unido a un desarrollo sexual y emocional tardío producido a causa de la represión ejercida
por su madre, hizo que Gein creara un mundo de extrañas fantasías. En
él, sus sentimientos con respecto a las mujeres se confundían con el
dolor que sentía por la muerte de su madre y el temor a transgredir su
propio y peculiar código moral.
Aquel conflicto se reflejaba en su mirada. Vecinas como Lena Trickey, afirma que se sentía muy incómoda en su presencia. “Había algo en sus ojos que me molestaba”, relata.
“No era el tipo de persona en la que yo confiaría”, recalca.
Curiosamente, aquel sentimiento solo lo tenían las féminas de la
localidad.
A la luz de la luna
Así que con aquella patología, sumada a su irrefrenable impulso de matar, el asesino en serio eligió a su primera víctima. Mary Hogan,
dueña de la taberna del pueblo, sufrió toda clase de vejaciones y
disecciones. Era noche de luna llena, su favorita, porque se vestía con
su particular disfraz de mujer confeccionado con la piel humana de sus
víctimas.
Mientras el asesino perpetraba aquel macabro ritual en el sótano de
su finca, un granjero de la zona, Seymour Lester, entraba a la taberna
de la mujer. Era la tarde del 8 de diciembre de 1954. Seymour
entró al local que estaba abierto e iluminado, pero completamente vacío.
Todo era muy raro. Comenzó a llamar a Mary y nadie contestaba. Fue entonces cuando vio una gran mancha de sangre en
la puerta que daba a la habitación trasera. Llamó al sheriff para pedir
ayuda y cuando llegó con sus ayudantes, siguieron esas manchas de sangre que conducían al aparcamiento.
El coche de Mary seguía aparcado, y la mancha de sangre terminaba al
lado de unas huellas recientes de un camión. Junto a ellas se toparon
con un cartucho de pistola calibre 32. Las evidencias apuntaban a que Mary había sido asesinada
y que habían arrastrado su cuerpo hasta un coche que esperaba fuera. No
había señal alguna de lucha, no habían robado dinero de la caja
registradora y tampoco parecía haber ningún motivo para tal crimen.
“Está en la casa, en la granja”
Ed Gein sobre la desaparición de Mary HoganLas noticias sobre este misterio se propagaron con rapidez y a
medida que pasaban las semanas sin que las autoridades encontraran nada
nuevo, una pregunta surgía en todas las conversaciones: “¿Qué le pasó a Mary Hogan?”.
Un mes después de los hechos, el mismísimo Ed Gein participó en uno de
lo corrillos. Su antiguo vecino, Fred Rein, recuerda que dijo: “Está en casa, en la granja”. Pero nadie le hizo caso. Todos pensaron que bromeaba. Desgraciadamente, decía la verdad. Él la había asesinado.
Mary Hogan no fue la única víctima que pasó por la sala de operaciones de su sótano. La ferretera Bernice Worden fue su siguiente ‘invitada’
en la denominada “Granja de los horrores”. Bernice y Mary tenían algo
en común para Gein: “No eran buenas mujeres”. O eso decía él.
A sangre fría
Era la mañana del sábado del 16 de noviembre de 1957 cuando el criminal arribó hasta la ferretería del pueblo propiedad de Bernice para comprar anticongelante. La mujer, de mediana edad y separada recientemente, se sorprendió cuando Ed le pidió salir. No le tomaba muy en serio. Así que tras apuntar su nombre en el libro de registros –lo
hacía con cada comprador por tema de contabilidad-, Gein sacó su
escopeta y la disparó. Cargó su cuerpo hasta el sótano y realizó el
mismo ritual que con Mary.
Nadie echó en falta a la ferretera hasta bien entrada la tarde,
cuando el encargado de la gasolinera vio la puerta cerrada con las luces
encendidas. Cuando las autoridades llegaron, se encontraron con un gran
reguero de sangre que llegaba a la parte trasera y se perdía tras unas
huellas de furgoneta. Una vez registrado el local, se percataron del
último apunte de Bernice. El nombre de Ed Gein aparecía como su último cliente. Mientras tanto, el asesino recibía la visita de unos amigos de la infancia. Bob y Darlene Hill llamaron a su puerta y Ed salió con las manos manchadas de sangre.
Su excusa: estaba despedazando un ciervo. Les invitó a entrar, se lavó,
se cambió de ropa y se dirigieron cenar a casa de la madre de los Hill.
Fue allí cuando otro vecino apareció informando de la desaparición de
Bernice. En ese instante, Gein reaccionó con un: “Debe tratarse de alguien con mucha sangre fría”.
Su amigo instó a que fuesen al pueblo para informarse y ayudar a la
policía, pero en ese instante, varias unidades del sheriff irrumpieron
en la propiedad. Iban a detenerle. Cuando Gein les vio, lo primero que
soltó fue: “Alguien me ha incriminado”.
La granja de los horrores
En cuanto uno de los agentes confirmó por radio la detención
del asesino, el sheriff junto al capitán del condado comenzaron a
inspeccionar la casa de Gein. Durante el rastreo, se toparon con cadáveres colgando, restos de cuerpos humanos, montañas de basura, excrementos,
libros de medicina y anatomía, y toda clase de elementos fabricados con
piel humana. Por no mencionar cabezas reducidas al estilo jíbaro. Un
apunte importante: el cadáver de su madre, Augusta, yacía aún en la cama de su habitación. Jamás fue enterrada.
Mientras investigaban su granja, Ed esperaba tranquilamente en la
Prisión del Estado de Wautoma custodiado por dos policías. A las 2:30 de
la madrugada del sábado 17 de noviembre, el sheriff regresó del
escenario del crimen y le interrogó durante doce horas. No abrió la boca. Permaneció en silencio. Fue a la mañana siguiente cuando el sospechoso confesó haber matado a Bernice y Mary Hogan. Sin embargo, siempre negó haber practicado canibalismo con los cadáveres, tal y como le insistieron los investigadores tras ver las múltiples mutilaciones que poseían los cuerpos.
Por otro lado, cuando los detectives le preguntaron sobre los otros
cadáveres que encontraron en el sótano, Ed Gein afirmó que los había
sacado del cementerio tras profanar sus tumbas. Eso sí, negó haber
practicado sexo con ellos. Ahí cuando la prensa pasó a bautizarle con el apodo de “El Carnicero de Plainfield”. Acababan de destapar a un monstruo que estaba escondido.
Inspiración para el cine y la televisión
Tras varios exámenes psicológicos, el 18 de diciembre los médicos concluyeron que Gein sufría esquizofrenia y
que por consiguiente, no estaba en condiciones de asistir a un juicio.
Pero aquello no reconfortaba a los ciudadanos de Plainfield.
Después de pasar las navidades en un hospital psiquiátrico, el 6 de
enero de 1958 el acusado escuchó impasible, comiendo chicle, el
testimonio de tres psicólogos. Finalmente, el juez aceptó las
recomendaciones de los expertos, y Ed Gein fue internado en el manicomio del Estado por tiempo indefinido.
Pero aquella decisión judicial levantó tal oleada de protestas entre
los habitantes de la localidad, que un día antes del domingo de ramos,
en marzo de 1958, la famosa “Granja de los horrores” acabó en llamas. Los crímenes de Ed Gein y sobre todo la extraña y
enfermiza relación que mantenía con su madre, inspiraron directamente la
novela Psicosis de Robert Bloch, que más tarde sería adaptada al cine gracias a Alfred Hitchcock. De hecho, el cineasta recuperó la truculenta personalidad de este asesino en serie para crear el personaje de Norman Bates, interpretado por Anthony Perkins, y cuya precuela, la serie Bates Motel, está encarnada por el jovencísimo Freddie Highmore.
Otras cintas que también están basadas en el carnicero son: La Matanza de Texas; la película Deranged de 1974, protagonizada por Roberts Blossom; o el personaje de Buffalo Bill de El silencio de los corderos. El 26 de julio de 1984 Ed Gein murió en el Mendota Mental Health Institute víctima de un cáncer e insuficiencia respiratoria.
Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Plainfield, en una tumba
sin marcar, para evitar más tensiones entre la población local.
Nunca podremos saber realmente qué es lo que convirtió a Ed Gein en
lo que era, un verdadero psicópata. Pero tras los homicidios perpetrados
por el ‘Carnicero de Plainfield’, esta pequeña ciudad americana jamás
volvió a ser la misma. Nada volvió a ser como antes. Aquellos crímenes los cambió para siempre.
Jean Hilliard, una niña de 19 años de Lengby, Minnesota, fue encontrada congelada en la nieve. El amigo que localizó a Jean la llevó al hospital cercano con pocas esperanzas de supervivencia. Milagrosamente, Jean sobrevivió y dejó desconcertados a los médicos y al personal médico.
¿Cómo se recuperó Jean Hilliard después de estar congelado?Lea más sobre el misterioso caso de Jean Hilliard, también conocida como "Ice Woman".
El accidente automovilístico en el noroeste rural de Minnesota:
El 20 de diciembre de 1980, Jean conducía de regreso a casa después de una noche con algunos de sus amigos. Su auto se deslizó en una carretera helada y perdió el control en una zanja. Afortunadamente, ella no resultó herida por este choque. Cuando Jean se estaba haciendo tarde, tomó un atajo en un camino de grava helado. Era el auto de su papá con tracción trasera, sin frenos antibloqueo. Debido a la temperatura bajo cero y los fuertes vientos, la obligó a apartarse del camino y a una zanja. Jean conocía a un chico llamado Wally Nelson, que vivía calle abajo. Ella comenzó a caminar hacia su casa, que estaba a unas dos millas de distancia.
Esa noche la temperatura era de −22 ° C y Jean llevaba botas de vaquero. Ella se sintió frustrada con el clima extremo, y la distancia era demasiado larga para soportarla. Sin embargo, después de caminar dos millas, finalmente vio la casa de su amiga a través de los árboles. Jean estaba tan deshidratada y cansada que se desmayó en el camino. El incidente ocurrió a la 1 de la mañana, así que no había nadie en las calles para ayudarla. Durante unas 6 horas, Jean permaneció inconsciente y tumbada en el césped cubierto de nieve. Apenas estaba viva y no tenía suficiente energía para pedir ayuda. A la mañana siguiente a las 7 am, Wally Nelson salió de su casa y notó que su amigo yacía congelado en el jardín delantero. Comprobó si había alguna señal de vida. Cuando Wally la movió, se dio cuenta de que Jean ya había muerto ya que su rostro no parecía normal.
La gravedad de la condición de Jean:
Wally recogió a Jean en su automóvil y fue al Hospital Municipal de Fosston. Aunque Jean no mostró signos aparentes de estar vivo, Nelson hizo el último esfuerzo para salvar a su amigo. Cuando los médicos la vieron por primera vez, no tenían idea de cómo salvarla. Estaban seguros de que la exposición al frío desagradable podría haber causado daño cerebral. La cara de Jean estaba pálida, y sus ojos estaban firmes, sin respuesta a la luz. Su pulso se desaceleró a alrededor de 12 latidos por minuto.
Los médicos no tenían ninguna esperanza en su vida. Dijeron que su piel era tan dura que no podían insertar una aguja hipodérmica para recibir una terapia intravenosa . Su temperatura corporal era demasiado baja para usar un termómetro. Se dieron cuenta de que estaba casi muerta. Jean también estaba envuelta en una manta eléctrica para ayudarla a mantenerse caliente.
Recuperación de Jean Hilliard después de ser congelado:
La familia de Jean Hilliard se reunió en oración, esperando un milagro. Dos horas después, a media mañana, tuvo convulsiones agresivas y recuperó la conciencia. Al enterarse de su hija, la madre de Jean se apresuró al hospital. Sostuvo la mano de Jean y siguió llamándola por su nombre. Después de un tiempo, Jean comenzó a hacer ruidos y finalmente pidió un vaso de agua. Ni los médicos ni la madre pudieron imaginar el milagro que sucedió frente a ellos. Al final del día, Jean era capaz de mover sus brazos. Tres días después, pudo mover las piernas. Los médicos quedaron atónitos con su mejora. Uno de los médicos lo calificó como un milagro en la historia médica.
Los médicos estaban preocupados y, por lo tanto, la mantuvieron en la UCI durante seis días. El personal médico descongeló a Hilliard con una manta de calentamiento eléctrico para ayudarla a mantenerse caliente. Durante las siguientes horas, Hilliard se recuperó por completo. Después de 49 días de examen, Jean salió del hospital sin ninguna lesión en el cerebro o el cuerpo. Sin embargo, se creía que debido a la presencia de alcohol en su sistema, sus órganos permanecían sin congelar. Esto evitó cualquier daño a su cuerpo en esa condición peligrosa.
David Plummer, profesor de medicina de la Universidad de Minnesota,
presentó otra teoría sobre la recuperación milagrosa de Jean Hilliard. Según Plummer, a medida que el cuerpo de una persona se enfría, su flujo sanguíneo se ralentiza. El cuerpo requiere menos oxígeno como una forma de hibernación .
Si el flujo sanguíneo aumenta al mismo ritmo que el cuerpo se calienta,
a menudo se puede recuperar, como lo hizo Jean Hilliard. Jean ahora está casada y es madre de tres hijos. Ella vive en Cambridge. En
una entrevista reciente, menciona que, junto con los médicos y las
enfermeras, la cadena de oración le ayudó a salvarle la vida.
El
20 de diciembre del año 1980 Jean Hilliard camino a casa por Lengby,
Minesota, tuvo un accidente de tráfico y su cuerpo quedó completamente
congelado a 15 metros de su coche, el poco tiempo que le dió para
caminar antes de congelarse por completo.
Estuvo 8 horas a temperaturas inferiores a -30ºC hasta que la encontraron la mañana siguiente. Al verla, se tomó como medida llevar el cuerpo a un hospital lo primero para realizar la autopsia.
Allí en el
hospital, el cuerpo seguía congelado, no podian ni usar las jeringillas
para sacar sangre. Los médicos no ponian en duda que la chica estaba
muerta, pero aun así, decidieron descongelarla y ponerla en calor. Para sorpresa de
todos, el cuerpo comenzó a moverse un poco según se descongelaba, y
finalmente abrió los ojos, estaba viva, los médicos no se lo podían
creer. En una semana recibió el alta médica y desde entonces tiene una anécdota increíble para contar a sus nietos.