“Z”, Matto Grosso, Brasil
Este es el nombre, provisional, que el Coronel Percy
Harrison Fawcett (1867-¿1925?) dio a una ciudad por lo demás desconocida
que afirmaba se encontraba en el interior de la región brasileña del
Matto Grosso. Región que, hasta el momento, se creía nunca había
albergado únicamente tribus muy primitivas, sin organización urbana o
estatal. El entorno en este área tradicionalmente se ha considerado
demasiado agresivo y demasiado pobre para permitir algo más que una
economía muy básica, casi de mera subsistencia (ideas que es posible
tengamos que replantearnos actualmente vistos algunos hallazgos
recientes)
Existen informaciones contradictorias sobre como habría
llegado a conocer la existencia de dicha ciudad: en su obra
autobiográfica cuenta como descubrió la historia de un explorador
anterior, un bandeirante, a quien Fawcett da el nombre de Francisco
Raposo, en la Biblioteca Nacional de Brasil; este explorador habría
visto una ciudad en una expedición al interior de Brasil en torno a
1753, aunque el lo que buscaba eran las no menos legendarias minas de
Muribeca. Pero también habla de una figura de basalto negro y con
curiosos caracteres, en una lengua desconocida, que le habría sido
entregada a Fawcett por el escritor Henry Rider Haggard tras haber sido
encontrada en algún lugar de la frontera brasileña y que, afirmaba el
coronel a sus allegados, tenía un origen atlante.
En realidad Francisco Raposo no existió, al menos no con
ese nombre, pero el documento al que refiere Fawcett, sin embargo, si ha
sido identificado. Muchos creen que el documento se refiere en realidad
a Joao da Silva Guimaraes, personaje, este sí, bien documentado, un
explorador y bandeirante brasileño que, coincidentemente, desapareció en
la jungla en 1764 para no volver a saberse nada de él. Es posible que
Fawcett inventara a Francisco Raposo para despistar a posibles
perseguidores en su búsqueda.
Manuscrito 512
El
Manuscrito 512 o
Documento 512 es
un manuscrito de archivo perteneciente al periodo de Brasil Colonial
(mediados del siglo XVIII) y conservado actualmente en el acervo de la
Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (división de “Manuscritos”, serie
“Obras Raras”). El documento, conformado por diez páginas, está escrito
en portugués y lleva el título de
Relação histórica de uma occulta e grande povoação antiguissima sem moradores, que se descobriu no anno de 1753 (“Relación
histórica de una oculta y gran Población, antiquísima, sin moradores,
que se descubrió en el año de 1753”). Aunque está redactado como un
informe expedicionario, el documento posee al mismo tiempo ciertas
características de una carta personal, considerando el carácter de
relación entre el autor y el destinatario.
Por su contenido el documento representa una narración
dejada por un grupo de bandeirantes portugueses; el nombre propio del
autor, jefe de la expedición, no se conservó. El documento relata el
descubrimiento, en el corazón de un
sertão o sertón brasileño, de las ruinas de una desconocida ciudad perdida, con rasgos de una
civilización altamente desarrollada de tipo grecorromano. El informe menciona también el hallazgo de los yacimientos de oro yplata en ese contexto.
El texto contiene varias lagunas como resultado del
deterioro del documento provocado por los termitas mientras el
manuscrito permanecía olvidado en los archivos (1754-1839), causa por la
que jamás se pudieron saber el nombre del autor y la localización
geográfica exacta de la supuesta ciudad abandonada.
El Manuscrito 512 es probablemente el documento más famoso
de la Biblioteca Nacional, y según el punto de vista de los modernos
historiadores brasileños constituye la base delmayor mito de la arqueología nacional.[1]Durante
los siglos XIX y XX la ciudad perdida del Manuscrito 512 era objeto de
acaloradas discusiones científicas, como también de infatigables
búsquedas emprendidas por aventureros e investigadores.
Por su estilo vivo y pintoresco el relato del Manuscrito
512 es considerado por algunos una de las obras más bellas de la lengua
portuguesa.
El acceso al relato original es extremamente restringido
actualmente, aunque una versión digital de éste pasó a ser disponible
con la actualización digital de la Biblioteca Nacional.
La descripción que el documento 512, como es conocido, describe una
ciudad desierta, de arquitectura monumental, incluyendo una gran plaza,
obeliscos monolíticos y una gran figura de piedra negra que señalaba
hacia el norte, con inscripciones y tallas muy elaboradas. También
afirma el texto que encontraron en las cercanías una moneda de oro, que
mostraba en el anverso un joven agachado y en el reverso una corona y
una arco. En el texto se hacen continuas referencias a paralelismos con
sociedades europeas e incluso se llega a afirmar que se trata de una
ciudad griega antigua y que las inscripciones están en ese idioma.
El redescubrimiento del
texto en el siglo XIX provocó el envió de varias expediciones en busca
de la ciudad descrita pero ninguna consiguió llegar de nuevo a la
localización, aunque algunos afirmaron haber llegado muy cerca e incluso
haberla visto en la distancia.
El coronel Fawcett es en si mismo una figura digna de
interés: amigo de personalidades literarias como el ya mencionado Rider
Haggard o Arthur Conan Doyle, con vínculos con el servicio secreto,
historial militar brillante y muy interesado en los fenómenos psíquicos
de toda clase, además del misticismo de raíz teosófica. El mismo cuenta
que su conclusión de que la figura antes mencionada provenía de la
Atlántida se vio confirmada por medio de la psicometría (es decir la
lectura de las impresiones mentales dejadas en el objeto por sus
antiguos usuarios)
Topografo eficiente y de una resistencia física
extraordinaria sus expediciones se caracterizaron, pese a las penurias
que solían sobrevenirles, por una inusitada rapidez en realizar los
objetivos propuestos. Era extremadamente estricto con sus
coexpedicionarios y en ocasiones se vió enfrentado, casi, al motín.
Entre 1906 y 1925, con la interrupción entre medias de la
Gran Guerra, realizó diversas expediciones a la región, narradas de
forma dramática por él mismo, con distintos objetivos y financiadas por
diversos gobiernos e instituciones. Durante las mismas fue recopilando
abundantes leyendas indígenas que parecían confirmar su creencia.
También consulto a varios mediums, gurús y psíquicos sobre el tema. Con
toda esta información, completada por su propia imaginación, se formó
una idea bastante clara de lo que esperaba encontrar (de una carta
enviada a su hijo Brian):
“ Creo que las ruinas serán de naturaleza
monolítica, más antiguas que los descubrimientos egipcios. Juzgando a
partir de inscripciones encontradas en diversas partes de Brasil, sus
habitantes usarían una escritura alfabética similar a muchos sistemas de
escritura antiguos, asiáticos y europeos. Hay rumores, también, de una
extraña fuente de luz en los edificios, un fenómeno que llena de terror a
los indígenas que aseguran haber visto las ruinas.
El lugar central que he llamado “Z”- nuestro objetivo
principal- está en un valle rodeado de montañas. Tiene dicho valle unas
diez millas de ancho, y la ciudad se encuentra en un promontorio en el
centro de este, hasta el llega una carretera de piedra. Las casas son
bajas y sin ventanas, y hay un templo piramidal. Los habitantes de la
ciudad son numerosos, mantienen animales domésticos y poseen minas bien
desarrolladas en las colinas circundantes. No muy lejos se encuentra
otra segunda ciudad, pero la gente en ella pertenece a una casta
inferior a los habitantes de “Z”.
Más lejos hacia el sur hay otra gran ciudad, pero medio enterrada y completamente destruída”
Finalmente, con la financiación obtenida en Londres de diversos
inversores privados, el coronel Fawcett, su hijo mayor Jack y un amigo
de este, Raleigh Rimmell, partieron de Rio de Janeiro en busca de la
ciudad en Febrero de 1925. Durante una temporada siguieron mandando
telegramas de forma regular, pero el 29 de Mayo, desde un lugar
bautizado campamento Caballo Muerto llegó el último mensaje a través de
los porteadores, a los que mandaron de vuelta, continuando el camino sin
ellos. En ese momento Jack y Raleigh estaban además enfermos y la ruta
se internaba en el territorio de tribus peligrosas. Nunca más se volvió a
saber de ellos.
Durante los años siguientes decenas de expediciones
buscaron la pista de los desaparecidos, encontrando tan sólo algunas
piezas de metal pertenecientes a Fawcett y contradictorias afirmaciones
de los nativos. Pero nadie ha conseguido saber con seguridad que fue de
ellos. Es posible que murieran a mando de los indios de la zona, o que
las dificultades de la enfermedad, el clima y el terreno acabaran con
sus vidas pero muchas otras explicaciones también han sido defendidas.
Algunos viajeros por la zona afirmaron en años siguientes haberse
encontrado brevemente con Fawcett o algún otro de los miembros de la
expedición como prisioneros de alguna tribu local, e incluso apareció un
niño que se afirmó era hijo de Jack y una nativa (aunque luego resultó
ser nada más que un albino y toda la historia un fraude) Pero en ciertos
círculos ocultistas pronto comenzó a circular la historia de que
Fawcett y los suyos realmente habría encontrado la ciudad perdida de sus
sueños y que él y su hijo vivirían allí, adorados como dioses por los
descendientes de los atlantes. Teorías incluso más extrañas hablan de un
vórtice energético que habría permitido a los Fawcett y a Rimmel
acceder a otro plano de existencia o otro tiempo, donde la ciudad
continua existiendo.
¿Qué ocultan los diarios que la familia Fawcett se ha
negado a dejar ver a los investigadores y periodistas? ¿está allí la
clave de la misteriosa ciudad perdida de la jungla? ¿son ciertos los
rumores sobre los sueños proféticos y visiones de Fawcett relacionados
con la ciudad?
Los personajes jugadores fácilmente pueden convertirse en
buscadores de Fawcett y de su perdida ciudad en cualquier juego
ambientado en la época, financiados por amigos de la familia (ya que la
familia en sí no quedó en una situación económica envidiable),
universidad o quizás algún inversor de la expedición original con
oscuros motivos.
Relato del Manuscrito 512
Las minas perdidas de Moribeca
Pinturas en el monasterio de San Benito, en Salvador de Bahía, que representa la llegada de Diogo Álvares al Brasil.
Según el Manuscrito 512 un grupo de bandeirantes
descubrió una gran civilización en ruinas en el interior del Estado de
Bahía tras haber pasado diez años explorando los sertones brasileños en
busca de las legendariasminas perdidas de Moribeca. La historia de las minas de Moribeca (oMuribeca) representa otro episodio legendario íntimamente relacionado con el descubrimiento del Brasil por parte de los europeos.
Ruinas de una ciudad desconocida en el sertón brasileño
Arco romano en Thamugadi (Timgad),Argelia. Su aspecto es
similar a la descripción del triple arco a la entrada en la ciudad
abandonada del Manuscrito 512.
El documento narra como la comitiva descubrió una
cordillera de montes que brillaban con numerosos cristales, causando
admiración y asombro en la gente. Sin embargo, al principio los
bandeirantes no consiguieron descubrir un paso franco para poder
acometer la cordillera y se acamparon al pie de las montañas. Después un
negro de la comitiva se dio en perseguir a un venadoblanco y descubrió
un camino pavimentado en piedra que pasaba a través de la montaña.
Habiendo alcanzado la cima, los bandeirantes vieron desde arriba una
gran población, que a primera vista consideraron ser alguna de
lasciudades de la costa de Brasil; tras descender al valle, mandaron
exploradores para saber más sobre la población y sus habitantes y
estuvieron esperándolos durante dos días; un detalle bastante curioso es
que escuchaban cantar gallosdurante esos días, lo que les hacía pensar,
que la ciudad estaba habitada. Mientras tanto, llegaron los
exploradores, trayendo la nueva de que no había moradores. Estando
todavía la gente insegura, se resolvió a comprobarlo un indio de la
comitiva, el cual regresó con la misma noticia, atestiguada luego ya por
todo el grupo de exploradores.
Finalmente toda la comitiva efectuó la entrada a la ciudad,
la cual era posible por tan solo un único camino, empedrado y adornado
con tres arcos, el del medio era mayor y principal, y los dos de lados
eran más pequeños. Como observa el autor, sobre el arco principal había
unas letras, imposibles de copiar por la gran altura.
Las casas en la ciudad, todas con pisos, estaban
abandonadas desde hace ya mucho tiempo y no tenían por dentro ningunos
objetos de enseres, ni muebles. La descripción de la ciudad reúne rasgos
propios a distintas civilizaciones de la antigüedad, sobre todo la
griega y la romana, aunque contiene también detalles no identificados o
sin asociación. Así, el autor nota que todas las casas en la ciudad por
su regularidad y simetría parecían una sola, como si fueran de un
propietario.
En el texto se da la descripción de distintos objetos
apreciados por la comitiva. Así, está descrita una plaza con una columna
de piedra negra en el medio, en la cima de la cual había estatua de un
hombre con un brazo extendido, señalando hacia el norte; el pórtico de
la rúa principal, en cuya parte superior había un bajorrelieve con la
imagen de un joven semidesnudo, coronado de laurel; enormes edificios
por los lados de la plaza, uno de los cuales parecía serpalacio de algún
señor de la tierra, y el otro evidentemente era un templo, donde aún se
conservaron parcialmente lafachada, las naves y las imágenes en relieve
(en particular, cruces de varias formas y coronas). Cerca del lugar
pasaba un ancho río, del otro lado del cual había campos muy lozanos con
algunas lagunas, todas llenas de arroz, como también innumerables
bandadas de patos, que podían ser cazados simplemente con las manos.
Representación de 1820 con la Columna de Trajano.
Después de caminar tres días río abajo, los bandeirantes se
toparon con unacatarata, al lado de la cual había una serie de cuevas y
excavaciones subterráneas, probablemente minas, donde yacían dispersos
pedazos de mena parecida a la plata. La entrada a una de las cuevas
estaba cerrada con una enorme losa, sobre la cual había una inscripción
en signos o letras desconocidas.
A distancia de un tiro de cañón de la ciudad la comitiva
descubrió un edificio como casa de campo, por dentro del cual había una
grande sala y quince habitaciones pequeñas, todas con puertas para la
sala.
Después los bandeirantes realizaron una prospección a
orillas del río, hallando buena pinta, prometiéndoles muchas riquezas de
oro y plata. En ese lugar, la comitiva se separó, realizando algunos de
los hombres una marcha de nueve días, pasados los cuales avistaron una
canoa con dos personas blancas, vestidas a la europea;
aparentemente, éstas huyeron después de que los bandeirantes habían
hecho un tiro par atraer su atención, aunque, estando dañada esa parte
del documento, se puede suponer también que este grupo de bandeirantes
experimentó después un enfrentamiento con alguna clase de salvajes, velludos y bravos.
Finalmente, la entera expedición alcanzó los ríos Paraguaçu
y Uná, donde el jefe de la comitiva compuso el informe, dirigiéndolo
luego a cierta persona influyente en Río de Janeiro. Es notable el
vínculo personal existente entre el autor del documento y la persona a
quien se está dirigiendo: el autor insinúa que el secreto de los
descubrimientos realizados lo viene revelar tan solo a él, su
destinatario, recordando de lo mucho que le debe. Expresa también su
preocupación a respecto de que un indio, miembro de la Compañía,
abandonó la comitiva para regresar a la ciudad perdida por su propia
cuenta. Finalmente, el autor propone al destinatario largar esas penurias y venir a utilizarse de esas riquezas, sobornando al indio desertor para que éste no revele el secreto y lo conduzca hacia los tesoros.
Moneda de oroEditar
Uno de los miembros de la comitiva (João António, único
nombre que se conservó en el documento) encontró en las ruinas de una de
las casas en la ciudad un dinero en oro, de forma esférica, mayor que
las monedas brasileñas de 6400 reales. Sobre una parte aparecía la
imagen de un muchacho arrodillado, sobre la otra un arco, una corona y
una flecha. Este descubrimiento convenció a la comitiva que debajo de
las ruinas debían estar enterrados inmensos tesoros.
Inscripciones misteriosas
En el texto aparecen reproducidas cuatro inscripciones en
letras o jeroglíficos desconocidos: 1) sobre el pórtico de la rúa
principal, 2) sobre la losa que cerraba la entrada a una de las cuevas
cerca de la catarata, 3) sobre el pórtico del templo y 4) sobre la
columnata en la casa de campo. Al final del documento aparecen también
nueve signos sobre las losas (como es posible suponer, aquellas que
cerraban las entradas; esta parte del manuscrito también se perdió).
Como notaban algunos investigadores, los signos copiados se asemejan más
que nada a las letras delalfabeto griego o fenicio (algunos también a
los números arábigos).
Fawcett compuso un ensayo literario basándose en el relato del Manuscrito 512, titulado The Lost Mines of Muribeca(“Las
Minas Perdidas de Muribeca”), que constituye el primer capítulo del
libro de sus memorias, editado por su hijo menor Brian en 1953