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Planeta azul se presenta nuevamente, con una investigación sobre las dos armas, indudablemente, más poderosas, descritas en la biblia, en poder del rey salomón, portadoras de avanzada tecnología extraterrestre. Salomón es un personaje descrito en la Biblia como el tercer y último rey del Israel unificado (incluyendo el reino de Judá). Es célebre por su sabiduría, riqueza y poder, pues La Biblia’ ‘lo considera el hombre más sabio que existió en la Tierra. Logró reinar cuarenta años y su reinado quedaría situado entre los años 970 a.C. y el 930 a.C. aproximadamente. Construyó el Templo de Jerusalén, y se le atribuye la autoría del Libro de Eclesiastés, libro de los Proverbios y Cantar de los Cantares, todos estos libros recogidos en la Biblia. Es el protagonista de muchas leyendas posteriores, como que fue uno de los maestros de la
Cábala. En el Tanaj (libro hebreo, a una versión del cual los cristianos llaman Antiguo Testamento) también se le llama Jedidías. En la Biblia se dice del rey Salomón que heredó un considerable imperio conquistado por su padre el rey David, que se extendía desde el Valle Torrencial, en la frontera con Egipto, hasta el río Éufrates, en Mesopotamia. Tenía una gran riqueza y sabiduría y administró su reino a través de un sistema de 12 distritos. Poseyó un gran harén, el cual incluía a «la hija del faraón». Honró a otros dioses en su vejez y consagró su reinado a grandes proyectos de construcción. La Biblia dice del rey Salomón que era «el más sabio de los hombres», que podía pronunciar un discurso sobre la biodiversidad de todas las plantas, «desde los cedros del Líbano hasta el hisopo que crece en los muros, y animales, y pájaros, y cosas que se arrastran, y peces».
Según la Biblia, Dios concedió a Salomón una sabiduría extraordinaria. Las leyendas aseguraban que este fabuloso rey conocía el lenguaje de los animales, tenía conocimientos sobre cristales y piedras y sobre el mundo vegetal, poseía conocimientos científicos muy amplios y además tenía el don de hacer milagros. Según los teóricos de los antiguos astronautas, todos estos dones o virtudes no son más que el producto de una instrucción extraterrestre. La historia cuenta que durante el reinado de salomón, hijo y sucesor del rey David, el estado hebreo vivió una época de gran prosperidad gracias al impulso que el monarca dio a las relaciones comerciales con otros países y a sus buenos oficios como gobernante. La tradición cuenta que el poder mágico del célebre y sabio rey hebreo radicaba en su anillo.
Gracias a él, Salomón consiguió dominar el mundo de los espíritus y pudo llevar a cabo la gran empresa de construir el templo de Jerusalén. El monarca buscaba consejo en la poderosa joya, que le revelaba todo lo que quería saber de lo humano y lo divino. Dios le dotó de sabiduría comunicándole al mismo tiempo todos los secretos naturales y sobrenaturales, y entre estos últimos la ciencia más sublime y las más útil de todas: la de evocar a los genios y a los espíritus y mandarlos. Salomón, según se dice, tenía un anillo con un talismán que le daba un poder absoluto sobre estos intermedios entre Dios y los hombres. La leyenda del Rey Salomón, bastante conocida en las culturas judeocristianas, menciona que era un rey omnipotente, un hombre sabio y además, el mago más poderoso de entonces.
Estos poderes se explicaban por la posesión de un anillo que corrompe a aquél que lo lleva. Se dice que el arcángel Miguel fue quien lo dotó de tal tesoro, El cual le dijo que sería capaz de dominar a todos los demonios de la tierra, y con su ayuda, construiría Jerusalén. Con el anillo sería capaz de conocer la lengua de las aves, los animales y los peces, y nada en la tierra le estaría oculto. Este anillo, se cree, fue guardado en el Santo Santuario, en el Arca de la Alianza. Entre los distintos autores que han tratado sobre Salomón y el Arca de la Alianza, se distingue Erich von Daniken, creador de la teoría de los antiguos astronautas o del paleo contacto, y en su obra “Profeta del Pasado”, lo relata, con su estilo característico.
Planeta azul como portal que apoya esta teoría ha tomado como base este relato para ilustrar este artículo. Según el Éxodo, Dios ordenó a Moisés que construyera un Arca. Las instrucciones que Moisés recibió fueron: “Mira bien y hazlo fabricar según el diseño que se te ha propuesto en el monte”. El Zohar, obra principal de la Cabala, dedica al Arca de la Alianza casi cincuenta páginas, y ha consignado hasta los más mínimos detalles que pasaron inadvertidos a los ojos de otros narradores. A primera vista podrá sorprender que el Zohar hable del Arca de la Alianza bajo el epígrafe de «El Antepasado de los Días».
Pero es evidente que la descripción cuadra con el Arca. En el Zohar se dice que Moisés recibió de Yahveh, el Dios de Israel, instrucciones para la construcción de una caja según especificaciones exactamente detalladas, y con destino al «Antepasado de los Días». El recipiente debía acompañarle con el misterioso «Antepasado» en la travesía del desierto. Aunque sabemos que el Arca existió, hay dudas sobre su verdadero tamaño y se discute su finalidad. Una de las primeras cosas que hizo el Rey David, padre de Salomón, fue trasladar el Arca de la Alianza desde su última ubicación temporal hasta la capital, como preparativo para su emplazamiento en una Casa de Yahveh que David planeaba erigir. Pero ese honor, según le dijo el profeta Natán, no sería suyo debido a la sangre derramada por sus manos en las guerras y en sus conflictos personales.
Este honor, se le dijo, sería para su hijo Salomón. Todo lo que se le permitió hacer mientras tanto fue erigir un altar, cuyo lugar exacto se lo mostró a David un «Ángel de Yahveh, de pie entre el Cielo y la Tierra», que señalaba el lugar con una espada. También se le mostró un Tavnit, un modelo a escala del futuro templo, y se le dieron detalladas instrucciones arquitectónicas, que, llegado el momento, David transmitió a Salomón en una ceremonia pública, diciendo: “Todo esto, escrito por Su mano, me hizo comprender Yahveh, de todas las obras del Tavnit”. En la Biblia se dice: “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza“. Con respecto a imagen y semejanza, Maimónides, en su obra “Guía de los Descarriados“, distingue dos conceptos: tzélem (forma) y demut (semejanza), de tóar (aspecto) y tavnit (configuración).
Tóar y tavnit expresan la figura material, mientras que tzélem y demut la forma espiritual. La Tora (Instrucción), al indicar tzélem y demut define el espíritu y nos confronta con uno de los principios básicos del Hebraísmo. No es posible elevarse a Elohim por medio de la materia, tóar y tavnit, (Isaías XLIV) y sí por medio del espíritu, tzélem y demut. En el cuarto año de su reinado (480 años después del comienzo del Éxodo, según la Biblia), Salomón comenzó la construcción del Templo, «sobre el Monte Moriah, como se le había mostrado a su padre, David».
Mientras se traían maderas de los cedros del Líbano, se importaba el oro más puro de Ofir y se extraía y se fundía el cobre para los lavabos, había que erigir la estructura con «piedras talladas y cinceladas, grandes y costosas piedras”. Los sillares de piedra tuvieron que prepararse y tallarse según el tamaño y la forma deseados, pero en otra parte, ya que la construcción estaba sujeta a una estricta prohibición contra el uso de cualquier herramienta de hierro en el Templo. Así, los bloques de piedra tuvieron que ser transportados y ubicados en el lugar sólo para su montaje. «Y la Casa, cuando estaba en construcción, se hizo de piedra, lista ya antes de ser llevada hasta allí; de modo que no hubo martillo ni sierra, ni ninguna herramienta de hierro en la Casa mientras se estuvo construyendo».
Ofir (hebreo estándar Ofir, hebreo de Tiberíades Ôp̄îr) es un puerto o región mencionada en la Biblia que fue famosa por su riqueza. Se cree que el rey Salomón recibía cada tres años un cargamento de oro, plata, sándalo, piedras preciosas, marfil, monos y pavos reales de Ofir. Estudiosos de la Biblia, arqueólogos y otras muchas personas han intentado determinar la localización exacta de Ofir. Muchos estudiosos modernos sostienen que podía haber estado en el suroeste de Arabia, en la región del actual Yemen. Ésta es también la posible localización de Sheba. Otra posibilidad es la costa africana del Mar Rojo, ya que el nombre puede ser derivado de la etnia Afar de Etiopía. Otras posibles localizaciones varían enormemente. El Easton’s Bible Dictionary (1897) menciona la conexión a «Sofir», el nombre copto para la India, y también una posible conexión a Abhira, en la desembocadura del río Indo.
Flavio Josefo lo conectó con Cophen, un río indio, a veces asociado a una parte de Afganistán. Algunos estudiosos, que proponen conexiones entre Eurasia y América antes de la llegada de Colón, también han hecho sus propias hipótesis, incluyendo lugares como Perú. Llevó siete años finalizar la construcción del Templo y equiparlo con todos los utensilios del ritual. Después, en la siguiente celebración del Año Nuevo («en el séptimo mes»), el rey, los sacerdotes y todo el pueblo presenciaron el traslado del Arca de la Alianza hasta su lugar permanente, en el Santo de los Santos del Templo. “No había nada en el Arca, salvo las dos tablillas de piedra que Moisés había puesto en su interior en el Monte Sinaí”. En cuanto el Arca estuvo en su lugar, bajo los querubines alados, «una nube llenó la Casa de Yahveh», obligando a los sacerdotes a salir apresuradamente.
Después, Salomón, de pie ante el altar que había en el patio, oró a Dios «que mora en el cielo» para que viniera y residiera en esta Casa. Fue más tarde, por la noche, cuando Yahveh se le apareció a Salomón en un sueño y le prometió una presencia divina: «Mis ojos y mi corazón estarán en ella para siempre». El Templo se dividió en tres partes, a las cuales se entraba mediante un gran pórtico flanqueado por dos pilares especialmente diseñados. La parte frontal recibió el nombre de Ulam («Vestíbulo»); la parte más grande, la del medio, era el Ekhal, término hebreo que proviene del Sumerio E.GAL («Gran Morada»). Separada de ésta mediante una pantalla, estaba la parte más profunda, el Santo de los Santos. Se le llamó Dvir, literalmente: “El Orador”, pues guardaba el Arca de la Alianza con los dos querubines sobre ella, de entre los cuales Dios le hablaba a Moisés durante el Éxodo. El gran altar estaba en el patio, no dentro del Templo. Los datos y las referencias bíblicas, las tradiciones antiguas y las evidencias arqueológicas no dejan lugar a dudas de que el Templo que construyó Salomón (el Primer Templo) se levantaba sobre la gran plataforma de piedra que todavía corona el Monte Moriah (también conocido como el Monte Santo, Monte del Señor o Monte del Templo).
Todo parece indicar que el Arca de la Alianza podía ser algún sofisticado medio de comunicación, incluyendo, tal vez, algún tipo de hologramas. O, especulando todavía más, algún tipo de puerta estelar. Dadas las dimensiones del Templo y el tamaño de la plataforma, existe un acuerdo general sobre dónde se levantaba el Templo, y sobre el hecho de que el Arca de la Alianza, dentro del Santo de los Santos, estaba emplazada sobre un afloramiento rocoso, una Roca Sagrada que, según firmes tradiciones, era la roca sobre la que Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac. En las escrituras judías, la roca recibió el nombre de Even Sheti’yah, «Piedra de Fundación», pues fue a partir de esa piedra que «todo el mundo se tejió». El profeta Ezequiel la identificó como el Ombligo de la Tierra.
Esta tradición estaba tan arraigada, que los artistas cristianos de la Edad Media representaron el lugar como el Ombligo de la Tierra y siguieron haciéndolo así aún después del descubrimiento de América. El Templo que construyera Salomón (el Primer Templo) lo destruyó el rey babilonio Nabucodonosor en 576 a.C, y lo reconstruyeron los exiliados judíos a su regreso de Babilonia, 70 años después. A este respecto vale la pena resaltar que la tradición interna de la Orden Masónica afirma que Jacobo de Molay, el último maestre de los Templarios, hizo crear poco antes de ser quemado en la hoguera cuatro grandes logias masónicas. Estos mismos rituales remontan a Salomón, el monarca israelita, los orígenes del Arte que ellos practican. Pero afirman que este llegó a occidente a través de los Caballeros del Templo de Salomón. Es decir, defienden que la masonería se había configurado en Tierra Santa por obra de las órdenes militares, especialmente la del Temple, y que, como hemos visto, fueron estas fraternidades de constructores llegadas a occidente las que habrían originado la francmasonería moderna.
El profeta Samuel, que también fue juez, y que, como tal, debía ser un buen observador, escribió: “Ahora, pues, manos a la obra: haced un carro nuevo, y uncid al carro dos vacas recién paridas, que no hayan traído yugo… Tomaréis después el Arca del Señor y la pondréis en el carro; colocando a su lado en un cofrecillo las figuras de oro que le consagrasteis por el pecado”. Y Samuel incluso nos habla de otro carro utilizado para el transporte: “Y pusieron el Arca de Dios en un carro nuevo, sacándola de la casa de Abinadab, que habitaba en una colina; siendo Oza y Ahio, hijos de Abinadab, los que iban guiando el carro nuevo… Y a cada seis pasos que andaban los que llevaban el Arca del Señor…”. Pese al empleo de uno o varios carros y la tracción a cargo de dos vacas fuertes, el peso muerto no debió ser superior en ningún caso a unos trescientos kilos, aproximadamente, pues a veces el Arca es transportada y trasladada por los levitas, sacerdotes a cargo de los santuarios de Yahveh: “Y a cada seis pasos que andaban los que llevaban el Arca del Señor, inmolaban un buey y un carnero”.
Pero, ¿qué era lo que transportaron a través del desierto los judíos, entre grandes trabajos y durante cuarenta años? Si tantas molestias les causaban, ¿por qué no podían desprenderse de ese objeto? Lazarus Bendavid (1762-1832), filósofo y matemático de Berlín, que dirigió la Academia libre judía, fue un «judío ilustrado y conocido filósofo», que consiguió demostrar que «el Arca de la Alianza de los tiempos mosaicos debió contener un grupo bastante completo de instrumentos eléctricos, cuyas influencias se hacían sentir en el exterior». Lazarus Bendavid no sólo fue un hombre sabio, sino que además se adelantó con mucho a su época. Sabía que el acceso al Arca de la Alianza estaba rigurosamente limitado a un círculo muy restringido de personas, y que ni siquiera los Sumos Sacerdotes podían acercarse al Arca todos los días, sin peligro de sufrir un terrible accidente. «La visita al Santo de los Santos, según testimonio de los talmudistas, iba siempre unida a un peligro mortal; los Sumos Sacerdotes se le acercaban siempre con cierto temor, y se juzgaban afortunados si conseguían alejarse de nuevo sin que les hubiese acaecido nada malo». Después de una guerra contra los israelitas, a los que vencieron, los filisteos, tribu hebrea de procedencia occidental, confiscaron el Arca del Señor. Habían observado que los israelitas concedían mucha importancia al misterioso artefacto y esperaban sacar beneficio de su posesión. Pero los filisteos no supieron qué hacer con él. En todo caso, tardaron poco en darse cuenta de que todas las personas que se acercaban al Arca enfermaban o morían.
Entonces empezaron a trasladar su botín de un lugar a otro, pero en todas partes ocurrió lo mismo: los curiosos que se aproximaban demasiado enfermaban con tumores y caída del cabello. Muchos padecían grandes vómitos, y algunos murieron de una muerte horrible (cáncer). Los filisteos fueron un pueblo de la Antigüedad, del cual existen testimonios en diferentes fuentes textuales (asirias, hebreas, egipcias) o arqueológicas. Ellos se mencionan en la genealogía de las naciones, donde juntamente con Caftorín, fueron descendientes de Mesraín. Se hacen conjeturas que con bastante probabilidad habían venido de Creta, algunas veces identificada con Caftor y que no dejaban de ser gente más bien “pirata“. Los filisteos aparecen en fuentes egipcias donde son presentados como los enemigos de Egipto venidos del norte, mezclados con otras poblaciones hostiles conocidas colectivamente por los antiguos egipcios bajo el nombre de Pueblos del Mar.
Tras su enfrentamiento con los egipcios, los filisteos se establecieron en la costa suroeste de Canaán, es decir, en la región central de la actual Franja de Gaza. Los antiguos egipcios fabricaban artefactos sagrados con maderas preciosas revestidas de láminas de oro. El Arca de la Alianza es, quizás, el más famoso de esos artefactos. Era una caja de madera de acacia revestida de láminas de oro fino. Las urnas sagradas destinadas a la protección de los objetos sagrados que ahí se almacenaban eran construidas como condensadores que luego se cargaban eléctricamente. Cuando el Arca estaba así cargada podía ser letal si se le tocaba. El voltaje necesario para cargar el Arca lo provee la diferencia de potencial eléctrico atmosférico existente entre el cielo y la tierra. La gradiente eléctrica sobre la tierra es de unos 60 a 100 voltios por metro en buen tiempo y aumenta de 6.000 a 12.000 voltios por metro en un régimen de tormenta. El Arca se instalaba usualmente en lugares altos naturales o artificiales (pirámides) para aprovechar este efecto. Las arcas de diseño y estilos descritos en Éxodo fueron históricamente egipcias, no israelitas o hebreas. Un buen ejemplo de esto es el arca de Anubis descubierta en 1922 por Howard Carter en la entrada de la tumba de Tutankhamon.
Los querubines del santuario dorado de Tutankhamon son similares a aquellos del arca de la alianza. El Arca de la Alianza poseía unas características electromagnéticas que la hicieron peligrosa ante cualquier manejo erróneo. Solo los sacerdotes especialistas podían manipularla. Lo que apreciamos en Dendera es similar. Si ciertas naves aterrizaron en el techo del templo, o los sacerdotes imitaran con esa liturgia contactos producidos en tiempos más remotos, sería lógico suponer que los dioses aportarían a los mortales su sabiduría y su tecnología. Pero no es así, los dioses bajaron en sus naves para hacerse cargo de una pila cargada en el sancta sanctorum del templo, por unas energías que desconocemos pero que muchos sensitivos han logrado captar. Los dioses habían obtenido su ofrenda en forma de electricidad. Dioses que recorrían el cielo de Egipto y que descendían precisamente en el templo dedicado a la Dama del Cielo, tal y como fue descrito por Berosso o por Demetrio de Falera, director de la Biblioteca de Alejandría y autor de la obra titulada “Acerca de las luces que se ven en el cielo, puntos luminosos que se ven ocasionalmente en el cielo y que nada tiene que ver con las estrellas”. Volviendo al Viejo Testamento, la descripción de un capacitor eléctrico es precisamente la misma que la descripción del arca de la alianza. Un arco de corriente eléctrica es precisamente el proceso usado en los laboratorios científicos de hoy para producir oro monoatómico, antiguamente llamado mfkzt o sheem-an-na: el místico polvo blanco de la piedra de fuego. En el repositorio secreto de la Cámara del Rey dentro de la gran pirámide, el primer explorador, el Califa Al-Mamun encontró como único mobiliario el cofre de granito, conteniendo no un cuerpo sino una capa de un polvo misterioso.
La conexión entre el Arca y Egipto no ofrece dudas. El Arca de la Alianza era una máquina extraterrestre que proveía de víveres al pueblo israelita. Esos mismos extraterrestres que la entregaron, con los cuales el Grupo Elron está en contacto telepático permanente, ahora poseen técnicas infinitamente superiores a los de aquella época. El Arca de la Alianza era un aparato radiactivo que duplicaba alimentos y que mató a muchos israelitas que desconocían su verdadero poder y manejo. Todos los años que el pueblo israelita estuvo en el desierto fue alimentado de esta forma.
RECOPILACION INVESTIGATIVA: ING. REYNALDO PEREZ MONAGAS
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