Hay escenarios singulares, como satinados por una dimensión
de lo extraño, lo telúrico e incluso lo espiritual. Pendle Hill es uno
de esos lugares donde la increíble belleza natural entreteje un pasado
de leyenda donde la tragedia y la brujería, forman un manto único para
todo curioso y amante de las leyendas. Este caso, es sin duda junto al
de los juicios de Salen, de los mas importantes en lo que a condenas de
brujería se refiere, cabe decir, que la superstición de las gentes de la
época influyó mucho, hoy no seria viable.
Estamos en Lancashire, Inglaterra, cerca de las ciudades de Burnley y Nelson. En este relato de la historia negra británica hemos de ascender por una llamativa colina, un cerro en realidad muy aislado que se alza a 557 metros sobre el nivel del mar.
Pendle Hill es conocida sobre todo por ser el lugar donde doce mujeres, fueron acusadas de brujería en el siglo XVII.
La historia de los juicios de las 12 brujas de Pendle Hill sigue recordándose a día de hoy como el viento rancio que en ocasiones, acompaña parte de nuestra historia. Son esos rincones del pasado donde se contiene la superstición, el miedo y ese fanatismo tan difícil de entender.
Estamos en Lancashire, Inglaterra, cerca de las ciudades de Burnley y Nelson. En este relato de la historia negra británica hemos de ascender por una llamativa colina, un cerro en realidad muy aislado que se alza a 557 metros sobre el nivel del mar.
Pendle Hill es conocida sobre todo por ser el lugar donde doce mujeres, fueron acusadas de brujería en el siglo XVII.
La historia de los juicios de las 12 brujas de Pendle Hill sigue recordándose a día de hoy como el viento rancio que en ocasiones, acompaña parte de nuestra historia. Son esos rincones del pasado donde se contiene la superstición, el miedo y ese fanatismo tan difícil de entender.
En esa época, existía un pequeño poblado que hacía vida en
este cerro aislado, demasiado aislado quizá del mundo, y de lo que se
consideraba civilizado. La ciudad de Lancashire veía a Pendle Hill como
un “agujero” donde lo salvaje, la violencia y el sexo, campaban con
total libertinaje, como el nubarrón tormentoso que todo el mundo teme, y
que se aloja en la cima de una montaña.
Los pueblos que rodeaban la colina de Pendle Hill veían a aquella gente con pavor, como salvajes paganos que vivían en una dimensión aparte, con sus normas y sus leyes. Las mujeres de Pendle Hill, como ya puedes imaginar, tenían su propia sabiduría, la sabiduría de la naturaleza, de los ciclos de la luna, de las artes de sanación a través de las plantas, de los frutos, del veneno de los insectos…
Todo eso que muchos, asociaban a las malas artes de la brujería, cuando en realidad, no era más que la sabiduría del equilibrio natural, de las flores y las oraciones a diosas ancestrales…
También se pensaba de ese pequeño poblado alojado en el cerro de Pendle, que practicaban misas oscuras y que adoraban al Diablo. Estamos en una época donde todo aquello que fuera diferente, era asociado a lo maligno. A lo perverso.
Hasta que llegó un momento en que los vecinos de la ciudad, empezaron a denunciar que la leche de las vacas salía agria, que la leche de las mujeres que amamantaban a sus hijos estaba envenenada, que las flores nacían con los tallos al revés, que el ganado fallecía sin causas conocidas y que la población, enfermaba de dolencias malignas. ¿Y quiénes eran los culpables? En efecto, las gentes de Pendle Hill, y en concreto, las mujeres.
Los pueblos que rodeaban la colina de Pendle Hill veían a aquella gente con pavor, como salvajes paganos que vivían en una dimensión aparte, con sus normas y sus leyes. Las mujeres de Pendle Hill, como ya puedes imaginar, tenían su propia sabiduría, la sabiduría de la naturaleza, de los ciclos de la luna, de las artes de sanación a través de las plantas, de los frutos, del veneno de los insectos…
Todo eso que muchos, asociaban a las malas artes de la brujería, cuando en realidad, no era más que la sabiduría del equilibrio natural, de las flores y las oraciones a diosas ancestrales…
También se pensaba de ese pequeño poblado alojado en el cerro de Pendle, que practicaban misas oscuras y que adoraban al Diablo. Estamos en una época donde todo aquello que fuera diferente, era asociado a lo maligno. A lo perverso.
Hasta que llegó un momento en que los vecinos de la ciudad, empezaron a denunciar que la leche de las vacas salía agria, que la leche de las mujeres que amamantaban a sus hijos estaba envenenada, que las flores nacían con los tallos al revés, que el ganado fallecía sin causas conocidas y que la población, enfermaba de dolencias malignas. ¿Y quiénes eran los culpables? En efecto, las gentes de Pendle Hill, y en concreto, las mujeres.
Cuando por fin las autoridades se atrevieron a ascender a
la colina, fueron a una casa, donde, según cuentan los textos de la
época, encontraron a un grupo de mujeres haciendo efigies de arcilla con
cabello y dientes humanos. ¿Resultado? Ya lo podeis imaginar. Se
celebró un juicio para procesar a aquellas damas como “maleficium” (es
decir, causar daño ajeno mediante la brujería), y de esas 12 mujeres, 11
de ellas fueron declaradas culpables y, en consecuencia, colgadas en la
horca pública.
Se las condenó no sólo por brujas, sino por practicar incluso el canibalismo y el infanticidio. Aquel proceso fue muy conocido en toda Inglaterra, de ahí que a día de hoy, muchos vean con auténtico pánico esa tranquila colina de Pendle Hill, y se realicen incluso “tours” para recordar todo lo que allí aconteció.
No faltan, actualmente, testigos que dicen percibir en esta zona un gran sufrimiento y una rabia tan intensa, que es como atravesar un portal a lo oscuro donde muchos han experimentando incluso agresiones físicas, golpes o mordiscos. Terrible, no hay duda.
Se las condenó no sólo por brujas, sino por practicar incluso el canibalismo y el infanticidio. Aquel proceso fue muy conocido en toda Inglaterra, de ahí que a día de hoy, muchos vean con auténtico pánico esa tranquila colina de Pendle Hill, y se realicen incluso “tours” para recordar todo lo que allí aconteció.
No faltan, actualmente, testigos que dicen percibir en esta zona un gran sufrimiento y una rabia tan intensa, que es como atravesar un portal a lo oscuro donde muchos han experimentando incluso agresiones físicas, golpes o mordiscos. Terrible, no hay duda.
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