De entre todos los avistamientos ufológicos de cualquier
tipo la mayoría de los encuentros suelen presentar varias
características en común si bien, cada caso es especial en sí mismo.
Normalmente los testigos de lo incomprensible se topan de bruces con
alguna escena ya tan arraigada en la iconografía del inconsciente
colectivo que resulta hasta familiar teniendo en cuenta el dossier
gráfico de experiencias relacionadas con el fenómeno que han trascendido
hasta ahora, pero existen algunos casos de encuentros tan inusitados
que se sitúan más allá de cualquier realidad concebible.
Un ejemplo de lo expuesto son los escasos, aunque intrigantes, avistamientos de figuras humanoides voladoras que, siendo siluetas antropomórficas, aparecen en los cielos sin evidenciar ningún tipo de ayuda mecánica para tal fin.
Varios de estos seres fueron vistos durante laSegunda Guerra Mundial en Japón, al sur del archipiélago, más concretamente son famosos los avistamientos de la isla de Okinawa.
Sobre esta pequeña tierra que se alza en el océano Pacífico los
soldados norteamericanos luchaban por obtener el control de la nación
japonesa y fue durante una de las ofensivas americanas en el año 1945
cuando estos extraños seres se manifestaron de forma visible ante los
contendientes de la batalla.
Fueron decenas de avistamientos los que tuvieron lugar y un gran número de soldados afirmaba sin pudor alguno que habían estado ante la presencia de una figura humanoide alada. Los reportes se sucedían y usualmente alguna de estas figuras se presentaba en solitario ante un grupo de hombres, sin embargo se documentó una ocasión en la que se avistó un grupo de varios de estos humanoides.
Seres que flotaban en las alturas, observando desde la lejanía los horrores de la guerra. Su vuelo no emitía ningún tipo de sonido perceptible.
En occidente, tal vez, un avistamiento de un ser que
respondiera a estas características habría sido bautizado rápidamente de
ángel, un ángel que en lugar de mensajero, se sentaba a observar, sin
embargo en Japón esto no sucedió. Quién sabe si por la influencia
cultural o porque ningún testigo sintiera que estaba ante la presencia
de este tipo de seres sino de algo más.
¿Qué interés podrían haber tenido estas criaturas en presenciar un suceso tan cruento como una guerra? Fenómenos
inusuales de todo tipo son reportados durante acontecimientos de gran
carga emocional, batallas y catástrofes. Casi todos de carácter negativo
pues muy escasa resulta la presencia de lo desconocido durante eventos
de razón positiva o neutral.
Las apariciones de los humanoides alados se detuvieron
con el final de la guerra pero se volvieron a manifestar tiempo más
tarde, en 1952 en una base militar de la ciudad de Kioto. El soldado
Sinclair Taylor fue el testigo en este caso. Al caer la noche comenzó
su ronda de guardia que en principio fue tranquila hasta que escuchó un
extraño sonido de aleteo que se aproximaba hacia su posición en la
oscuridad. Tratando de discernir la naturaleza del sonido, el soldado
atisbó una figura volando en el cielo nocturno que en primera instancia
identificó con un pájaro de grandes proporciones. A medida que la
criatura se acercaba pudo por fin discernir que no se trataba de un ave
como pudo haber pensado, sino que era un enorme humanoide que
medía 2 metros de alto dotado de unas exuberantes alas de 2 metros de
envergadura. Aquel ser se mantuvo volando cerca del desconcertado
soldado. Presa del pánico el hombre no procesó mejor idea que la de
apuntar su arma yabrir fuego contra la perturbadora figura que
revoloteaba a su alrededor. A continuación sucedió algo muy común en
este tipo de encuentros: el ser desapareció. En un pestañeo se había desvanecido.
Pero esta no había sido la única ocasión en la que el humanoide alado se había presentado en aquella base. Al
comunicarle lo sucedió a su superior, al solado le notificaron que no
había sido el primero en relatar aquella historia y que la criatura ya
había sido vista por un compañero suyo en la misma base.
Trascendiendo los límites de la base fueron muchos los
vecinos que reportaron avistamientos similares; muchos de ellos
identificando una extraña figura con un gran pájaro y numerosos fueron
también los testigos que afirmaron haber visto volar extrañas luces que
realizaban movimientos imposibles en el cielo. De nuevo encontramos un significativo aumento de la presencia OVNI en una zona que precede extraños encuentros con entes singulares.
Tras estos encuentros no existe ningún tipo de
documentación que manifieste que esta criatura volviera a aparecerse en
la zona. Tal vez no se volviera a manifestar o tal vez, no volviera a
ser vista.
La realidad de lo irreal se presenta con contundencia ante
los desconcertados testigos que sin poder encontrar una explicación
lógica, tampoco pueden negarla, poniendo el mundo del revés. Como
siempre, este tipo de seres con semejanzas con otros seres crípticos
como el Mothman o el Hombre-Búho, llegan tras una fuerte actividad
ufológica que casi anuncia su presencia y parece que se dejan ver conscientemente en un acto voluntario sin motivo aparente aunque inherente, simplemente para desvanecerse en el aire y pretender que nada hubiera sucedido.
Sin duda, este tipo de inusitados encuentros generan en el
espectador un dilema moral y existencial acerca de la realidad,
tambaleando todo conocimiento de lo que hasta entonces se presumía como
real y que, aunque no defina una certeza absoluta, al menos deja la
puerta abierta a una comprensible duda.
‘’Si existe algún conflicto entre el mundo natural y el
moral, entre la realidad y la conciencia, la conciencia es la que debe
llevar la razón.’’
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