Un equipo de arqueólogos descubrió túneles que habrían
sido utilizados para transportar oro hacia una torre de tesoro.
En la ciudad israelí de Acre, un equipo de arqueólogos descubrió un antiguo y elaborado sistema de túneles construido por los caballeros templarios hace aproximadamente 800 años. Este descubrimiento proporciona evidencia de cómo esta orden secreta transportaba grandes cantidades de oro hacia una torre del tesoro.
Durante
la producción de un documental de National Geopraphic, dirigido por el
arqueólogo Albert Lin, fueron descubiertos los restos del cuartel
general de estos monjes guerreros y de igual manera túneles que se
creyeron perdidos en la historia.
"Durante la época de las cruzadas, los caballeros templarios lucaron
por dios, el oro y la gloria. En algún lugar de la moderna ciudad de
Acre se encuentra su centro de comando, y posiblemente su tesoro. Es la
materia de los sueños de la infancia. Estoy aquí para encontrarlos", dijo Lin durante la trasmisión del documental el pasado domingo.
Para
la exploración del sitio el equipo utilizó la tecnología 'LiDAR' que
usa láseres y detectores de alta tecnología para escanear profundamente
en el suelo sin causar ningún daño.
En México, ha sido descubierto un auténtico tesoro arqueológico en las
entrañas de una cueva subterránea de la ciudad maya de Chichén Itzá, en
Yucatán. El tesoro lo componen al menos 200 piezas cerámicas utilizadas en riturales, que han permanecido intactas durante más de mil años.
Esta
cueva de Balamkú fue descubierta hace 50 años, pero permaneció
inexplorada hasta ahora. Es un laberinto a 24 metros bajo tierra. Los
arqueólogos han explorado los primeros 450 metros, un tercio de su
longitud estimada. El acceso a la galería es muy complicado, como
explicó en rueda de prensa Guillermo de Anda, investigador de la
Coordinación Nacional de Arqueología del INAH y director del proyecto
Gran Acuífero Maya.
"Es interesante ver que es una cueva
difícil, que nos arrastramos... Pero, poniéndolo en la perspectiva maya
antigua, es precisamente un ritual hacia estas zonas recónditas, hacia
estas zonas difíciles, que es probablemente donde ellos sienten que está
la entraña de sus dioses", explicó el arqueólogo.
"_Es
un lugar abrumador; creo sin lugar a dudas que es una de las más
importantes cuevas de Yucatán y también creo que no exagero diciendo que
este es el hallazgo más importante en la zona después de la cueva de
Balamkanché". _
El arqueólogo sostuvo que esta cueva, que se encuentra a 2,7 kilómetros de la turística pirámide de Kukulkán,
es "probablemente más sagrada" que el mismo Cenote Sagrado, una
depresión circular de 60 metros de diámetro y 15 metros de profundidad
rellena de agua y ubicada en Chichén Itzá.
Los incensarios y
vasijas conservan todavía restos carbonizados, alimentos, semillas,
jade, conchas y huesos, que lo mayas ofrecían a sus deidades. La gran
mayoría de los objetos encontrados son incensarios dedicados a Tláloc,
el dios mesoamericano del agua, utilizados para rituales y ofrendas en
el período clásico tardío maya (600-900 d. C.).
Guillermo de
Anda explicó que entraron en esta cueva para investigar el rumor que se
ha transmitido durante generaciones de que hay un cenote importante
debajo de la pirámide de Chichén Itzá. Aunque el investigador no
descartó que Balamkú pueda llevar a dicho cenote, aseveró que todavía
queda mucho tiempo para encontrarlo y verificar su existencia.
Balamkú
significa "dios jaguar", en alusión a la cualidad divina que los
antiguos mayas atribuyeron a este animal, el cual creían que tenía la
capacidad de entrar y salir del inframundo.