Por tudiscovery
La historia universal nos ha dejado a grandes personajes en distintos rubros. Genios, habilidosos y virtuosos: la humanidad, cada tanto, sabe elevar a exponentes que marcan un antes y un después en las sociedades e inspiran a generaciones a lo largo de los años. Pero no todos los personajes recordados lograron cosas maravillosas: mucho se ha escrito sobre figuras como Vlad Tepes, Elizabeth Bathory o Adolf Hitler, quienes han ocupado lugares de poder y no se han privado de marcar un reguero de sangre durante sus vidas.
Estos nombres hoy son recordados como algunas de las personas más crueles que han pasado por la Tierra. Pero no es necesario ser príncipe, condesa o canciller para ganarse un lugar dentro de este ranking. Peter Kurten, un alemán que se llevó la vida de 79 personas a comienzos del siglo XX, Jack el Destripador, el asesino serial que sacudió la noche de Londres con sus crímenes durante 1888, y Carlos Robledo Puch, apodado el Ángel de la Muerte por los homicidios y violaciones que se acreditó durante la década de 1960, son algunos de los civiles que no necesitaron un cargo en el poder para hacer uso de su sadismo.
Estos temibles seres también son pasibles de ser agruparlos por el modus operandi más que por su estatus, y uno de los más impactantes es aquél en el que se ahorca a las víctimas. Entre estos destacados personajes del horror se destacan tres que han quedado en la historia para siempre. Conócelos a continuación:
ALBERT DE SALVO, EL ESTRANGULADOR DE BOSTON
Oriundo de Chelsea, Massachusetts, Albert De Salvo se crió en un entorno desfavorable: era hijo de un padre violento y alcohólico y una madre sumisa que sufrió todo tipo de atrocidades. Perturbado por su entorno, durante su juventud se acreditó algunos hurtos y delitos menores que lo pusieron frente a la Ley en varias oportunidades.
Esta adolescencia conflictiva no impidió que De Salvo se uniera a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos -su servicio parece haber sido correcto porque se retiró con honores a los pocos años-. Sin embargo, volvió a torcer el rumbo un tiempo después…
La ciudad de Boston vivió entre 1962 y 1964 varios momentos de conmoción porque 13 mujeres aparecieron muertas en sus departamentos en distintos momentos a lo largo del período. Las víctimas, de entre 13 y 85 años, tenían un signo en común: todas habían sido ahorcadas. Al asesino, cuya identidad hasta ese entonces era desconocida, lo bautizaron como El estrangulador de Boston.
El 27 de octubre de 1964, De Salvo fue detenido por la policía tras un intento fallido de violación al entrar en la casa de una mujer en Boston. Cuando prestó declaración aquel día se quebró y confesó que, en realidad, él era El estrangulador de Boston.
Estuvieron a punto de condenarlo a muerte por los crímenes que había cometido, pero terminaron encerrándolo a comienzos de 1967 en una institución mental, tras someterlo a una pericia psiquiátrica. De Salvo se escapó de allí en febrero de aquel año, aunque a los pocos días fue capturado por las autoridades y depositado en la prisión de máxima seguridad de Walpole.
Allí pasó varias temporadas hasta que fue encontrado muerto en la enfermería -a raíz de una apuñalada- el 25 de noviembre de 1973. Nunca se supo quién había sido el autor de aquel ataque.
Albert De Salvo es recordado como uno de los peores criminales de la historia, pero puede que su confesión antes de caer en prisión no haya sido del todo cierta y que las 13 muertes que se le adjudicaron no hayan sido pagadas debidamente.
ANGELO BUONO Y KENNETH BIANCHI, LOS ESTRANGULADORES DE LA LADERA
Estos primos, sembraron el terror en Los Ángeles, California, porque fueron los autores de 10 asesinatos en un período de cuatro meses, entre 1977 y 1978. Sus víctimas, todas mujeres que tenían entre 12 y 28 años, recibieron el mismo horrible tratamiento: fueron secuestradas, violadas, torturadas y asfixiadas. Como todos sus actos tuvieron lugar en la zona montañosa de la ciudad, Buono y Bianchi fueron catalogados como Los estranguladores de la ladera.
Por suerte, su reinado de terror duró poco: fueron denunciados y capturados por las autoridades mientras trataban de escapar del país. Ambos fueron condenados a cadena perpetua por las atrocidades cometidas. Kenneth Bianchi está tras los barrotes de la Penitenciaría Estatal de Washington y AngeloBuono estuvo en la Prisión Estatal de Calipatia hasta el 21 de septiembre de 2002, cuando murió de forma repentina por un infarto masivo.
LEE ROY MARTIN, EL ESTRANGULADOR DE GAFFNEY
El último asesino de esta serie es recordado como El estrangulador de Gaffney. Lee Roy Martin vivía y trabajada en Gaffney, Carolina del Sur, ciudad en la que abdujo y sofocó hasta la muerte a cuatro personas entre 1967 y 1968.
En febrero de 1968, Martin llamó -sin dar su nombre- al periódico local para informarle a un periodista dónde encontrar a sus primeras tres víctimas. La policía fue a los lugares marcados por el informante y encontró los cadáveres correspondientes. Unos días después del hallazgo, este demente volvió a llamar al periódico y avisó que estas muertes “solo eran el comienzo”. Al día siguiente cumplió con su promesa: secuestró a Opal Buckson, una niña de 14 años, para luego ahorcarla hasta el final.
La desesperación de los Buckson fue desesperante: nadie sabía dónde estaba o qué había pasado con esta niña. Martin, ya habiéndola estrangulado, fue hasta la casa de la víctima para ofrecer ayuda ante una familia que estaba desbordada.
Por suerte, el cinismo de este personaje no llegó lejos: la hija mayor sospechó haber visto al estrangulador y a su auto el día que desapareció la pequeña, así que decidió denunciarlo y posar un halo de sospecha sobre él. Luego de dos días de desesperación, la policía encontró el cuerpo de Opal en un bosque en las afueras de Gaffney. A este hallazgo se le sumó el hecho de que un policía local había visto el coche de Martin cerca del lugar el día del crimen.
Estas razones fueron suficientes para que las autoridades se dirigieran hasta el molino en donde trabajaba Lee Roy Martin y lo arrestaran en el acto. El asesino confesó los cuatro hechos y fue condenado a prisión perpetua sin posibilidad de apelar. Murió apuñalado mientras cumplía su eterna condena, el 31 de mayo de 1972.
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