Europa del Este, esta plagada de historias sobre seres
nocturnos, criaturas demoníacas condenadas a una inmortalidad lastimera.
Como si de una maldición se tratara, estos seres deben hacer daño a los
demás sin poder remediarlo. Están sedientos y ansiosos por arrebatarles
a los humanos uno de sus fluidos vitales que es la sangre. Como podréis
imaginar, me estoy refiriendo a los famosísimos vampiros.
Hoy os contaré, uno de los relatos más fascinantes que
nunca se hayan narrado, inspirador para múltiples directores de cine y
escritores de terror.
Ubicar el lugar donde se originó esta historia, resulta tan
complicado que parece imposible. Uno llega a pensar que a veces algunos
sitios aparecen y desaparecen inexplicablemente, únicamente para que se
creen narraciones excepcionales llenas de misterio que nos estimulen a
descubrir nuevos enigmas y para que nos prevengan de este peligroso
mundo. ¿Como no tener miedo a algo que puede ocultarse a nuestra vista y
que resulta amenazante?. Fue en uno de esos lugares, en donde atacaron
a Arnold Paole.
Posiblemente este espacio, este situado en algún punto del
mapa en el interior de Bosnia o Croacia, en donde con una violencia
sobrenatural propia únicamente de criaturas infernales, fue sorprendido
un hombre llamado Paole. Asaltado por unos seres cuya naturaleza les
hace acometer acciones perversas ayudados por unos poderes que parecen
sobrenaturales. Sin embargo de manera milagrosa, Arnold Paole pudo
escaparse y salvar su vida. Y es que tuvo la suerte de evitar un
desenlace aterrador, ya que los habitantes del siglo XVIII tenían claro
que; los bosques profundos, la lluvia, la niebla o la oscuridad, eran
simples elementos que formaban parte del complejo mundo del vampirismo,
considerado la sublimación del terror y cuyo “contagio” era la mayor
desgracia en la que podía caer una persona.
Un siglo antes, Erzsébet Báthory, la Condesa sangrienta,
había utilizado esos ingredientes para su propio beneficio. Aprovechaba
la oscuridad y la espesura de la vegetación, para camuflar su carruaje
negro, conducido por sus secuaces que capturaban víctimas inocentes que
posteriormente eran brutalmente martirizadas por las demencias
vampíricas de la Condesa. Era propio de aquel tiempo, escuchar como se
aproximaban unos caballos que arrastraban una carroza. En medio de la
niebla, únicamente se veían cuando ya los tenías encima, siendo
demasiado tarde para escapar de sus garras. Fue así como estos
enajenados, hicieron desaparecer del mundo terrenal a más de 600
personas.
Cuando se produjo el suceso que os estoy relatando, ya
había pasado más de un siglo desde el delirio de la condesa. De todas
formas, sus crímenes aun se conservaban en la memoria de los lugareños y
de las personas de los países limítrofes. Se habían propagado las
noticias de sus terribles actos, como una epidemia incurable hasta los
confines del mundo civilizado, en donde ya todos estaban aterrorizados
por los vampiros.
Continuando con Paole, este no ocultó el ataque vampírico
que sufrió y lo contó a varias personas del pueblo de Medveda. Aldea
para entonces poco acogedora, que poseía esa atmosfera que tienen todos
los lugares tenebrosos en donde se espera con certeza que algo malo
suceda.
Como tras el incidente los lugareños miraban con recelo a
Paole, este les dijo que no se preocuparan, que no pasaba nada, ya que
él había hecho los rituales necesarios para que no se infectara. El
procedimiento había sido bastante asqueroso. Según contó, comió tierra
de la tumba del vampiro y bebió su sangre, lo cual según él era
suficiente para repeler el contagio. Como a nadie le convenció la
efectividad de esta ceremonia, cuando el fatal destino le hizo caer a
Paole de un carruaje y romper su cuello, la población estaba convencida
de que se convertiría en un no muerto.
Esto pareció confirmarse unos días después cuando varios
testigos afirmaron que habían visto a Arnold Paole por la calle y lo
peor de todo, es que había atacado a varias personas de las cuales 4
murieron misteriosamente.
La población de Medveda presa del terror, quiso desenterrar su cuerpo para comprobar si él cadáver estaba allí todavía.
Ya en el cementerio y desde lo alto del agujero escavado,
un grupo de personas veían inquietas y curiosas, el ataúd que se
encontraba al fondo. Al abrirlo se estremecieron al comprobar que el
cuerpo de Paole estaba incorrupto a pesar de que habían pasado más 2
meses desde su entierro.
Presuroso, uno de los presentes corto la piel de la
criatura, de la cual broto inmediatamente sangre fresca, pero lo que más
los asustó fue observar que los ojos perfectamente conservados, estaban
inyectados en sangre de un color rojo vivo. Su mirada parecía estar
poseída por la ansiedad, la ira y la venganza. No menos tranquilizador
resultó ver como su boca estaba cubierta por sangre.
Un acto tan cruel como el que sucedió a continuación, sólo
puede ser justificado por el peligro inmenso que creían correr. Sin
demora, le clavaron una estaca en el corazón y cuentan que en ese
preciso momento, ese ser monstruoso de lo que antes fue Paole, emitió un
agudo gritó desesperado que estremeció a los presentes. Como nadie se
fiaba de que aquel cuerpo recobrara su vigor, le arrancaron su corazón y
le decapitaron. Ni eso fue suficiente para dejarlos tranquilos y le
prendieron fuego en un pira incendiaria. Como no podían dejar cabos
sueltos, fueron a por los otros 4 cuerpos convertidos en cadáveres por
Paolo y les hicieron lo mismo.
En aquella época y muy especialmente entre 1730 y 1735,
todos hablaban de vampiros. En Marzo de 1732 la noticia de lo que había
sucedido en Medveda, se publicó en diarios como el London Journal o en
revistas como el Gentle Magazine. En ellos se citaba que unos
vampiros habían matado a personas quitándoles la sangre. Y esto no
quedaría ahí, múltiples periódicos informaron de lo mismo. La curiosidad
fue tan grande, que el mismísimo Federico Guillermo I de Prusia
(antigua nación que hoy estaría situada principalmente entre Alemania y
Polonia), solicitó un informe de la prestigiosa Royal Society. En
aquella época, los vampiros eran terribles protagonistas, que aparecían
cada vez en mayor número.
Pero lo que no podían imaginar los habitantes de Medveda,
es que la pesadilla aun no había terminado. En 1931 a lo largo de 6
semanas, fallecieron de manera extraña 13 personas más. En vista de la
gravedad de la situación, fue llamado un experto el 12 de diciembre para
que casa por casa investigase si había un foco infeccioso. Se
descubrieron cadáveres con uñas y pelo nuevo, además de que todos ellos
poseían una piel con un aspecto mucho mas vivo que antes de su muerte.
Como la circunstancia era especialmente grave, se organiza
una comisión de investigación y en enero del año siguiente es enviada a
Mevdeva. Ese grupo de eruditos se dirige inmediatamente a las 13 tumbas
de los fallecidos que llevaban meses enterrados. Fue para ellos
espeluznante descubrimiento que los cuerpos en su mayoría estaban
incorruptos, salvo algunos hombres y un niño mordisqueado por los
perros. Además tenían sangre en sus venas y órganos internos en perfecto
estado. Pero no fueron los únicos acontecimientos sorprendentes. Un
cadáver había engordado desde su fallecimiento, hecho que se considera
imposible. Al inspeccionar el cuerpo de un niño que había fallecido 90
días antes, observaron al levantar su labio superior que tenía dos
colmillos mucho mas desarrollados que lo normal. Pocos cuerpos estaban
corruptos y después de este descubrimiento, no les quedaba dudas, eran
vampiros.
Todos los cuerpos dados como positivos de vampirismo, los
mandaron quemar. A los gitanos les dieron ese indigno trabajo además de
enterrarlos.
No se encontró a los causantes de estas incomprensibles
muertes. Es por ello, que estas leyendas no sólo se han olvidado, sino
que emergen con mayor fuerza de los bosques espesos del Cáucaso,
azuzados por las tinieblas y la misteriosa sensualidad que siempre a
acompañado al mundo vampírico.
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